Image: Se busca habitación para la Biblioteca de Mujeres

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Letras

Se busca habitación para la Biblioteca de Mujeres

13 julio, 2017 02:00

La colección de Marisa Mediavilla está depositada en el Museo del Traje

30.000 obras de mujeres reunidas por la bibliotecaria y documentalista Marisa Mediavilla llevan desde 1985 en busca de un espacio propio, de un lugar en el que cumplir su función de archivo público y poder salir así del sótano del Museo del Traje de Madrid que les da hoy cobijo temporal.

Hablaba Virginia Woolf en su libro Una habitación propia, allá por 1929, de las condiciones necesarias que se debían dar para que una mujer pueda ser independiente, y entre ellas se encontraba el requisito que daba título a la obra. La importancia de tener "un espacio propio" bien la conoce Marisa Mediavilla y su Biblioteca de Mujeres, que comenzaron su peregrinaje en 1985, y todavía hoy siguen luchando por emanciparse del sótano del Museo del Traje de Madrid, donde se encuentra ahora, al que la falta de apoyos institucionales les ha relegado.

La Biblioteca de Mujeres, o BdM, con la bibliotecaria y documentalista Mediavilla a la cabeza, es un proyecto que recoge 30.000 obras de mujeres. Su creadora, y muchos otros voluntarios, han ido laboriosamente recopilando con los años las diversas obras que componen su catálogo con el fin de crear un fondo que refleje la lucha del género femenino por lograr la visibilidad en el ámbito cultural y social a lo largo de la historia.

"Las mujeres carecemos de patrimonio cultural y de memoria histórica. Por ello tiene que haber alguna biblioteca que testimonie nuestras vidas, que los documentos referentes a mujeres se guarden, se organicen y se difundan para quien quiera consultarlos, cuenta Mediavilla cuando explica el motivo que la impulsó a reunir libro por libro y a crear de cero este archivo. "Llegó un momento en que me pareció mejor compartir los libros que tenerlos para mí sola. Coincidió también con que en 1985 tuve que buscar mucho material e información para debatir los temas del Movimiento Feminista en el que participaba en ese momento, una información que era, precisamente, muy difícil de localizar, y por mi profesión, tomé la decisión de empezar a montar esta biblioteca que recogiera todo lo recopilado".

Marisa Mediavilla creó la BdM en 1985. Foto: Pilar García Moreno

La idea no era nueva. La biblioteca de mujeres pionera en Europa se remonta a 1909 y se fundó en Barcelona de mano de Francisca Bonnemaison con el nombre de Biblioteca Popular de la Mujer, y convivió en España con otras como la biblioteca de la Residencia de Señoritas de Madrid, pero la dictadura franquista supuso el fin de estas iniciativas.

"En España no queda ninguna, como sí las hay en otros países, y yo, como mujer, la echaba de menos; necesitaba saber qué opinaban y pensaban otras mujeres, de ahora y de otros tiempos y culturas". Las otras bibliotecas a las que hace referencia Mediavilla son alguna como The Fawcett Library, en Londres, y la Bibliothèque Marguerite Durand de París. La gran diferencia radica en que a éstas sí las financia el Estado, sin que ello suponga que intervenga en su control ni en su funcionamiento. Y justo ese es el gran problema que planea sobre este proyecto en los últimos años: la falta de recursos o apoyos económicos para proporcionarle una ubicación fija.

En sus inicios, de 1985 a 1998, la Biblioteca de Mujeres estuvo en la calle Barquillo, donde se fundó, en la sede del Movimiento Feminista de Madrid. Más tarde, y debido a la falta de espacio por el aumento de la colección, pasó a la calle Villaamil, a la sede del Consejo de la Mujer de la Comunidad de Madrid, con quien firmó un convenio por 10 años, pero en 2005 el Consejo se trasladó a otro lugar sin poder encontrar sitio para sus libros y la Comunidad de Madrid, dueña del local, les obligó a desalojar. "Tras la imposibilidad de encontrar un lugar adecuado y ante la falta de recursos económicos, para evitar su desaparición, tuve que donarla al Instituto de la Mujer, en noviembre de 2006", cuenta Marisa Mediavilla con tristeza, pues, a pesar de haberse desprendido, en parte, de su proyecto, no ha logrado tampoco con eso asegurar su supervivencia en buenas condiciones.

