Image: Los samuráis de Coria del Río

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Letras

Los samuráis de Coria del Río

29 abril, 2016 02:00

Dibujo de la época de asekura Tsunenaga, el samurái que llegó a Sevilla

En 1614 una veintena de japoneses llegaron al puerto de Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz. En su camino al Vaticano recorrieron Sevilla, Madrid y Barcelona. Algunos se quedaron en Coria del Río, y hoy 600 de sus vecinos se apellidan Japón. John J. Healey novela en El samurái de Sevilla (La Esfera de los Libros) parte de aquella expedición insólita.

Tenía nueve años cuando su padre le llevó, una noche, a un legendario pub neoyorquino llamado Toots Shor's, del que eran clientes habituales las principales celebrities del momento. John J. Healey (Nueva York, 1950) recuerda que levantó la vista y se encontró con el mismísimo Ernest Hemingway, a quien acompañaba Gary Cooper. Su padre se los presentó. "Solo recuerdo que Hemingway me dijo que cuando fuera mayor debía ir a España", cuenta el escritor estadounidense.

Años después haría caso al autor de Adiós a las armas, y en 1969 volaría por primera vez a nuestro país. Fue directo a Andalucía, en donde conoció a Gerald Brenan: "Me dejó su primera edición del Ulises para que lo leyera, aunque no me dejaba sacarla de su casa". Desde entonces pasa largas temporadas en España, y de su amor por este país surgió en 1998 Federico García Lorca: un retrato de familia, un documental sobre la vida del poeta granadino.

Cuarenta y cinco años después de aquel primer viaje epifánico, en otro local, ahora un restaurante del Mercado de Antón Martín, en Madrid, Healey escuchó por vez primera la exótica historia de la Embajada Keicho. Precisamente en 2014 se cumplieron cuatrocientos años de aquella aventura insólita. "En cuanto escuché la historia supe que haría una novela basada en ella", dice Healey. Esa novela, titulada El samurái de Sevilla (La Esfera de los Libros), llega ahora a las librerías.

1614. Veintidós samuráis llegan al puerto de Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz, tras un largo viaje por el Pacífico, incluida parada en el virreinato de Nueva España -con llegada a Acapulco y partida desde Veracruz-, y un largo y accidentado trayecto por el Caribe y el Atlántico. Comanda la expedición Hasekura Tsunenaga, al que en España bautizarán como Felipe Francisco de Fachicura. Aquel samurái nipón -llegado del Japón de la época ‘Namban', y enviado por el poderoso señor feudal de Sendai, Date Matasune, "el tuerto"- anduvo por aquí un tiempo, paseándose por las calles de Sevilla, Madrid y Barcelona en pleno Siglo de Oro.

Comercio a cambio de curas

La misión diplomática de Hasekura había salido un año antes de Japón con la intención de llegar a España, entonces potencia hegemónica, de paso hacia el Vaticano. La intención de Matasune era entablar relaciones diplomáticas con el Papa de Roma, pero también lograr que Felipe III le permitiera comerciar con Nueva España. Con el rey español se reunieron en enero de 1615, y con el Papa Pablo V, once meses después.

"El motivo de la expedición japonesa fue uno muy práctico -relata Healey-. Después de un terremoto, el mercado interno japonés quedó muy dañado y un franciscano, un sevillano que predicaba en Sendai, les convenció que en Nueva España encontrarían unos mercados nuevos maravillosos". Los japoneses tenían una oferta que hacer al rey de España: si éste les abría las puertas del comercio, ellos dejarían entrar a más sacerdotes católicos en su país. "Hay que decir que la empresa no dio los frutos deseados", añade el escritor y documentalista.

El motivo de la expedición japonesa era abrir nuevas vías comerciales", cuenta Healey

El fraile que recomendó esa expedición -la primera en que un japonés atravesaba el Pacífico- era Luis Sotelo, cuya vida merecería una novela aparte: él en realidad tenía sus propios intereses; entre ellos crear, con permiso del Papa, una diócesis en el norte de Japón, de la que sería obispo. Por eso recomendó emprender la expedición, y por eso se enroló en ella. Junto al resto de samuráis, Luis Sotelo retornó a Filipinas en 1618 y de ahí fue a Nueva España. Pero tuvo la mala fortuna de que, mientras estaba de misiones diplomáticas por el mundo, el gobierno japonés decretó la prohibición del cristianismo, por lo que, de vuelta en Japón, fue encarcelado y más tarde quemado vivo junto a otros dos monjes franciscanos. El Papa Pío IX le beatificó en 1867.

600 sevillanos apellidados Japón

No está probado, pero no son pocos los historiadores que sostienen que en la expedición japonesa está el origen del apellido Japón, que hoy llevan en su DNI unos seiscientos vecinos de Coria del Río: ellos serían los descendientes de los japoneses que se quedaron en la localidad sevillana huyendo de las persecuciones religiosas que se habían desencadenado en su país. Lo que está claro es que hasta Coria del Río -en donde hay una estatua del samurái Hasekura- había llegado la expedición remontando el Guadalquivir, y que desde allí, por tierra, llegó a Sevilla, Madrid y Barcelona, desde donde partió a Roma, rumbo al Vaticano.

Healey mezcla realidad y ficción para ilustrar el choque cultural entre sevillanos y nipones; e imagina, en aquella Sevilla de aires barrocos, una historia de amor entre el personaje inventado del samurái Shiro y "una joven sevillana malcasada con un aristócrata de poco fiar". Dice el escritor que el libro surge de "un doble interés por explorar las culturas japonesa y española". "La historia es alucinante", comenta entusiasmado. "Quería escribir una historia de aventuras que fuera divertida, amena, conmovedora y un poco irónica. Me guiaba por el tipo de cuento que a mí me hubiera gustado leer sobre el tema".

A su llegada a España, el samurái Shiro (se cree que se quedaron en los alrededores de Sevilla al menos cinco de aquellos samuráis) entra en contacto con el duque de Medina Sidonia, y se gana el apoyo de Felipe III y del duque de Lerma. Además de éstos, desfilan por la novela otros personajes históricos como Miguel de Cervantes o Galileo Galilei, en cuyas célebres vidas, dice el autor, ha querido tan solo inspirarse ("interpretarlas a mi manera", apunta), para escribir esta novela histórica de aventuras.

@albertogordom