Andrés Trapiello. Foto: Araba Press
Dice el CIS que solo 2 de cada 10 españoles han leído el Quijote, y a Andrés Trapiello le parecen muchos. Y que el 70% lo considera un libro muy difícil. ¿No será porque a la gente se le obliga a leer en una lengua que ya no hablamos y que no entiende?, se pregunta Trapiello. ¿Por qué los ingleses, japoneses o griegos lo pueden leer con facilidad y los españoles no?, insiste el escritor. Lo que lleva Trapiello rumiando desde hace 30 años decidió resolverlo hace catorce, cuando emprendió la osada tarea de traducir el Quijote al español actual. Lo hizo en secreto y con la convicción de estar haciendo algo importante. Hasta unos meses antes de su publicación no abrió la etapa de consulta y cotejo con especialistas. Ummm... De todo hubo: reticencias, entusiasmos, consejos... Pero el escritor es concluyente: "Lo he escrito para el 80% de los españoles que nunca han hecho ese viaje".
- Aquí puedes leer y descargar el primer capítulo del Quijote
-Ninguna traducción, por buena que sea, es el original. Es, hasta cierto punto, otro libro. Sólo hasta cierto punto. Pero seguro que usted ha leído un libro que se parece más al Quijote que ninguna otra de sus traducciones. Y no sólo por mérito mío, desde luego, sino porque el viaje del español actual al castellano del XVII es mucho más corto que el que ha de hacer el francés o el inglés actuales al castellano del XVII, y no digamos el japonés o el ruso. ¿O ellos no han leído tampoco el Quijote? Hemos de preguntarnos a qué se debe que tan pocos lectores españoles lo hayan leído. Acaba de hacerse pública una encuesta del CIS: sólo dos de cada diez españoles lo han leído (y aún me parecen muchos), y casi el 70% lo considera "un libro difícil o muy difícil", debido al lenguaje. ¿No será que se obliga a la gente a que lo lea en una lengua que ya no hablamos y que la mayoría ni siquiera entiende o le cuesta entender cuando la lee?
Trapiello apuntala su argumento: "Si un lector español o hispanohablante no entiende esta frase (o cientos parecidas), 'Quisiera enviarle a vuestra meced alguna cosa, pero no sé qué envíe, si no es algunos cañutos de jeringas, que para con vejigas los hacen en esta ínsula muy curiosos; aunque si me dura el oficio, yo buscaré qué enviar, de aldas o de mangas', puede hacer dos cosas: mirar las notas a pie de página (algo fatigoso cuando se llevan consultadas entre tres y seis mil, la media de notas en cualquier edición, y acertar con el filólogo adecuado, porque en este caso concreto los especialistas tampoco se ponen de acuerdo en qué quería decir Cervantes), o echar a volar su imaginación, tratar de adivinar qué puede significar eso y estar inspirado ese día".
-Es decir, usted ha traducido el Quijote para esos 8 de cada 10 españoles que no lo han leído hasta ahora. ¿Es su libro un sustituto del original, un sucedáneo, o un primer paso para luego leer el genuino?
-¿Qué es una buena traducción de la Ilíada o de Guerra y paz o de Hamlet? ¿Sustituto, sucedáneo? Traducir es llevar a otra lengua un texto que de otro modo no podríamos leer. Se perderán matices en el camino (y se ganarán otros, añadía Carlos Pujol, gran traductor, a propósito de las traducciones de Emily Dickinson de Marià Manent), pero gracias a las traducciones la literatura universal es lo que es. Shakespeare sin las traducciones del latín o del griego no existiría. Y desde luego yo no tengo ninguna duda: la Ilíada traducida sigue siendo la Ilíada, o los Cantos de Leopardi, traducidos, siguen siendo Leopardi. Este Quijote traducido no es el original, pero sigue siendo de Cervantes, como la Ilíada que yo leo en español es la Ilíada de Homero, no el invento de su traductor. Cervantes escribió su libro para todo el mundo, y para que lo leyeran como se leen las novelas, de seguido, sin especial dificultad, porque era, además, un libro más hablado que escrito. Yo lo he traducido para esos ocho españoles de cada diez que no lo han leído, para el 70 % a los que les parece difícil y para los que conociendo el original quieran leerlo por curiosidad, por gusto o para leerlo como lo leyeron sus primeros lectores del XVII, de una manera fluida y sin prejuicios.
