Fotograma de la nueva versión de Poltergeist, dirigida por Gil Kenan
El siglo XXI está asistiendo al nacimiento de una nueva forma de pensar y repensar al ser humano y la realidad que lo rodea, que recoge el testigo de los grandes filósofos y movimientos intelectuales… para iluminarlos a la oscura luz de la literatura fantástica y de horror moderna. Con un ojo en Aristóteles, Platón, Nietzsche o Schopenhauer y el otro en Lovecraft, Poe, el universo gótico y de ciencia ficción, el horror de la filosofía y la filosofía del horror nos arrojan a un abismo de incertidumbre y especulación fascinante. Recorremos de la mano de un puñado de libros recién publicados en España el inédito viaje de la filosofía al fin de la noche.
Especulando con la realidad
El principal movimiento filosófico que se ha identificado a sí mismo a través de este procedimiento inusual es el denominado Realismo Especulativo, a menudo también etiquetado como Nuevo Nihilismo o Materialismo Especulativo. Un grupo de pensadores heterogéneo que surgió en torno a una serie de conferencias celebradas en la Universidad de Londres en 2007, moderadas por Alberto Toscano, uno de los principales artífices del revival marxista académico contemporáneo, unido por su común rechazo del humanismo y el antropocentrismo. A la idea de que el sentido del mundo es accesible para el ser humano a través del conocimiento, tal y como es definido por la epistemología clásica y defendido por la mayor parte de los científicos actuales, los realistas especulativos oponen la certeza de la ininteligibilidad del mundo y su realidad objetiva, inasequible a la inteligencia humana. Una no-relación que encuentra su expresión casi perfecta en el concepto de "horror cósmico" desarrollado por Lovecraft.La visión de la "realidad objetiva" del universo, a la que acceden parcialmente algunos de los protagonistas de los cuentos de terror lovecraftianos, es una experiencia inexpresable, más allá del entendimiento o el lenguaje humanos, puesto que responde a la existencia de un mundo antes que inhumano o sobrehumano, simplemente no-humano. Su mero atisbo, tras el velo piadoso de nuestro mundo, solo puede provocar la locura, el éxtasis y la destrucción de esa ilusión que es el "yo". Aquí las visiones de Lovecraft se solapan con lo que el psicólogo y pensador William James, hermano del novelista Henry James, denominó "las variedades de la experiencia religiosa" y con el concepto de "experiencia límite" de Foucault.
Eugene Thacker, una de las figuras más destacadas de este grupo, profesor de filosofía en la New School de Nueva York y creador de una web de Estudios Oculturales, aborda estas cuestiones en su libro En el polvo de este planeta (El horror de la filosofía vol. 1), recientemente publicado por la editorial Materia-Oscura. Acudiendo tanto a las proposiciones y procedimientos de la escolástica clásica para formular sus ideas, como al contenido simbólico de numerosos ejemplos de la literatura y el cine de horror, Thacker nos propone explorar "la relación entre la filosofía en sus fronteras y el género del terror sobrenatural, en tanto se manifiesta en la ficción, los cómics, la música y otros medios".
Así, el Black Metal nórdico, las obras de Lovecraft, Dennis Wheatley, J. G. Ballard o M. P. Shiel, el cine de serie B o los mangas de Junji Ito, responden, desafían y complementan los intentos de la filosofía por desentrañar la realidad, ofreciendo un maravilloso instrumental quirúrgico para intentar coser la herida incurable que separa al hombre del mundo (o del planeta, por seguir al autor). Como para sus compañeros de viaje, la ficción de horror representa para Thacker el intento más certero de "pensar lo impensable".
El sello Materia-Oscura (cuyo nombre ya dice mucho) se ha propuesto introducir en nuestro país, bajo la guía de Hugo Castignani, el corpus principal del Realismo Especulativo, anunciando la próxima publicación de obras como la alabada Cyclonopedia del filósofo iraní Reza Negarestani, experimento de metaficción filosófica pionero de la "teoría-ficción" y considerado por la prestigiosa revista Artforum como uno de los mejores libros de 2009; de Velocidades malignas del profesor de teoría crítica de la Universidad de Chichester Benjamin Noys, que analiza la aceleración progresiva del mundo moderno como síntoma de la crisis del capitalismo precipitándose hacia su colapso; o Nihil desencadenado, de Ray Brassier, miembro destacado de las facultades de filosofía de la Universidad de Beirut y la Universidad de Middlesex, reformulación del nihilismo como respuesta activa contra el desencantamiento del mundo producto de la Ilustración.
