De izda a dcha: Borja Baselga (Fundación Banco Santander), Antonio Caño (El País), Bieito Rubido (ABC), Casimiro García-Abadillo (El Mundo) y César Antonio Molina (La Casa del Lector). Foto: Alberto Di Lolli

Llevamos años debatiendo sobre la crisis del periodismo, marcada por la crisis general y la incertidumbre provocada por los cambios tecnológicos, y especulando sobre su futuro, pero rara vez se da la posibilidad de vérselo hacer, sentados en la misma mesa, a los directores de las cuatro cabeceras más importantes de España. En la tarde de ayer, Casimiro García-Abadillo, de El Mundo; Bieito Rubido, de ABC; Màrius Carol, de La Vanguardia; y Antonio Caño, de El País, inauguraron con sus impresiones el ciclo de debates Presente y futuro del periodismo cultural, organizado por la Casa del Lector de Madrid y la Fundación Banco Santander.



Nadie ha inventado aún la receta para acabar con los problemas que afectan a la profesión, pero sí que sabemos más o menos por dónde deben ir los tiros. García-Abadillo expuso la gran paradoja que afronta la prensa: "Los medios impresos tenemos una crisis grave en la cuenta de resultados, pero hoy nos leen más que nunca. Lo que tenemos que averiguar es cómo hacer que al menos una parte de los lectores paguen algo". Para el director de El Mundo, "este no es un problema que concierne sólo a Vocento, Prisa o Unidad Editorial, sino que es un problema político, ya que afecta al derecho constitucional a la información".



Todos coincidieron en una cosa: el papel no morirá, al menos en un futuro cercano, sino que se convertirá, como dijo Carol, en un artículo de lujo para leer los domingos ante un cruasán y un café humeante. Los cuatro dedicaron palabras elogiosas a la labor del periodismo cultural y reivindicaron su importancia histórica y como pilar esencial de la prensa actual. "Un periódico no es sólo un medio de comunicación, es también un proyecto intelectual que refleja una manera de ver el mundo y las páginas de Cultura cumplen un papel esencial en él", explicó García-Abadillo. "60 personas de la redacción de El Mundo han escrito libros. Es una muestra del maridaje entre periodismo y literatura, que en la prensa española es histórico", añadió, y aseguró que reforzar la información cultural fue uno de sus principales objetivos cuando asumió la dirección del periódico en 2014. Rubido destacó el hecho de que muchas cabeceras centenarias de Europa, como es el caso de ABC, nacieron precisamente como revistas culturales. Por su parte, Carol tiró de hemeroteca para señalar que en 1900 La Vanguardia, que tiene ya 134 años de historia, publicó la crítica de la primera exposición en Barcelona de un adolescente prometedor llamado Pablo Picasso.



Rubido fue quien hizo un análisis más específico de los contenidos y las maneras del periodismo cultural, señalando sus virtudes y defectos. Según el director de ABC, es un oasis de reflexión profunda y pausada, de información especializada, donde se despliega a menudo una prosa de alta calidad y un diseño que convierte a las páginas de cultura en una fuente de placer estético para el lector. Entre los puntos negativos, destaca la existencia de "un lenguaje abstruso que a veces es una impostura" y de "un esnobismo hiperminoritario que desprecia lo masivo". También reprochó a los críticos que escriban para otros críticos, a menudo descalificándose mutuamente, y dejando de lado los intereses del lector. Lamentó también los conflictos de intereses que se producen cuando la empresa editora es además propietaria de una editorial literaria, y que la prensa cultural se pliegue en exceso a los actos promocionales que configuran la agenda, lo que provoca que todos los medios salgan muchos días a los quioscos con los mismos contenidos en la sección de cultura.



Caño también hizo hincapié en la necesidad de que el periodismo cultural deje de ser percibido como "un área reservada para los exquisitos". En cambio, García-Abadillo reivindicó la importancia de los temas minoritarios, ya que una de las funciones de la prensa, aseguró, es informar de la existencia productos y eventos de calidad que el público más amplio desconoce. "Debemos cubrir un macroconcierto en Las Ventas, pero si hay una obra de teatro maravillosa que se programa sólo una vez a la semana y a la que sólo van 40 personas, nuestra obligación es dársela a conocer al lector para que tenga la oportunidad de verla".



El director de El País señaló que la existencia de secciones específicas de cultura es una particularidad de la prensa española y que en otros países la cultura se reparte entre todas las secciones, ya que se entiende que ésta impregna todas las áreas de la actividad humana. Caño puso como ejemplo el ámbito anglosajón, que conoce muy bien porque fue corresponsal en Estados Unidos durante muchos años antes de acceder a su nuevo cargo hace un año, y dijo que él comparte esa manera de entender la información cultural.



El director de El Mundo envidió las ayudas públicas que Francia concede a los medios de comunicación, al entender que son los garantes del derecho a la información de los ciudadanos. "Pero yo no pido que nuestro Gobierno nos dé subvenciones, me conformo con que no pongan trabas a nuestra labor. Y el 21% de IVA cultural lo es", subrayó. Por su parte, Carol demandó una mayor protección de la propiedad intelectual.



En cuanto al futuro económico de la prensa, los cuatro directores se mostraron moderadamente optimistas, y en lo que respecta al modo de producir y consumir la información, no esperan grandes cambios, sino la continuación de la senda abierta por los nuevos dispositivos portátiles. "El futuro ya está aquí y es esto", dijo García-Abadillo blandiendo su smartphone, y aludió a un artículo de The Economist que pronosticaba que en 2020 el 80% de la población mundial tendrá uno. "De lunes a viernes tendremos una velocidad y los fines de semana otra", vaticinó el director de El Mundo. "En cualquier caso, el futuro será mejor que el pasado".