Carlos Franz

Carlos Franz presenta en España Si te vieras con mis ojos, Premio Bienal de novela Mario Vargas Llosa

Dice Carlos Franz (1959) que el motivo por el que ha escrito Si te vieras con mis ojos, novela que publica Alfaguara, es que sentía la necesidad de reflexionar sobre sus propias experiencias eróticas y amorosas. Esta pulsión romántica de repente conectó con una historia que llevaba tiempo investigando, la del paso del pintor viajero Johann Moritz Rugendas por el Chile de mediados del siglo XIX y la tormentosa relación que estableció con Carmen Arriagada, la mujer de un terrateniente local.



Jugando a dibujar sobre las sombras del pasado, el escritor chileno ha huido de la novela histórica para imaginar un cuadrángulo amoroso en el que el cuarto vértice está ocupado por Charles Darwin, amarrado en aquel momento con el Beagle en el puerto de Valparaíso. Esta coincidencia histórica, que realmente se produjo, permite al escritor chileno enfrentar dos maneras opuestas de ver la vida y, por supuesto, el amor. La pasión del pintor romántico contra la razón del científico naturalista. Y lo hace otorgándole la voz a Carmen, una mujer inteligente, aventurera, indomable y curiosa, que trata de encontrarse a si misma en la mirada del pintor. El jurado del Premio Bienal Mario Vargas Llosa, que concedió el galardón a esta novela hace menos de un mes, destacó precisamente "la creación" de este "personaje femenino", dotado de una "gran complejidad, significación y capacidad de articular esas dos dicotomías" que representan Darwin y Rugendas.



P.- ¿En algún momento temió caer en el anacronismo con el personaje de Carmen?

R.- No. Nuestra época, como todos los futuros, es arrogante y siempre pensamos que el pasado fue muy inferior. Pero el pasado es el pasado y tenía sus propias reglas. En la novela incluí algunos casos históricos, no solo el de Carmen, para mostrar que la vida erótica de esa época en el fin del mundo tenía, por ejemplo, una gran variedad de posibilidades. El hombre más poderoso de Chile en aquella época, el ministro Diego Portales, era un gran mujeriego y lo era a la vista de la pacata sociedad de su tiempo. Siempre pensamos que nuestro grado de libertad respecto a las costumbres es muy superior al que existía antes que nosotros, pero no tenemos más libertad en la materia de la que tenían los romanos en el siglo I.



P.- ¿Cómo era realmente la situación de la mujer en el Chile del siglo XIX? R.- Normalmente nos parece que era una situación mucho más desmedrada que la que tenemos hoy, y en muchos aspectos lo era. Sin embargo, no hay que olvidar que a toda represión le corresponde una liberación o una resistencia de igual intensidad. En las sociedades hispanoamericanas que nacían tras la independencia se produjo un vacío de poder pero no solo político o social, también sexual. Muchos hombres se habían ido a una guerra que parecía infinita por las posteriores conflictos internos. Muchos murieron y otros quedaron baldados como el marido de Carmen. Ese vacío de poder sexual fue colmado mediante la liberación femenina que representa Carmen. Ella desea un amor verdadero, no el amor que la sociedad ha decidido que debe tener.



P.- ¿Cómo descubrió la historia de amor entre Johann Moritz Rugendas y Carmen Arriagada?

R.- Rugendas retrató varios países latinoamericanos en el momento de su fundación y me interesaba su testimonio como pintor. Luego descubrí esa historia de amor adultero con Carmen en Chile y me pareció fascinante. Curiosamente no había sido novelada, a pesar de que los novelistas históricos andan siempre a la caza de temas de esta índole. Finalmente, decidí abordar esta historia porque me permitía escribir una novela de amor. En aquel momento creía que había llegado el momento de reflexionar sobre mis propias experiencias eróticas y amorosas.



P.- ¿Cuáles son las fuentes que establecen esta relación entre Rugendas y Carmen?

R.- Mantuvieron una intensa correspondencia secreta como amantes. Ella en algún momento destruyó las cartas pero Rugendas las conservó toda su vida. En torno a 1950 un heredero del pintor encontró en un baúl 235 cartas de Carmen, que se publicaron en el año 60. Con ellas descubrimos que teníamos en Chile a una escritora epistolar de extraordinaria calidad. No solo hablaba de este amor sino que también hay reflexiones sobre lecturas, política...



P.- ¿Cuándo vislumbró a Darwin como personaje de la novela?

R.- Me demoro bastante en escribir mis libros. Sin ir más lejos, estuve investigando sobre esta historia a lo largo de 20 años. En algún momento descubrí que Rugendas llegó a Chile el mismo mes de 1844 en el que el Beagle, con Darwin a bordo, arribaba en el puerto de Valparaíso. Me pareció natural que se hubieran conocido y en algún momento pensé que era el elemento que me faltaba para romper ese triángulo amoroso pasional de un adulterio. El adulterio ofrece pocas perspectivas originales y la inclusión de Darwin lo trasformó en un cuadrángulo, totalmente inventado por otra parte.