Lo macabro cósmico
Todos ellos manejan junto a las teorías de estructuralistas y post-estructuralistas, la tradición filosófica occidental y oriental y los conocimientos y teorías científicos más recientes, una desprejuiciada erudición en campos como la literatura de horror, la ciencia ficción o el cine fantástico, que combinan para llegar donde nunca antes había llegado el filósofo.Precisamente Ray Brassier, uno de los padres fundadores del Realismo Especulativo, es autor del prólogo a un libro importante para este nuevo horror filosófico que nos rodea: La conspiración contra la especie humana, de Thomas Ligotti, publicado por la Editorial Valdemar en su colección de ensayo. Ligotti es el eslabón reencontrado entre la ficción de terror y la especulación filosófica, ya que es principalmente un escritor de relatos fantásticos y de horror, como los publicados en las antologías La fábrica de pesadillas (La Factoría de Ideas) o Noctuario, también en Valdemar. Pero como antes que él su directo antepasado Edgar Allan Poe, Ligotti ha sentido también la necesidad de expresar sus inquietudes a través no solo de la ficción, sino del ensayo, poniendo sobre el tapete de forma descarnada y directa los horrores filosóficos y conceptuales que subyacen en sus narraciones fantásticas. Seguidor sui géneris de Lovecraft, ha llevado el concepto materialista del horror cósmico hasta sus últimas consecuencias, desnudando al ser humano de toda pretensión de trascendencia, para mostrarlo en su condición no ya de mono desnudo, sino de tosca marioneta esclava de su propia naturaleza. Un autómata que se crea a sí mismo ilusiones de libre albedrío, nutriéndose de fantasías consolatorias que se derrumban al mínimo esfuerzo intelectual coherente.
Partiendo de la obra y las ideas del olvidado filósofo noruego Peter Wessel Zapffe (1899-1990), para quien el ser humano no es más que un error evolutivo condenado a la extinción en el mejor de los casos, Ligotti traza una genealogía personal del pesimismo extremo, que pasa por Schopenhauer, Nietzsche, Mainländer, Camus, Unamuno o Cioran, entre otros, pero que también incluye a Krishnamurti y desemboca en un análisis de la literatura de horror sobrenatural y la obra de autores como Ann Radcliffe, Poe o, naturalmente, Lovecraft, además de una atenta relectura de El corazón de las tinieblas de Conrad.
Abocados a un destino idiota
Sin piedad ni contemplación alguna, Ligotti, personaje excéntrico y excesivo a todas luces, pero sin duda también el mejor escritor heredero de la línea Poe/Lovecraft en la actualidad, solo ofrece el pírrico consuelo de la ficción de horror, teñido siempre de un inevitable y negro sentido del humor: "Estamos abocados a un destino idiota que merece que se burlen de él. Y como no hay nadie más aquí para burlarse nos encargaremos de hacerlo nosotros (…) complazcámonos en placeres crueles contra nosotros. Al menos podremos hacer resonar unas cuantas carcajadas amargas en los rincones llenos de telarañas de este viejo universo huraño".Pese a que tradicionalmente la ficción terrorífica ha sido despreciada y relegada a los márgenes del estudio por la cultura académica oficial y oficialista, lo cierto es que desde siempre, en todas sus variantes -que incluyen también en cierta medida la ciencia ficción y el fantasy- ha existido un núcleo de preocupaciones, ideas y conceptos filosóficos relevantes, profundamente identificado con las cuestiones del día y, a menudo, adelantado a su tiempo en muchos aspectos. Obras como Frankenstein, de Mary Shelley (hija del filósofo William Godwin y pionera como su madre del feminismo), El Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Stevenson o El retrato de Dorian Gray, de Wilde y La isla del Dr. Moreau, de Wells, se encuentran inmersas y ejemplifican a su vez problemas filosóficos y dilemas morales como la creación de vida artificial, la naturaleza del bien y del mal, la idea de decadencia, la experimentación con seres humanos o la búsqueda de la inmortalidad a cualquier precio…
Pero, además, ciertos autores de horror, con un universo de potencia y alcance tan enorme como coherente, pueden erigirse, por derecho propio, en genuinos filósofos. Es el caso de Edgar Allan Poe, que escribiera también el brillante y oscuro ensayo cosmológico Eureka, o del ya tantas veces citado H. P. Lovecraft. Su reconocimiento como pensadores e intelectuales de altura gana terreno cada día en los ámbitos académicos y universitarios, empezando a ser poco menos que cuestión de cultura general tener un mínimo conocimiento de sus teorías e ideas, tal y como se manifiestan a través tanto de sus obras de ficción como ensayísticas.