Los libros pertenecen ahora al Instituto de la Mujer, con el riesgo que ello supone, pues cualquier decisión es competencia suya. Aunque, por eso mismo, también debería haber sido el encargado de encontrarle un espacio fijo en el que establecerse, pero Mediavilla cree que una mezcla de falta de interés y falta de recursos por parte de la Administración han hecho que la BdM siga deambulando.

Memoria histórica femenina relegada a un sótano

En el depósito del Instituto permaneció hasta 2011, y desde 2012 se encuentra en el sótano del Museo del Traje de Madrid donde, "gracias a la amabilidad de sus bibliotecarias", como recalca su impulsora, puede consultarse el fondo automatizado, que consta de unos veintitantos mil libros; la otra parte, alrededor de nueve mil, todavía está sin catalogar por falta de personal para llevar a cabo esta tarea.

Algunes volúmenes de la colección de obras de mujeres

No cabe duda de que un sótano no es el lugar más adecuado para "fomentar la visibilidad" de este archivo femenino, en el que de todas formas se encuentra únicamente "de paso". A ello se suma la problemática que supone consultar alguno de sus tomos. Un proceso tedioso y demasiado burocratizado que comienza pidiendo permiso por e-mail al Instituto de la Mujer, el cual asigna una fecha estipulada e inamovible para realizar la investigación en el Museo del Traje. A su vez, como es una biblioteca de conservación, no se prestan las obras, por lo que sólo pueden consultarse allí, en la sala de la biblioteca del Museo. Muchas trabas que no facilitan el acceso a su archivo y que no permiten que la BdM se convierta en el centro especializado de consulta que pretende ser desde hace tantos años.

Pero la lucha por ver su proyecto completado no cesa para Marisa Mediavilla, que tiene grandes referentes en los que inspirarse entre las autoras de su biblioteca para no desistir: "Todas son importantes, unas se apoyan o complementan a otras y juntas constituyen la colección. Pero si tengo que elegir, elijo a las defensoras y luchadoras por nuestros derechos: Rosario de Acuña, Concepción Gimeno de Flaquer, Josefa Massanés, Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán, Carmen de Burgos, Clara Campoamor"

La BdM incluye a muchas otras, tanto grandes conocidas como Carmen Laforet, María Martínez Sierra y Dolores Ibárruri, como algunos nombres que, por desgracia, nos suenan menos, como son los de Margarita Nelken o Victoria Kent, además de creadoras actuales como pueden ser Marta Sanz o Nativel Preciado.

Todas ellas comparten el título de ser autoras españolas, por nacionalidad o tras haber pasado muchos años de residencia en el país, pero para hacer más precisa y rápida su localización, el catálogo está dividido en las cuatro lenguas oficiales en las que escribieron, castellano, catalán, gallego y vasco, así como un apartado de pseudónimos y otro de antologías. Como archivo interdisciplinar que es, se pueden encontrar en él estudios sobre cualquier tema: arte, educación, feminismo, historia…, además de biografías y obras de creación literaria, como poesía, teatro, novelas y cómics.

"Estoy convencida de que la importancia de la BdM y el esfuerzo de tantas mujeres durante todos estos años, conseguirán finalmente ese espacio que llevamos tanto tiempo requiriendo y reivindicando; con recursos y personal especializado como cualquier otra biblioteca especializada", confía la bibliotecaria, que se niega a que ninguna de estas autoras vuelva a caer en el olvido.

Para lograrlo, Marisa Mediavilla no ha dejado de moverse en todo este tiempo. La última campaña para buscar apoyos tuvo lugar durante la Feria del Libro, en la que haciendo referencia al libro El cuento de la criada, de Margaret Atwood, las voluntarias vestían como las criadas de la novela y portaban cajas que se pasaban de unas a otras para representar el peso de la herencia literaria femenina. Esta última performance, sumada a los premios que está recibiendo por su labor, en 2016 el Premio Leyenda del Gremio de Libreros y, recientemente, el Premio "Participando Creamos Espacios de Igualdad" del Consejo de las Mujeres del Municipio de Madrid, están atrayendo el foco mediático y espera que sirva de ayuda. "Al menos se ha conseguido que mucha gente se entere de su existencia, y si no ha ayudado a que encuentre dónde asentarse, por lo menos ha contribuido a evitar su desaparición. Porque siempre resulta agradable que te reconozcan el trabajo realizado con premios, pero el verdadero premio hubiera sido haber logrado ya un espacio propio para la BdM".

@mrtvelasco