Rodrigo Hasbún. Foto: Martín Boulocq

Demipage. Madrid, 2014. 176 páginas, 16 euros

El nombre de Rodrigo Hasbún (Cochabamba, Bolivia, 1981) empieza a sonar por derecho como una de las voces más entonadas del relato hispanoamericano contemporáneo. Afincado en los Estados Unidos, como su compatriota Edmundo Paz Soldán, comparte con él esa dualidad vital y literaria, por lo que los relatos de Nueve muestran tanto el puro fluir de la vida en poblaciones bolivianas (vidas dañadas y entrecruzadas de tragedia) como el exilio personal de quien emigró a Norteamérica, como docente (en ese espléndido cuento llamado "Syracuse") o como investigador de laboratorio (en el conmovedor e intenso "Larga distancia").



Hasbún golpea directo y con autenticidad desde el primer cuento ("La mujer y la niña"), donde el recuerdo infantil de una visita inesperada en 1990 es narrada por el adulto que sabe reinterpretar los secretos del pasado que regresa. A Hasbún le interesa narrar cómo el azar, el mal y la violencia se cruzan en el camino interrumpiendo o malbaratando la vida, originando impensadas cadenas de acontecimientos. Así ocurre también en "Familia", donde el atropello inicial de una mujer por un automóvil abre la puerta a una historia de distanciamientos/abismos entre un padre y su hija problemática.



Rodrigo Hasbún, con intensidad narrativa y gran dominio, nos habla de la propia vida, entre cambios de ritmo y poderosos flashes donde es fundamental el sexo como pulsión vital. Así ocurre en ese viaje escolar que conecta dos textos: "El futuro" y "Reunión": en ambos la sexualidad, el alcohol y las drogas agitan la conciencia de unos personajes que parecen inmolarse por el temor al futuro y por la añoranza de lo que hasta ahora tuvieron.



La perplejidad por el paso del tiempo y todo lo que se lleva por delante es el tema de "Los nombres", secuela o continuación -en la madurez- de los dos relatos anteriores. Grandes y conmovedores de verdad "Syracuse" y "Larga distancia". El primero, narrado desde la mirada de un profesor emigrado a una universidad norteamericana, ante el que se despliega una peligrosa dialéctica entre sus alumnos, por jugar a ese juego entre lo real y lo inventado en que consiste la literatura. De nuevo aquí el sexo es carga explosiva, e ineludible motor del mundo. La deriva hacia los celos, el despecho y el "acoso cibernético" entre dos examantes hace saltar ese mismo mundo por los aires.



Muy poderoso Hasbún también en "Larga distancia", no sólo al narrar una infidelidad cargada de pulsión erótica, sino al detallar lo que queda de la relación entre un padre viudo y su hijo, separados por miles de kilómetros y conectados todavía por un desesperado y frágil hilo de teléfono. El texto de cierre, "Tanta agua lejos de casa", es de difícil lectura, por enmarañado: al pivotar sólo en la sucesión de testimonios y voces de unas veraneantes (un entramado verbal-sentimental con tragedia de fondo) es técnicamente notable, aunque sin la eficacia del resto de las piezas.