-Félix de Azúa escribió el otro día un artículo sobre los quijotes aparecidos recientemente, el de Rico y el suyo, y decía: "un quijote para quijotes y otro para sanchos". ¿Está de acuerdo en que su versión es un quijote para sanchos? Decía también Azúa "un quijote cuerdo y otro loco". Y ahí ya estoy desorientada, no sé cuál es el suyo...Los libros se escribieron para leerse. ¿Qué razones existen para impedirlo, y quién querría impedirlo?"
-Me parece que Azúa se refería, siguiendo a Unamuno, al hecho de que Sancho y don Quijote acaban pareciéndose mucho, sin que al final del libro podamos ya distinguirlos. De haber sabido leer, Sancho habría podido leer el Quijote, como lo leyó el bachiller Sansón Carrasco, y lo habría entendido perfectamente. Hubiera podido hacerlo sin notas al pie. No está claro que un lector actual de la cultura de Alonso Quijano pueda leer hoy el Quijote sin esas seis mil notas. El Quijote es el libro de don Quijote y de Sancho, para quijotes y sanchos, el mismo libro les sirve a los dos. El lector del de Rico y el de mi traducción no tienen por qué ser diferentes, y me alegrará infinito saber que después de mi traducción se ha animado con el original.
Una relación tormentosa
-Habla usted de sus razones para emprender la tarea y menciona las Misiones Pedagógicas, intuye que a Francisco Giner le hubiera gustado... ¿Cuál fue su primer impulso para ponerse a traducir el Quijote al español actual? Y, en el otro extremo, ¿qué le hizo darlo por terminado, y decirse "Yo más ya no puedo"? ¿Aspira a que su Quijote se convierta en libro de texto?-La relación tormentosa que tienen los españoles con el Quijote procede en parte de que ha sido un libro de texto, como las matemáticas. Algo que se les ha obligado a leer a los alumnos, no que estos hayan leído por gusto. Y no guardan un buen recuerdo. Y el Quijote debe volver a ser un libro leído, tanto o más que un libro de estudio. Cualquier amante de Cervantes aspira a que se lea el Quijote en su versión original en buenas ediciones o traducido en buenas traducciones. Y el que quiera y pueda leerlo en versión original, con o sin notas, puede seguir haciéndolo. No veo dónde está el problema. El único problema, al menos para mí, fue decir "basta, hasta aquí he llegado". Es cuando advierte uno que puede estructurar el delirio, y perder el juicio, como don Quijote. Porque uno puede poner fin a un libro propio, pero nunca a una traducción.
- Vargas Llosa recuerda en el prólogo de su libro la polémica suscitada en Francia cuando Malraux mandó limpiar todos los edificios clásicos de París, y dice que "no me sorprendería que hubiera una polémica semejante con la audaz empresa de Trapiello". Pero aquí no ha habido mucha, demasiado poca. Me parece un poco desconsolador y reflejo del poco interés general por la cultura. ¿A usted no le parece un mal síntoma?
-En Inglaterra y en Francia no hubo tampoco una especial polémica cuando tradujeron al inglés y francés actuales a Shakespeare o Montaigne. Nadie lo achacó allí al poco interés por la cultura. Al contrario, todo el mundo admitió que se trataba no sólo de algo necesario, sino de algo que sumaba, no que restaba. Y se alegraron, como es natural. ¿Cómo no alegrarnos de que miles de lectores puedan leer por fin el Quijote? No hacerlo sí que sería un pésimo síntoma.