P.- Lo curioso es que Rugendas y Darwin son polos totalmente opuestos...

R.- Rugendas es el pintor romántico, el gran sentimental, y Darwin es el científico naturalista, el gran racional. Este último mira al amor como simple reproducción, una especie de engaño de la naturaleza para inducirnos a la reproducción. Además es un hombre pacato que había estudiado Teología en Cambridge para ser cura anglicano o vicario rural. Estos juicios, o prejuicios, le llevan a chocar de frente con su rival.



P.- ¿Cómo fue trabajar con un personaje tan célebre?

R.- Fue difícil porque entre todos los personajes célebres del siglo XIX Darwin es de los más estudiados. Además se conservan infinidad de detalles sobre su vida, la documentación es exhaustiva al respecto. Darwin llevó una existencia de lo más aburrida, a excepción del viaje del Beagle. Vivió recluido en su casa, estudiando, investigando, escribiendo sus libros científicos, siempre con un rigor espantoso. Su vida dejaba poco espacio para inventar pero justamente a su paso por Chile hay una pequeña rendija por la que colarse. Durante un misterioso mes estuvo enfermo en Valparaíso, y no se sabe que le pasó. Además en su diario de campo hay un día perdido, algo extraordinario para su rigor. Son pequeñeces pero el supersticioso que también es el novelista ve ahí una oportunidad para inventar sin prejuicios. Aunque a mí no me interesa la fidelidad histórica.



P.- El espíritu romántico contra el espíritu científico... ¿En qué bando se posiciona usted?

R.- Los novelistas no deben posicionarse. El tipo de novelista que yo quiero ser es a la vez romántico y científico. Romántico porque le gusta narrar emociones, sentimientos y sensibilidad además de peripecias, hechos o situaciones. Pero esto hay que someterlo a un control racional que nos permita estructurar la obra, armar un argumento, dar coherencia a los personajes... Además en esta novela no puedo tomar partido porque también mis sentimientos están divididos. En mi vida he tenido grandes pasiones amorosas pero no he dejado de aspirar a la estabilidad. El problema es que si forzamos la pasión se convierte en rutina y se desnaturaliza.



P.- En el libro hay escenas de elevada carga erótica. ¿Existe un límite al respecto?

R.- En la propia novela hay pasajes que reflexionan sobre esto. Neruda decía que "quién huye del mal gusto acaba en el hielo" y me gusta seguir esa regla. Prefiero arriesgarme al mal gusto para no quedarme en el hielo. Creo que soy capaz de escribir pasajes o escenas de muy buen gusto pero si son fríos no me interesan demasiado. Prefiero correr el riesgo de que una escena erótica se acerque a la pornografía a que sea aburrida y no excite a nadie.



P.- ¿Qué relación establece la novela con la historia?

R.- Le doy predominancia a la invención. En toda novela uno siempre fija ciertas reglas del juego. Si la novela tiene un trasfondo histórico las reglas del juego evidentemente se complican, pero esto lo hace más entretenido. En su momento decidí que todo el trasfondo y el escenario tenían que ser más o menos verídicos. Por otro lado lo que fuera inventado tenía que ser verosímil aunque no necesariamente verídico. Alguien podría decir que la escena del terremoto en el Aconcagua es demasiado. Pero el caso es que en Chile hay terremotos y no todos se registraron debidamente en el siglo XIX. Lo cierto es que pudo ocurrir pero la propia novela pone en duda que haya ocurrido.



P.- ¿Qué ha significado para usted que le otorgaran el Premio II Bienal Mario Vargas Llosa?

R.- Una enorme alegría. Me siento muy orgulloso. Es un premio que se da a la mejor novela publicada en español, en toda la órbita de nuestro idioma, en los dos últimos años. Y por otro lado lleva el nombre de Mario Vargas Llosa, uno de los escritores que más ha influido en mi generación y en mi propio trabajo. Admiro enormemente la obra de Vargas Llosa, todavía no me recupero del susto.



P.- ¿Qué cree que es lo más importante en la obra del Nobel peruano?

R.- Es un escritor muy variado. Entre los escritores del boom admiro por diferentes motivos a García Márquez, a Carlos Fuentes, a Julio Cortázar... Pero entre ellos el modelo de escritor de Vargas Llosa es el que a mí me resulta más cercano. Es el modelo de escritor que ensaya todo tipo de temas con todo tipo de recursos. Me gusta precisamente eso, la idea de ir variando mis recursos, mis aproximaciones, mis estilos, mis temas...



@JavierYusteTosi