Filósofos del horror
El concepto de Horror Cósmico acuñado por Lovecraft se ha mostrado uno de los más influyentes y perdurables de la modernidad, superando las barreras de la ficción para expandirse hasta otros ámbitos del estudio y la experiencia humanos. La idea de una filosofía lovecraftiana, aunque basada en conceptos anteriores y con préstamos diversos de filósofos y pensadores como Spengler, Nietzsche o Herbert Spencer, ha sido popularizada por exégetas de su obra como S. T. Joshi, y no debemos olvidar tampoco el fascinante ensayo a él dedicado por el francés Michel Houellebecq: Contra el mundo, contra la vida (Siruela, 2006), o la labor de intelectuales pioneros que le consagraran numerosas páginas de serio análisis en sus obras, como el filósofo español Fernando Savater, declarado admirador tanto de Lovecraft en particular como de la literatura fantástica en general.A través de su reificación intelectual por los nuevos leones del Realismo Especulativo, herederos voluntarios de la sana iconoclastia de su admirado Colegio de Sociología francés, en el que militaran Bataille o Caillois, y del espíritu polémico de Deleuze, la filosofía lovecraftiana, resumida en su pesimismo más allá de cualquier redención posible, vuelve de nuevo, paradójicamente, a la gran corriente de la cultura popular a través de una serie televisiva de culto como True Detective, cuyo creador Nic Pizzolatto reconoce sus débitos para con Ligotti, Ray Brassier o Eugene Thacker, pero articula su discurso en tono de serie negra clásica y terror gótico, y del derivativo filme de ciencia ficción Prometheus, de Ridley Scott, cerrando así un círculo eterno que va desde la pulp fiction a la filosofía y vuelta atrás.
Es ahora, quizá, cuando cobran también mayor sentido y significado los esfuerzos de críticos especializados en el género terrorífico por analizar sus características utilizando el instrumental de la filosofía, la sociología, la historia y la crítica textual. Obras como El jardín crepuscular. Breve glosario del horror (Gigamesh), de John Clute, que ofrece un repaso erudito, imaginativo y detallado de los estilemas, ritos, mitos y arquetipos del género, o Hollywood Gótico, del historiador del cine fantástico David J. Skal -autor también del indispensable ensayo de sociología del terror Monster Show (Valdemar)-, una crónica detallada de la aventura del Drácula de Stoker desde la literatura a la pantalla, que publica ahora Es Pop Ediciones, son ejemplos de cómo desde la crítica especializada hace ya mucho que se reconoce el valor intelectual, estético y especulativo del género de horror.
Un género que ha venido, desde las entrañas de la cultura popular y los más básicos miedos y deseos del ser humano, a renovar y remover las aguas demasiado tranquilas a veces del mundo académico, provocando una verdadera ola de terror en mitad de la filosofía de salón, tan justa como necesaria y a punto de llegar a nuestras costas hispanas, un tanto aisladas siempre de la vanguardia del pensamiento moderno.
Tres pensadores oscuros
Eugene Thacker. ¿De dónde salían aquellos desoladores e hipnóticos soliloquios de Rust Cohle en True Detective? De la obra de Eugene Thacker (1970), confesó su creador Nic Pizzolatto en una entrevista convirtiendo así en muy popular a quien hasta entonces sólo era un pensador marginal. Thacker estudió filosofía en la Universidad de Whasington y hoy la imparte en la New School de Nueva York. Tanto en su obra principal, After life (2010), como en su heterodoxa Horror of Philosophy cuyo primer volumen llega ahora a España desarrolla una original teoría del pesimismo que bebe de la cultura de masas y lo señala como el santo y seña de nuestro tiempo, como "la forma filosófica del desencanto" moderno.Ray Brassier. En su entrevista, Pizzolatto citaba también la destacada influencia que había tenido en su creación el británico Ray Brassier (1965). Después de trabajar como filósofo investigador en Middlesex, Londres, actualmente Brassier ejerce la docencia en la exótica e inquieta Universidad Americana de Beirut. Desde allí arma una filosofía que batalla por el más crudo realismo, campo en el que es considerado una figura internacional que ha desactivado muchas de las paradojas que asediaban la teoría en libros como Nihil Unbound (2007). Su obra persigue, ha declarado, "impulsar el nihilismo como crisis radical de sentido hasta sus últimas consecuencias".
Reza Negarestani. En 2009 la prestigiosa revista Artforum eligio Cyclonopedia, de Reza Negarestani (1967), como uno de los mejores libros del año. ¿Quién era aquel filósofo iraní, inventor de la "teoría-ficción" que años después emigraría a EE.UU.? Negarestani comenzó a interesarse en su Irán natal por las interacciones entre la literatura de género, el terror y el pensamiento. La audacia de su enfoque de "teoría-ficción" reside en la fusión de elementos físicos y metafísicos, desde la geopolítica de la guerra contra el terror al abismo del lenguaje, en un escenario inusitado: el Medio Oriente actual. El escritor China Miéville resumió así su Cyclonopedia: "Incomparable. Post-género de terror, teología del apocalipsis y filosofía de petróleo urden un nuevo y necesario códice".