El de Rico me ha servido de pauta
- Lo ha llevado muy en secreto, dice que el principal criterio ha sido la intuición, pero ¿ha consultado con los principales especialistas, ¿no?-En realidad lo que he dicho es que cuando no disponía de otros medios para resolver algún pasaje peliagudo, me he fiado de la intuición, como haría cualquiera. Y desde luego que he consultado con los principales especialistas. Qué pregunta. Ni yo ni nadie puede leer ese libro sin las notas que a lo largo de cuatrocientos años han tenido que añadirse al texto original. Yo he tenido en cuenta a muchos, a algunos ya muertos, fundamentales, como Hartzenbusch, Rodríguez Marín o Martín de Riquer, y a otros, vivos, como Blecua o Rico. La edición de este último, muy rigurosa filológicamente, es la que me ha servido de pauta, y a él personalmente debo muchos buenos consejos y cautelas en el último tramo de mi trabajo. Por ejemplo, Cervantes es "leísta" y me convenció de que debía corregirlo.
-En su conjunto, ¿qué pasaje le ha hecho dudar más, con cuál se ha detenido más tiempo?
-Sin lugar a dudas, el primer capítulo. Sólo el primer párrafo cuenta en todas las ediciones con más de veinte notas al pie. Me ha divertido mucho ver poner el grito en el cielo a algunos al llegar a "los de lanza en astillero". Lo primero que me preguntó Rico fue precisamente eso: "¿cómo has traducido astillero?". Él sabe que la traducción del Drae es vaga: "percha". Pero ¿de dónde se va a colgar un astil? ¿De las orejas? Si yo he traducido "de los de lanza ya olvidada" es porque no encontré una palabra mejor (manejé unas treinta; el astillero debía de ser algo parecido al palillero de los billares) y porque ese era el sentido que quiere darle Cervantes a la expresión.
-¿Qué gana y qué pierde su Quijote en comparación con el de Rico o el de Pérez-Reverte?
-El Quijote de Rico es más o menos el de Cervantes (el Quijote de 1605 y 1616 se parece al que llamamos original menos de lo que la gente cree: se publicó sin párrafos, sin guiones de diálogos, con infinitas erratas y docenas de frases, giros y sentidos incomprensibles; nadie en su sano juicio querría hoy leer "el original"); el de Pérez-Reverte es una reducción del texto, del que se ha suprimido casi la mitad y no se ha retocado apenas, y la mía es una traducción. No es "mi" Quijote. Es una traducción del Quijote, íntegra y fielmente, como se lee en la cubierta. Los que quieran leer un resumen leerán el de Pérez-Reverte, los que quieran leer el original leerán el de Rico o el de otro, y el que quiera leer el libro tal y como lo lee un lector japonés, francés o inglés actual, leerá una traducción, esta u otra de las que vengan.
Hasta ahora, muchos se tomaban su lectura como el viaje a la Meca, algo que un español debe hacer al menos una vez en la vida"
Como un viaje a La Meca
-¿Cuál es, en fin, la principal sorpresa que depara la lectura del libro al lector poco avezado?-Si hablamos de esta traducción, la sorpresa principal es la de que pueden leer el libro sin tropiezos, según me dicen, con un grado alto de comprensión lectora y sin menoscabo del lenguaje de Cervantes, incluso de su musicalidad. Y no tanto por mérito mío, insisto. Hasta ahora muchos se tomaban su lectura como el viaje a la Meca, algo que un español debe hacer al menos una vez en la vida. Ocho de cada diez españoles no han viajado a él nunca y de los otros, muchos no han repetido la experiencia, demasiado ardua. Si ahora pueden hacerlo, incluso repetirlo, ¿quién se lo impedirá? Y sobre todo hemos de preguntarnos: ¿Qué razones existen para impedirlo, y quién querría impedirlo? Y ahí es donde entran en escena las Misiones Pedagógicas: la cultura o está viva o no es nada; los libros se escribieron para leerse. Incluso en traducciones.