Mario y Álvaro Vargas Llosa durante la presentación de El estallido del populismo. Foto: Casa de América
El ensayista y periodista Álvaro Vargas Llosa coordina El estallido del populismo (Planeta), un volumen en el que 16 periodistas, historiadores, escritores y politólogos de ambos lados del Atlántico ofrecen una nutrida panorámica sobre los populismos nuevos y viejos que azotan a las sociedades occidentales y de América Latina.
"Este libro es muy oportuno porque el populismo es hoy en día un fenómeno mundial", incide asimismo Mario Vargas Llosa, autor de un prólogo en el que defiende que el populismo es una enfermedad de la propia democracia que puede devorarla desde dentro. "Tras la desintegración del comunismo, del que solo quedan unos pocos restos que ya nadie puede ver como utópicos, el populismo es el gran enemigo de la democracia, que tiene el peligro añadido de que nace en su interior", advierte el Nobel en un acto de presentación celebrado en la Casa de América. "Adopta la máscara de la extrema izquierda o la extrema derecha, un híbrido que utiliza retórica mixta pero cuyas consecuencias evidentes son el socave de la democracia, la destrucción de las instituciones y la absoluta catástrofe económica. El populismo se basa en políticas que sacrifican un futuro a favor de un presente efímero".
La clave del triunfo actual que parece experimentar el populismo en la sociedad nace, para el escritor peruano, de que este "apela a instintos muy arraigados en el ser humano. Cuando hay una revolución mundial como en esta época la globalización, debemos afrontar un futuro incierto, lo imprevisto. Y en este contexto la actitud natural del ser humano es el regreso a la tribu, al nacionalismo, ingrediente clave de todo populismo, y el rechazo de todo lo que es distinto". Los ejemplos de populismo que aborda el libro incluyen a Donald Trump y Marine Le Pen, a los partidarios del Brexit y los dirigentes venezolanos, a Rafael Correa y Evo Morales, a los separatistas de Cataluña o a los jóvenes de Podemos. De izquierdas y de derechas, muy distintos entre sí, todos comparten algunos planteamientos que permiten incluirlos en esa etiqueta. El populismo no es de ahora, pero en pocos momentos han coincidido tantos partidos y gobiernos parcial o plenamente populistas. Llama la atención entre los expertos el caso de las democracias de los países nórdicos, consideradas por todos como democracias operativas y exitosas que están siendo devoradas por la extrema derecha.
Un auge previsible
Esta explosión populista se debe a juicio de Álvaro Vargas Llosa a varias causas que se entrelazan de forma compleja, entre las que destacan "la globalización de las comunicaciones, que tiene la capacidad de difundir también las malas ideas; el debilitamiento de la fe en las instituciones democráticas y en el mercado, que ha creado un vacío de creencias muy fácil de llenar por gente que ofrece soluciones fáciles y una dosis de odio y de ira contra lo establecido; y el fracaso de la clase política y en especial la corrupción, que ha producido lógicamente una reacción", enumera el también escritor. Sin embargo, también asegura que este auge no es algo tan novedoso como nos parece. "Lo que está pasando en Europa y Estados Unidos ya se veía venir desde hace tiempo, pero nadie pensó que esto podría ocurrir en los países avanzados", recuerda. "En Europa no ha habido una conciencia clara de que podía ocurrir, y me parece una ceguera histórica, porque en los años 20 y 30 fue en la Europa civilizada donde prendió el populismo que luego derivó en los fascismos y en el comunismo".Varios de los escritores participantes en el libro durante el acto de presentación
En el populismo europeo entra de lleno el académico chileno Mauricio Rojas, que establece una gran diferencia entre el populismo del norte de Europa y de los Estados Unidos y el populismo Mediterráneo. "En el norte, el votante populista por antonomasia es un individuo que podríamos identificar con el antiguo proletariado: bajo nivel de estudios, edad avanzada, afectado laboralmente por la globalización", explica el político naturalizado sueco tras exiliarse, "sin embargo en países como Grecia o España, el votante cae en el populismo a consecuencia, no de una pérdida de calidad de vida, sino de una frustración de las expectativas en un desarrollo tardío que no se cumplió, por lo que es un votante, joven y con estudios, de clase media o alta, algo incluso opuesto a lo que estos partidos dicen defender, lo que muestra una paradoja de la retórica populista del sur de Europa".Corrupción, puerta abierta
A pesar de las pinceladas sobre Europa, donde también se abordan el Brexit y el caso español, y de un capítulo dedicado al Caso Trump, el bloque más extenso del libro es un recorrido país a país por América Latina, donde el populismo es un mal endémico y secular. Y dentro de este apartado destaca la suerte de Venezuela, paradigma internacional del populismo. En 2002 Álvaro Vargas Llosa escribió un reportaje titulado Frenesí de alicate y cacerola donde ya apuntaba en los inicios del chavismo las funestas consecuencias futuras. "Se podía ver en qué iba a derivar. Los que ya habíamos tenido una experiencia populista lo sabíamos, pero los venezolanos, que venían de cuatro décadas de democracia relativamente estable habían olvidado lo que era el populismo y lo que significaba Chávez", rememora. Por su parte Vargas Llosa padre incide en que "el caso de Venzuela se explica por un gran desencanto de los venezolanos con la democracia, muy azuzado por la corrupción generalizada que sufría la Cuarta República. No debemos olvidar que Chávez se convierte en un caudillo tras un fallido golpe de estado y que los ciudadanos lo votaron hasta cinco veces", valora. "Hoy, por suerte, han aprendido la lección y han descubierto que una democracia, aun imperfecta, siempre es preferible".Discurriendo por estos derroteros, ha saltado a la palestra el tema de España, donde la corrupción es plato diario para la sociedad. "La corrupción, y el desencanto que provoca en el electorado, es una de las grandes puertas por las que entra el populismo", ha recordado Vargas Llosa, que sin embargo ha dicho que se puede atacar la corrupción sin caer en el populismo. Para ello ha puesto el ejemplo de Brasil, donde el movimiento popular "no quiere la destrucción de la democracia sino su purificación. Hartos de la corrupción han salido a la calle para pedir que encierren a los responsables". A juicio del escritor y periodista cubano Carlos Alberto Montaner, "la corrupción es un problema cultural. No es posible encontrar una sociedad con políticos corruptos si en cierta medida la propia sociedad no lo es. Mientras no exista un cambio cultural, un rechazo frontal por parte de la sociedad, habrá casos recurrentes". Por su parte el argentino Gerardo Bongiovanni, presidente de la Fundación Libertad, pretende mantener las distancias, "comparado con América Latina lo de Europa es un problema homeopático. Lo nuestro es básicamente cultural y de debilidad institucional", ha coincidido.