Eduardo Mendoza: "Se está perdiendo la literatura en favor de la lectura"
El escritor, recién galardonado con el Premio Cervantes, rechaza el enfoque "enrollao" con el que inútilmente se intenta fomentar la literatura en las aulas
21 abril, 2017 02:00Eduardo Mendoza y Fernando Benzo. Foto: F. D. Q.
Minutos antes de recoger el Premio Cervantes este jueves, decía Eduardo Mendoza que no es "persona de actos públicos". Aunque agradece a cada instante el premio y los agasajos que está recibiendo con su característica bonhomía, se le hace cuesta arriba estar mucho rato con las miradas y los focos encima. "En los últimos días he dormido entre 20 y 25 minutos", ha confesado este viernes por la mañana en un distendido encuentro con la prensa y con el secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, en la Biblioteca Nacional. Pasado el trance de la ceremonia oficial y cambiado el chaqué por americana gris y corbata, se le veía más relajado, hundido en un mullido sillón, contestando amable e irónico a las preguntas de la concurrencia.En su papel de anfitrión, Benzo ha abierto la ronda preguntándole, después de varios días de elogios hacia el humor en su escritura, qué le hace reír a él, de dónde bebe su sentido del humor. "Me formé en el humor infantil, en los tebeos de Bruguera, de papel malo y mal impresos pero con un contenido maravilloso, con esos personajes extraordinarios con nombres que tanto me han influido después a la hora de nombrar yo a los míos", ha explicado. El reporter Tribulete, la familia Cebolleta y las hermanas Gilda son algunos de los que ocupan un lugar destacado en su memoria, y especialmente Cucufato Pi, un tipo bajito pero conquistador que intentaba seducir a las chicas con "un lenguaje sacado del Siglo de Oro" en unos lances que siempre acababan con paraguazos por parte de las cortejadas. También fueron cruciales para forjar el humor de Mendoza el cine de Buster Keaton, Harold LLoyd, Charlie Chaplin o los hermanos Marx. De estos últimos dice que "en versión original son peores". Aquí los doblaba Miguel Mihura y, como muchos chistes eran juegos de palabras intraducibles, el famoso dramaturgo español se inventaba unas bromas surrealistas. "Por eso eran mejores en español. Aquí eran surrealistas; en inglés, simplemente graciosos", opina Mendoza. También ha recordado a Stan Laurel y Oliver Hardy, más conocidos en España como el Gordo y el Flaco, que se doblaban ellos mismos al español "y por eso resultaban más graciosos". Y ya en el terreno de la literatura española, Mendoza destaca el humor de Jardiel Poncela, del citado Mihura ("injustamente olvidado") y de Valle-Inclán.
En el insomnio previo a la recogida del Cervantes influyeron varios factores. Solo un día antes regresó de un viaje a Australia, donde vive uno de sus dos hijos. Al "tremendo cambio horario" se sumó "un miedo horrible" a que algo saliera mal durante la ceremonia. Se imaginaba rodando por la escalera, quedándose mudo justo en el momento de pronunciar su discurso y cosas así. Lo que más le gustó de la ceremonia fueron las intervenciones del ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, y del rey, Felipe VI. Del primero ha destacado que fue "lo que todo escritor quiere oír: las confesiones de un buen lector de su obra". Y del segundo, agradeció su "lección académica" sobre su trayectoria, "lo cual es también una muestra de interés". Lo que menos le gustó fue su propio discurso, "porque ya lo había oído".
El escritor ha recibido varios regalos de manos de Benzo y de parte de la BNE. Entre ellos, enmarcado, el artículo de 1976 en el que Juan García Hortelano elogió La verdad sobre el caso Savolta, una de las primeras críticas literarias aparecidas en el recién nacido diario El País, que hizo que se dispararan las ventas de la obra. Mendoza ha recordado que antes de eso solo había vendido nueve ejemplares de la novela, casi todos entre familiares.
Después del encuentro en la BNE, el 'séquito' de Mendoza se ha desplazado hasta el Instituto Cervantes, donde el autor ha depositado en la Caja de las Letras un legado que permanecerá en secreto y bajo llave durante 20 años. "Es un entierro parcial anticipado, resulta inquietante, pero mi venganza es que nadie sabrá lo que hay en la caja en todos esos años". Está convencido de que para entonces ya habrá muerto. "Prefiero no estar, hay que saber retirarse a tiempo. Si ya soy pesado con 74 años, no quiero ni imaginarme con 94".
