Nélida Piñon. Foto: F.D. Quijano.
Siempre y en todo lugar la familia ha sido algo sagrado. Raíz, alimento, refugio, identidad. Por eso resulta inquietante leer La camisa del marido (Alfaguara), la vuelta de Nélida Piñon al género del cuento. La escritora brasileña (Río de Janeiro, 1937), galardonada en 2005 con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, aborda en este conjunto de relatos "todos los tipos de familia", pero sobre todo los más oscuros. Familias regidas por el odio, el desprecio, la tiranía y la humillación, herederas y transmisoras de violencia. Lo vemos sobre todo en el primer relato, que da título al libro y que comienza y acaba con un crimen. En este cuento la familia es el escenario de una interminable batalla por el poder, y sucede lo mismo en "La mujer de mi padre", donde la disputa por la herencia, como en tantos casos reales, conlleva el estallido de un conflicto que hasta entonces había permanecido en la sombra."La familia es así: nos da alegrías, pero también nos mata", dice uno de los personajes. Y aquí surge el segundo gran tema del libro: el ansia de escapar y la imaginación como tabla de salvación. "No se puede escapar de la familia, de los núcleos, de los conglomerados, de los asentamientos, de las tribus. Nos envenenan pero también nos transmiten informaciones preciosas, nos enseñan, nos indican caminos. No sólo somos el producto de nuestra familia, sino que además, la utilizamos como modelo, queramos o no, cuando construimos una nueva", opina la escritora.
Dice Piñon que esto lo percibe uno, sobre todo, con la edad: "Llega un momento en que te das cuenta de que has asumido posturas que pensabas no tener, reglas y normas propias de tu familia. Incluso tienes gestos que no son propios, sino de tus padres o abuelos. En ese momento te das cuenta de que estás cargado de memoria, no solo la de tu vida, sino la que has heredado". En este sentido, la escritora considera que existe una memoria personal y una memoria "arcaica" que se transmite de generación en generación "por una vía misteriosa". Además, por medio de la lectura, asumimos la memoria de toda la humanidad. "Yo tengo la sensación de haber estado en la Antigua Grecia, en las tiendas del desierto, en todas partes", asegura la escritora.
Esta "memoria arcaica" o heredada es, según ella, la que nos permite identificarnos con las historias del pasado. "Por eso creo cada vez más que los personajes son arquetipos, esa es la razón por la que Don Quijote puede ser leído en la China". Precisamente, uno de los nueve relatos de su nuevo libro toma como punto de partida un pasaje de la novela de Cervantes. En él, Sancho asiste al soliloquio de Maritornes, la sirvienta que don Quijote confundió con su idealizada Dulcinea. Al principio, la joven se siente humillada porque piensa que el hidalgo se burla de ella al darle trato de alta señora, pero al final puede más el halago que la duda y, tomando sus escasas posesiones, se une a la aventura de don Quijote y Sancho, formando también una peculiar familia.
La camisa del marido es un compendio de todos los sentimientos que rigen las relaciones personales: del amor al odio, pasando por los celos, la compasión, el deseo, la dependencia y el miedo. Piñon los ha escrito como si se tratara de una enciclopedia de afectos que remata con un epílogo protagonizado por Luís de Camoens (1524-1580), uno de los mayores poetas en lengua portuguesa. En ese relato, titulado "La desdicha de la lira", nos presenta al escritor al final de su vida, despojado de ilusiones. La autora considera que el tema de este cuento es también la familia, precisamente por el peso de su ausencia. "Con la vejez la familia ya no importa, te quedas solo frente a la muerte y te preparas, mejor o peor, para enfrentar tu destierro definitivo".
La imaginación es un elemento vital en los personajes de Nélida Piñon, y en este libro queda de manifiesto en "El tren", donde un padre inventa para su familia un viaje ficticio por todo el mundo a bordo de un viejo vagón abandonado. La fantasía se convierte así en un acto de heroísmo y en motor de la cohesión familiar (porque no todas las familias están podridas en este libro). La imaginación es, además, un requisito indispensable para cualquier escritor. Para Piñon, la buena literatura nace de una combinación de vivencias personales e imaginación.
Ha tardado varios años en completar este ramillete de cuentos porque es muy perfeccionista. "Yo termino el texto y luego vuelvo sobre él muchas veces, aunque reconozco que corregir demasiado el texto entraña el peligro de enfriarlo, de despojarlo de sus virtudes. Hay que respetar las características vitales del texto, hay que descubrir su rostro y darle profundidad".
Piñon va a aprovechar su viaje a España para visitar en el pequeño pueblo de Santa Fe de Dalt, en Lérida, la tumba de su gran amiga Carmen Balcells, recientemente fallecida. "Me dio mucha pena no poder verla por última vez antes de que muriera. Éramos grandes amigas, me ayudó mucho". La agente literaria ha pasado a la historia como una de las grandes artífices del boom latinoamericano, del que Brasil fue excluido. "La literatura brasileña apenas se lee en el mundo, y sobre ella pesa el estigma del exotismo. Además los escritores brasileños nunca han practicado el exilio voluntario, por lo que no han estado presentes en el escenario internacional. No como los hispanos que vivieron en Europa, Vargas Llosa, García Márquez, Carlos Fuentes...". Además, considera la autora que "el Estado brasileño ha sido negligente en el apoyo y la promoción de la cultura. En toda mi vida no he recibido ni una sola ayuda del Estado, y mira que ya no soy criança...". A pesar de este desamparo institucional, cree que la vida literaria ha florecido en Brasil en los últimos años y que el relevo generacional está garantizado.
Como miembro y expresidenta de la Academia Brasileña de las Letras, Piñon considera que el mayor reto del idioma portugués no estriba en su expansión en número de hablantes, sino en la educación lingüística de sus 200 millones de usuarios. "Las academias están para evitar el empobrecimiento de la lengua, ya que este implica un empobrecimiento del pensamiento". Descendiente de gallegos, la escritora siente mucho afecto por las lenguas gallega y española, un sentimiento que se ensanchó con la concesión del Premio Príncipe de Asturias de las Letras hace diez años. Después de ella se le ha concedido a varios autores que están ahora en las quinielas para recibir el Nobel de 2015 este jueves, pero Piñon no presta mucha atención a las especulaciones. "No me interesa mucho el tema, lo importante es que se lo concedan a un buen escritor, algo que no ocurre siempre, y que el premio sirva para crear nuevos lectores de su obra".
@FDQuijano