El mapa de las librerías se reduce
El 2014 concluye con el cierre de 912 librerías y la reducción de más de un 18% en ventas
4 marzo, 2015 01:00Librería La Central en Barcelona
En noviembre del año pasado, con motivo del Día de las librerías, algunos aseguraban que los datos de la caída de ventas empezaban a ralentizarse. Claro que no todos estaban de acuerdo. De hecho, algunos libreros admitían encontrarse en un estado permanente de supervivencia. Esta situación es la que se transmite, ahora, en el último Observatorio de la Librería 2014, informe de la Confederación Española de Gremio y Asociaciones de Libreros (CEGAL). Este plasma unos datos nada alentadores para el sector, que su situación en el mapa cultural se dificulta año tras año, y es que se han cerrado 912 librerías en España durante el transcurso de 2014 y la recaudación ha bajado más del 18%.3.650 son las librerías que quedan en nuestro país (en este informe se excluyen las librerías de gran tamaño y cadenas). Sean muchas o pocas, el problema reside en que son más las que mueren que las que nacen, envejeciendo así el sector en un país en el que el 55% de la población aseguraba leer poco o nada. "El informe refleja lo que cada día vemos en las librerías, sobre todo en las de largo recorrido con grandes espacios pero aparece un fenómeno de gente joven que arriesga y abre librerías más pequeñas", apunta Pilar Gallego, presidenta de CEGAL. Son 226 las nuevas aperturas pero la caída sigue siendo mayor.
"Una librería nunca ha sido rentable, es una profesión vocacional en la que trabajamos con unos márgenes muy ajustados pero la ventaja que tenemos es el precio fijo y único de los libros, que es una protección para que haya pluralidad de librerías. Con esos márgenes que tenemos no resulta rentable por la competitividad de grandes operadores o librerías que pueden ofrecer el producto más barato", critica. No obstante, lo que la literatura ofrece son otros valores y apuesta por generar un tejido de ciudadanos preocupados por el desarrollo cultural, personal y social.
De modo que 912 cierres, 226 aperturas y 3.650 librerías en España. Pero, ¿qué nos ha llevado a este panorama desolador? Gallego cita más de un factor. "Uno ha sido la crisis económica, otro la administración pública que ha reducido mucho las dotaciones a las bibliotecas y el libro científico en las universidades se compra poco". Pero no se detiene ahí y cita otro motivo para el declive del mapa sobre el que nos movemos cautelosos. "Hay un aspecto que no hemos sabido transmitir al tejido social y es el valor que aporta la inversión en valores culturales. Se han contrapuesto dos modelos como si fueran antagónicos; el libro electrónico como si fuera lo moderno y el soporte en papel como lo caduco", se lamenta. Y es que se trata de aspectos distintos que ofertan dos realidades diferentes pero que juntos pueden contribuir al desarrollo cultural.
Claro que la educación también tiene su parte de culpabilidad en este terreno porque "la difusión y el fomento de la lectura en las escuelas y dentro de las familias ha disminuido. La leyes han querido hacer tareas de fomento y las librerías se han convertido en agentes culturales pero necesitan apoyo", asegura la presidenta de CEGAL. Y aquí entraría en juego otro de los protagonistas indispensables: el Gobierno.
"El Estado debería proteger el tejido librero y la industria cultural con planes de fomento a la lectura", sobre todo ahora que vivimos en un mundo en el que el consumo masivo de televisión no incentiva que el ciudadano piense. "Al igual que ha habido planes pibes para los coches, debería haberlos para las librerías", opina Gallego. Además, la tecnología hace que el consumidor pierda de vista la cultura y se aficione, por ejemplo, a los videojuegos creando "niños filéticos, lo cual lleva a no pensar".
Los recortes en cultura han hecho que los fondos de las bibliotecas dejen de enriquecerse y estas "deberían de ser un servicio público en época de crisis. Hay gente que no puede comprar libros pero deberían poder acceder a la literatura. Los fondos se van quedando atrasados", explica. Así, critica también el papel que juega la televisión en la difusión de la cultura y, sobre todo, del ámbito literario. "No hay programas ni publicidad sobre ello, porque dicen que es aburrido, no tiene fuerza".
De modo que lanza un llamamiento a los medios de comunicación, sobre todo a los de soporte en papel que han sufrido también este declive. "Un país que no invierte en cultura es un país que se empobrece y todos los actores sociales tenemos que relanzar la cultura". Es hora de actuar.