David Foenkinos
Charlotte, la última novela del escritor francés David Foenkinos (París, 1974) llega a España a los pocos meses de haber cosechado los aplausos unánimes del público y la crítica francesa. El autor de la Delicadeza, ha ganado con su último libro el Premio Renaudot y el Premio Goncourt des Lycéens, y hace pocos días El Globo de Cristal a la mejor novela ensayo del año. "¿Me deja que lo celebre con usted?", me pregunta nada más abrirme la puerta de su casita ajardinada en el barrio XI de París. Hace un calor inusual esta semana en la capital francesa y David Foenkinos me recibe descalzo y empujando un carrito diminuto de bebe. "Alice-Charlotte ha nacido el mes pasado y espero que no le moleste pero a las 15 h. le toca el biberón".Una vez dentro de su casa, aparta los libros y objetos diversos que tiene encima de la mesa y me trae un catálogo inmenso de la exposición de Charlotte Salomon. "Fue hace diez años -me cuenta el escritor medio en confidencia, quizá para no despertar a la pequeña Alice-. Esta exposición cambió mi vida". Desde ese día, David Foenkinos no dejará de pensar en la pintora. Charlotte Salomon realizó, de 1940 a 1942, Leben?, oder Theatre? una obra autobiográfica de 1.300 guaches, algunos de ellos con texto. Alemana de origen judío, Charlotte vivió el alzamiento de los nazis en Berlín en los años 30 y huyó al sur de Francia. En 1943, fallecía en Auschwitz, con 26 años y embarazada.
Una novela sobre un personaje real exige una investigación importante por parte del escritor. Foenkinos ha viajado durante años a los lugares de la protagonista. Berlín, en donde ya no queda nada y, en el sur de Francia, en la región de Villefranche-Sur-Mer.
- ¿La investigación y la escritura de la novela se hicieron de forma simultánea?
- Siempre he escrito sobre Charlotte, desde el momento en que la descubro en la exposición. Durante diez años, escribí páginas y paginas, que luego abandonaba. Intentaba biografía clásica, teatro, muchas formas diferentes. Para mí, la investigación era casi mística, había muy pocos documentos sobre ella. Mi investigación fue de tipo emocional. Por eso, lo importante era acudir a sus lugares, acercarse a ella de esta manera, sentirla emocionalmente. Su vida, hasta el 40, esta toda en este catálogo que me conozco de memoria. Por ejemplo, Alfred, su primer amor, cuyo rostro está dibujado de forma obsesiva cientos de veces. El ver su cara repetida tantas veces acaba uno entendiendo qué sintió la pintora. Es tan bonito, tan poderoso. Charlotte empieza su obra en 1940. Hasta esa fecha está toda en sus dibujos. Pero como muere en 1943, centré la investigación en esos años. Me entrevisté con la hija del doctor Moridis que me contó las condiciones de su arresto. Conocí a testigos que me hablaron de ella.
- Pero Charlotte es una novela. ¿Dónde está entonces la parte de ficción?
- La verdad es que todo lo que cuento, todos los hechos, son reales. Sus años en la Escuela de Bellas Artes, el que no pudiera recoger el Primer Premio por ser judía, su viaje, etc., pero Charlotte es una novela porque trato de imaginar lo que ha pensado, lo que ha sentido.
- Además de un personaje real, usted tiene que meterse también en uno de los momentos más dramáticos de la historia Europea. Escribir sobre la Segunda Guerra Mundial, sobre la historia de los judíos a través del destino de Charlotte, ¿es algo que tenía en mente?
- He querido llamar al libro Charlotte porque la novela es sobre ella. Quién era Charlotte como mujer, como artista, pero no podía eludir la parte histórica. Las dos están ligadas. Reconozco que el peso de la historia me hizo durante años retroceder en la escritura del libro. No tenía ganas de enfrentarme a la Segunda Guerra Mundial. Llegué a través de la fascinación que sentí por la obra de esta mujer, tan poética, tan brillante, por su inteligencia, por su sensibilidad. Lo curioso cuando gané el Goncourt des Lycéens fue que los profesores decían que una novela era sobre la guerra, mientras que los alumnos me hablaban solo de Charlotte, una adolescente como ellos.
- En su novela, muestra la familia de Charlotte con un gran bagaje intelectual, el padre es un cirujano reconocido, que, sin embargo, decide permanecer en Berlín hasta que la situación se vuelve insostenible para una familia de origen judío. ¿No le parece extraña su decisión?
- En la novela utilizo la frase de Billy Wilder que dijo que los pesimistas acabaron en Hollywood y los optimistas en Auschwitz. Los años treinta en Alemania albergan una generación que, para mí, fue la cumbre de la inteligencia artística y cultural en Europa que, poco a poco, fue completamente asfixiada. Para Albert Salomon, Alemania es su vida. Superviviente de la Primera Guerra Mundial, el judaísmo ni siquiera existe en su vida. Charlotte es educada con canciones cristianas. Para ellos, es absurdo que les puedan arrestar por ser judíos. Cuando uno ve los dibujos de Charlotte, son completamente cristianos. Jamás se hubiera imaginado en 1935 que se llegaría a los campos de exterminación, era inédito en la historia de la humanidad. Lo que es trágico en esta historia es que la única persona de la familia que huye es Charlotte y es la única que va a morir.
- A lo largo de su novela, habla de las coincidencias. ¿Es usted quien escogió al personaje de Charlotte o Charlotte que le eligió a usted?
- Buena pregunta. La misma que uno se hace con todos los flechazos de la vida. ¿Existe una puesta en escena del destino? Es cierto que cuando descubrí su obra, tuve la sensación que me estaba esperando. Cuando vi la exposición me di cuenta de que representaba todo lo que me gustaba, lo que estaba esperando desde siempre. Luego no pude dejar de pensar en ella durante semanas, durante años, quise saberlo todo. La citaba en mis otros libros. Ahora, el próximo 9 de mayo, en el pueblo donde vivió en Saint Jean Cap Ferra en Villefranche-Sur-Mer, habrá conmemoraciones, placas que indiquen dónde vivió Charlotte Salomon, una exposición de su obra todo el verano. Para mí es extraordinario. Y, en octubre, saldrá mi libro ilustrado con la obra de Charlotte en Gallimard y por primera vez, se va a publicar su obra pictórica completa, en un libro.
- No se esperaba tal éxito por lo que veo...
- No. La escritura era diferente, en verso libre, yo apareciendo a mitad de novela. La forma se me impuso sola. Pensé, mis lectores no me van a seguir. Y resulta que la novela ¡ya ha alcanzado el millón de lectores! Ahora, lo que me parece más extraordinario es que he conseguido compartir mi pasión por esta pintora. Charlotte es mi libro. Quizá no vuelva a escribir nunca más, pero éste es el libro que siempre he querido escribir. Nunca he escrito con este grado de intensidad, de locura, de pérdida. El libro ha hecho de mí otro hombre.
Da la impresión, hablando con David Foenkinos, de que se ha convertido en el mentor de Charlotte... "Mas bien en el Presidente de la secta de Charlotte. Todos los locos por su obra nos hemos agrupado", dice divertido.