Matthieu Ricard. Foto: Archivo
Lo que aquí se pretende es mostrar que el altruismo beneficia tanto a los seres humanos como a la Tierra en su conjunto. Atreverse al altruismo ha sido la consigna de Matthieu Ricard (Aix-les Bains, Francia, 1946), desde que viajó por primera vez a la India en 1967 y en 1972 se traslada desde París al Himalaya para formarse como monje budista tibetano. Atrás quedaba su doctorado en genética celular realizado en el Instituto Pasteur de la capital de Francia, bajo la dirección del premio Nobel en medicina François Jacob.Hijo del conocido y polémico Jean-Francois Revel (1924-2006) y de una pintora de fama, Yahne Le Toumelin, Ricard parecía predestinado a tener una vida cómoda y brillante en una Francia que atravesaba sus mejores décadas del siglo XX. No en vano su padre (Revel es un seudónimo), miembro de la prestigiosa Academia Francesa, era un héroe de la Resistencia y un intelectual muy presente en los medios de comunicación y en los escaparates de las librerías. Por su casa pasaban Luis Buñuel, Stravinski o Henri Cartier-Bresson entre otras luminarias de un Paris en ebullición.
Ese es el mundo que abandona un muchacho que intuye una humanidad mejor. Durante trece años será un aplicado discípulo del reputado maestro tibetano Dilgo Khyentse Rinpoche. Introducido en la austera vida de meditación y aprendizaje del monasterio de Shechen en Nepal, se convertirá en el acompañante y traductor al francés del Dalai Lama en sus viajes por la zona francófona. Mitterrand condecora a Ricard con la Orden Nacional Francesa.
Sus primeros libros son de fotografía, dedicados a recoger la belleza del Himalaya, la vida de oración y trabajo de los monjes budistas. Al mismo tiempo, comienza una carrera de escritor y conferenciante que no pasa de círculos de iniciados. Sin embargo, en 1997, el libro escrito con su padre, El monje y el filósofo (Kairós, 1998), se convierte en un éxito planetario y es traducido a veintiún idiomas.
Del diálogo entre un padre ateo y un hijo monje budista sobre las grandes preocupaciones del ser humano se llevan vendidos más de trescientos mil ejemplares. Apoyado en este éxito, Ricard ha producido una extensa obra en la que difunde la creencia budista en un mundo más armónico y feliz. Su permanente sonrisa en imágenes y en actos públicos le han valido el calificativo de "el hombre más feliz del mundo".
Este volumen fue inicialmente concebido para evidenciar que el altruismo verdadero existe y que, además, desempeña un papel crucial en casi todas las dimensiones de nuestras vidas. Existe y debemos fomentarlo. A lo largo de los cinco años de preparación del libro, Ricard se documentó y entrevistó a numerosos expertos.Ricard contempla el altruismo como la clave de la solución a las crisis sociales, económicas y ecológicas
Mientras armaba su texto, percibió que las fuerzas opuestas al altruismo eran tan numerosas que se hacía necesaria una revisión crítica. La potente presencia en la sociedad actual de posturas como el narcisismo, el egocentrismo, la desvalorización del otro, la violencia o ciertas teorías justificatorias del egoísmo debían ser desmontadas argumentalmente. Al mismo tiempo, Ricard se empeña en el intento de contemplar el altruismo como la clave de la solución a las crisis que atravesamos en la actualidad: sociales, económicas y ecológicas.
El altruismo como palanca de mejora puede ser cultivado por el propio individuo. Ahí es donde todo comienza. El altruismo, integrado en la experiencia de la vida cotidiana, merece ser enseñado en las escuelas a través de los mecanismos de cooperación y de las instituciones que respetan los derechos de cada uno. Al mismo tiempo, la economía y la política no deben reducirse al ejercicio del estricto interés personal o nacional. Se hace imprescindible tener en cuenta el grado de conservación del planeta que les tocará en suerte a las generaciones futuras.
Estamos ante una obra de madurez en la que se celebran la compasión, el amor y los valores humanos como componentes claves del altruismo y la cooperación. En estas páginas, se pueden rastrear las viejas enseñanzas de los maestros espirituales del autor y las contribuciones de los científicos tratados a lo largo de los años por Ricard.
Numerosos etólogos, psicólogos, neurólogos, ecólogos, economistas o especialistas en la teoría de la evolución añaden valor al libro con sus obras o sus opiniones. Es el caso de Tania Singer, respetada especialista en la teoría y en el análisis experimental de la compasión. Sus aportaciones van dejando un rastro indeleble a lo largo y ancho del texto. Lo mismo puede afirmarse de Olga Klimecki, profesora e investigadora en el Centro de Ciencias Afectivas de la Universidad de Ginebra.
Un texto no precisamente breve, pero que resulta ágil, accesible, muy pedagógico y de gran interés
Este cruce de budismo tibetano y de ciencia cognitiva no pesa en la lectura de un texto que no es precisamente breve. El volumen es ágil, accesible y muy pedagógico, una escritura que además de su enorme interés intrínseco está salpicada de ejemplos concretos de altruismo. Casos ejemplares tomados de la vida cotidiana a lo largo y ancho del planeta.Para dejar claro que el altruismo no es una ingenua utopía, Ricard ha tenido que entrar en liza con los planteamientos que desde Hobbes, Herbert Spencer, Nietzsche, Freud o los ideólogos del ultralibera- lismo contemplan la sociedad como una "jungla feroz y egoísta". Su crítica a planteamientos como el que hace a la popular filósofa afincada en Estados Unidos Ayn Rand ("el altruismo es inmoral") han caído muy mal en sectores neoliberales.
Del mismo modo, su posición contraria a las afirmaciones del millonario S. Forbes en contra de la necesidad de cuidar y respetar el medio ambiente ha causado cierta alarma en sectores conservadores. Ricard no acepta el pesimismo de Freud sobre el niño y el ser humano en general y traza una línea que desde Hume pasa por Rousseau y llega hasta Einstein, para continuar con los trabajos sobre altruismo y cooperación realizados en el Instituto Max Planck de Leipzig sobre niños y grandes mamíferos por Warneken y Tomasello.
Desembarazarse del egocentrismo que demasiado a menudo caracteriza la sociedad actual, practicar la compasión, tiene un primer nivel vinculado a los seres humanos. Algo que, sin embargo, no basta. La empatía debe llegar hasta los animales y, en consecuencia, replantear el consumo de carne. Las páginas de este volumen en las que Ricard traza el sombrío panorama del maltrato animal tienen su ampliación en un texto posterior, En defensa de los animales, también editado por Kairós.
Ricard no plantea que el altruismo sustituya otras formas de acción social o política. Se trata de una potente herramienta para resolver los desafíos a los que está sometido el mundo actual. Aceptar que el altruismo no es hoy un lujo sino una necesidad.