O la fiesta. O las dos cosas. Comienzan a llegar al Hilton los escritores invitados a la 30ª FIL de Guadalajara. El lobby del hotel se mueve constantemente al paso de las escritoras reconocidas por todo el mundo. Y ellos, como hormigas culonas, entran en el comedor a desayunar con porte de príncipes recién levantados del sueño. Tuve hoy la suerte de dar la bienvenida a mi amiga Nélida Piñón, con quien desayuné a buena hora de la mañana. La Gran Señora de la literatura brasileira ha sido muy madrugadora en este edición ferial. Hablamos de todo. De Trump, por ejemplo, que es una constante en la conversación de la gente, en cantinas, bares, terrazas y restaurantes. Y en desayunos. Le cuento a Nélida Piñón que ya hay un mexicano bromista, o no tan bromista, vaya uno a saber, que se ha ofrecido al presidente electo de los Estados Unidos para poner todo el cemento del muro que Trump amenazó en campaña que iba a construir nada más llegar a la Presidencia. A ver si es capaz, dicen en México, y le cuento a Nélida Piñón esta mañana. A ver si es capaz de hacerlo. Mientras tanto, algunos siguen recordando que el presidente Peña Nieto invitó a Trump cuando el rubio-naranja se lanzó a su despavorida campaña electoral.



Desde entonces a hoy, el peso mexicano, la moneda nacional ha bajado casi la mitad: de 13 pesos por un dólar a 21 por dólar. Y sigue la lucha. El chiste de la calle: que Peña Nieto ha comprado ya los ladrillos para el muro y que se ha puesto del otro lado de la frontera. La frontera norte que hace no menos de dos siglos era territorio mexicano y no gringo, y hoy es territorio de narco. Y ahí están los novelistas, Martín Solares y otros tan jóvenes como él, invitado junto a otros muchos a exponer en la Feria los cuentos de los narcos. Monterrey hace ocho años era una selva. Ahora lo es Ciudad Juárez. Tijuana otro tanto. El Norte materia violenta, territorio novelesco, como fue siempre la frontera, que ahora vuelve con más fuerza que nunca a la literatura, aunque mordida por el cine y las series de televisión.



En un aparte hablamos un grupo de invitados del regreso de David Lynch y su Twin Peaks a las pantallas de la televisión. Durante las temporadas primeras, hace ya algunos años, el éxito no se hizo esperar y Lynch desarrolló laberintos narrativos que lo llevaron al final al objetivo del principio: saber quién mató a Laura Palmer. Aquí, en México, y en toda América Latina, y desgraciadamente en todo el mundo desaparecen mujeres, se viola a mujeres, se abusa de mujeres como si fueran objeto de canje o carga. Muchas de las batallas contra los violadores y abusadores se llevan a cabo en silencio porque los medios no se hacen cargo de la magnitud del hecho, que va en aumento, o sólo se ocupan de él en un tono sensacionalista y amarillista.



Recuerdo que cuando Twin Peaks se hizo famosa mundialmente, Cabrera Infante, cinéfilo empedernido, hizo unas declaraciones a la ya desaparecida revista El Paseante. Allí, el escritor cubano lo dijo sin matices: que el Twin Peaks de David Lynch era "Santuario" y su director el nuevo Faulkner de la serie televisiva. Mi criterio sobre esta serie que conozco tan bien y admiro hasta más no poder, es que sin la fantástica e inquietante música de Baladamendi el arrollador triunfo de la serie no hubiera sido lo mismo. Aunque el loco de Lynch estuvo ahí más firme y loco que nunca. Veremos a ver cómo vienen los nuevos capítulos, un filón para los escritores, jóvenes y viejos, que van llegando al Hilton a registrarse en sus habitaciones. Digo que es un filón porque soy de una idea: lo que no es tradición es plagio. Y si no es ninguna de las dos cosas, no hay esencia literaria.



Entre los madrugadores, escritores y escritoras, paseantes y exhibidores, editores y burócratas del mundo de la edición, hay de todo. De todo se duda, de cada uno de los proyectos por hacer o ya en lontananza de espejismo, menos de una cosa: la FIL, el mayor espectáculo del mundo editorial en español. La cosa empezó hace treinta años hasta que ha crecido descomunalmente y convertido en una cita obligada de entrecruza innato de criterio y opiniones. Y, claro, pongamos que se hable de Madrid, porque Madrid es la invitada de honor en la próxima Feria, la de 2017. Tiemblo al pensar lo que no vamos a ser capaces de hacer. La alcaldesa Carmena viene a recoger el testigo y habrá también una fiesta en el Distrito Federal en la que el anfitrión será el embajador de España. Bien. De acuerdo. Pero hagamos las cosas bien desde el principio. De todo se sale, de todo, menos de una cosa: del ridículo. Seamos serios. Pongámonos a trabajar desde ahora mismo.