James Ellroy. Foto: Lisa Stafford.
Entro en la sala que suelen habilitar para las entrevistas en la sede madrileña de Penguin Random House y me encuentro a un James Ellroy relajado, con una de sus típicas camisas hawaianas, recostado en la silla y las manos entrelazadas detrás de la nuca. No parece tan fiero como me lo habían pintado. De hecho, me saluda con un efusivo "Hey, big daddy!!" y me tiende una mano al estilo pandillero L.A. cuya coreografía no consigo imitar. Le pregunto cómo está y me dice: "¡Bien, tío, como un pitbull! Tengo mi cheque de la pensión de Obama, mi seguro médico es válido en Madrid, he conseguido algo de hierba y tengo a mis bitches" (esto último lo dice señalándonos a la traductora y a mí). Por seguirle la broma, le pregunto si acaso me cuenta entre sus bitches. Inmediatamente cambia el gesto e intenta una especie de disculpa. Sin pretenderlo -a veces uno suena demasiado tajante en un idioma que no es el suyo-, he intimidado durante unos segundos al demon dog de la novela negra americana, al hombre que ha destripado con una veintena de ficciones oscuras y retorcidas varias décadas de la historia reciente de Estados Unidos.Ellroy (Los Ángeles, California, 1948) ha venido a Madrid para presentar Perfidia, su novela más ambiciosa. Las 800 páginas de las que se siente más orgulloso y que inician un segundo Cuarteto de Los Ángeles (el primero lo componen La Dalia Negra, El gran desierto, L.A. Confidential y Jazz blanco). "El propósito de este segundo cuarteto es combinarlo con el primero y con la Trilogía Americana [América, Seis de los grandes y Sangre vagabunda] para crear una historia ficticia coherente y continua de Los Ángeles y Estados Unidos entre 1941 y 1972", explica el autor. En este sentido, Ellroy se considera en primer lugar "un escritor de novela histórica, y Perfidia lo es en todos sus sentidos". Para más señas, este segundo cuarteto que abre Perfidia es una precuela que sitúa en Los Ángeles, durante la Segunda Guerra Mundial, a personajes reales y ficticios de las siete novelas anteriores, entre ellos, el agente Lee Blanchard, Bucky Bleichert, los sargentos Mike Breuning y Dick Carlisle o el fundador del FBI, J. Edgar Hoover.
El libro tiene como telón de fondo la histeria antijaponesa que vivió EE.UU. tras el ataque de Pearl Harbor y el internamiento de miles de japoneses inmigrantes en campos de concentración, por miedo al "quintacolumnismo". Un hecho al que el escritor quita hierro: "No lo justifico, pero me parece comprensible, teniendo en cuenta las acciones de Japón durante la guerra".
La novela cuenta en tiempo real lo que sucedió en Los Ángeles durante veinticuatro días, del 6 al 29 de diciembre de 1941. "Durante aquellos días, tras el ataque, nadie durmió en L.A. La gente se dio a la bebida y a las drogas, con un miedo terrible a otro ataque aéreo de los japoneses". El hecho que precipita el desarrollo de la novela sucede una noche antes del ataque a la base americana de Hawái, cuando los cuerpos de una familia nipona de clase media son hallados en su casa de Los Ángeles, abiertos en canal. Supuestamente, se han suicidado siguiendo el rito del seppuku, pero otros indicios apuntan al asesinato.
Desgranar todo lo que sucedió históricamente en aquellos días fue lo más difícil, confiesa Ellroy, que nunca se documenta personalmente para escribir sus novelas, sino que paga a otros para que investiguen por él y así evitar cometer errores históricos. Lo que sí prepara él mismo es un esbozo de la novela, que en el caso de Perfidia es casi tan extenso como la obra definitiva: 700 páginas. "Es una descripción, escena por escena, que siempre tengo a mi lado cuando escribo".
"Te amo, Kay Lake"
En realidad estamos, según su autor, ante una novela de amor, un "romance histórico". En él participa su personaje favorito, Kay Lake, que ya aparecía en La Dalia Negra, pero aquí la vemos en todo su esplendor, ya que, además, su diario constituye uno de los puntos de vista principales de la narración. "Estoy enamorado de ella", confiesa Ellroy. Dice que es su mejor personaje femenino y que Helen Knode, su segunda exmujer y prometida -sí, se van a casar de nuevo-, también lo piensa. "No hay explicación humana para Kay Lake, ningún rasero que pueda medir el poder sorprendente de esta joven, su inteligencia y su valor sobrehumanos, su ridiculez, su libido, su ingenio, su sentido del estilo. Cada vez que paso con el coche por la antigua cárcel de Lincoln Heights, digo «Kay, te quiero», porque allí es donde le dice al capitán William Parker [personaje real que aparece también en L.A. Confidential y Jazz blanco] que no va a enamorarse de él".Otra "cámara", en forma de narrador omnisciente, sigue de cerca a Hideo Ashida, un japonés americano de segunda generación (también llamados nisei), homosexual, que trabaja como criminólogo civil para la policía de Los Ángeles.
Todo el Segundo Cuarteto de Los Ángeles surgió de un flash en la cabeza de Ellroy: "Vi a unos japoneses esposados en un furgón del ejército de Estados Unidos, siendo deportados a un campo de concentración en una fría noche de sábado, y antes de que me diera cuenta, se me ocurrió todo el cuarteto de golpe, con Perfidia en primer lugar". No obstante, reconoce que solo tiene una ligera idea de cómo serán las otras tres novelas y que no sabe cómo terminará la tetralogía.
Un tipo feliz
Aunque es un experto en crear personajes decadentes y faltos de esperanza, Ellroy tiene fe en la raza humana. "Soy optimista y feliz, y en mis novelas también hay una gran cantidad de felicidad y satisfacción", asegura. Una afirmación que contrasta con la imagen que tenemos de él, la de un tipo más bien arisco, aislado del mundo y concentrado en escribir, que él corrobora: "Me gusta estar solo en mi guarida. Si no estuviera aquí ahora mismo, no creas que estaría dando un paseo por Madrid. Estaría encerrado en mi hotel. Me gustan los espacios cerrados".Más confidencias: entre las infuencias del maestro del noir americano, por encima de otros escritores está la música clásica. De ella toma "la estructura, la superposición de temas, el contrapunto y la forma sonata: un primer movimiento expositivo, un segundo movimiento expresivo, más lento, y un tercer movimiento de recapitulación", explica este amante de la obra de Beethoven.
La música es, en efecto, la forma de arte a la que Ellroy dedica más tiempo libre. Al cine también, "pero no es un buen momento para el cine" (por cierto, de las adaptaciones de sus novelas lo que destaca es "la pasta fácil" que le proporcionaron). Las series de televisión, que viven su etapa dorada, no le interesan tanto. "¿True Detective? Una mierda. Es todo muy falso", contesta agitando la mano en un simulacro onanista.
En cuanto a la lectura, aunque en su última a visita a Madrid dijo que hacía 30 años que no leía un libro, reconoce que aquello fue una exageración, aunque tiene pinta de no recordar que lo dijo. "Ahora estoy leyendo las novelas de Thomas Mallon, el mejor escritor de novela histórica de Estados Unidos. Te recomiendo Watergate si quieres saber lo que pasó realmente en aquel escándalo".
Nos despedimos. "Adiós, big daddy". Me tiende la mano del mismo modo que al principio y vuelvo a fallar.