Con respecto a su posible entrada en la Real Academia Española, ha contestado que la Academia no elige a sus miembros directamente, sino que "uno se postula". "Nunca he tenido ganas, tendría que venir desde Barcelona o desde Londres, donde paso la mayor parte del año. No tengo nada que aportar y soy muy perezoso. Las responsabilidades que me puedo quitar de encima, me las quito y, si puedo dejar algo para mañana, no lo hago hoy. A veces me dicen 'hombre, pero vendrás y trabajarás'. Pues vaya recomendación".
Las dos caras de Mendoza
La concesión del Cervantes a Mendoza ha sido también un tributo al humor en la literatura, la refutación de que sea un género menor. Pero ¿qué pasa con el Mendoza serio? La verdad sobre el caso Savolta y La ciudad de los prodigios "funcionaron bien", pero reconoce que con otras novelas serias ha "pinchado". Dice haber pasado muchas horas en bibliotecas investigando y documentándose para escribir libros que luego no han tenido éxito. "En cambio, los de humor los escribo rápido, no necesitan documentación y luego se venden como churros". Aun así, se siente obligado a intercalar novelas serias y "divertimentos". "Si solo me dedicara al humor, no me sentiría cómodo", explica.Este fin de semana, Mendoza volverá a Barcelona y estará firmando libros el domingo por la tarde en las celebraciones de Sant Jordi, una fiesta que "en los últimos años se ha vuelto agobiante" por la concentración de tanta gente y tantos actos en tan poco tiempo. Ahora los protagonistas de este tipo de eventos son los personajes famosos que publican libros. "Cocineros, deportistas, escritores de autoayuda y blogueros" son quienes congregan colas más largas en las firmas de libros. "Esto no debe preocuparnos. La literatura tiene un lado serio y un lado festivo, un lado tonto y un lado listo, y está bien que sea así". Estos libros son "un fenómeno de feria, generan largas filas pero tienen una vida muy corta".
Igualmente, Mendoza tampoco se rasga las vestiduras por los bajos índices de lectura que año a año reflejan los informes. "Se está perdiendo la literatura en favor de la lectura, que es una cosa que solo beneficia a la industria editorial", opina. "No es importante que todos lean, sino que algunos lean y lo hagan bien, igual que tiene que haber buenos cocineros pero no hace falta que todo el mundo sepa cocinar perfectamente, o igual que tiene que haber buenos médicos y no que todo el mundo sepa de medicina". Por tanto, reivindica que la asignatura vuelva a ser como antes. No está de acuerdo con esos profesores que intentan vender la lectura "como algo divertido y enrollao". "Hay clásicos aburridísimos que hacen que se te caiga la cabeza cuando los lees, pero son buenísimos y hay que leerlos".
El ganador del Premio Planeta 2010 por Riña de gatos echa balones fuera con elegancia cuando los periodistas intentan tirarle de la lengua para que opine sobre la corrupción política, en estos días en que expresidentes autonómicos son arrestados y hasta el presidente del Gobierno es llamado a declarar como testigo ante los tribunales. ¿Qué pasaría si el extraterrestre de Sin noticias de Gurb aterrizara hoy en Madrid? "Se habría pensado que estaba otra vez en Barcelona", responde el escritor. "Pasa el tiempo, cambian las ciudades, pero sigo viendo lo mismo". De todas maneras, deja bien claro que jamás volverá a la Tierra el entrañable protagonista de aquella novelita que retrató la Barcelona previa a los Juegos Olímipicos del 92 y que sigue siendo uno de sus libros más vendidos. Era aquella una ciudad "alegre, desenfadada y patas arriba" llena de obras públicas, "una ciudad nueva para los propios barceloneses", que se preparaban para acoger aquel importante acontecimiento que fue crucial tras una larga etapa de depresión económica.
Mendoza admite que seguimos "patas arriba" en muchos aspectos, pero es que "vivir es estar patas arriba", y elude esa tarea de convertir la actualidad en novela que quieren encomendarle. "Es al revés. Uno empieza a escribir una novela y la realidad se va colando poco a poco en ella".
@FDQuijano