Image: Julie Doucet, sexo y sordidez

Image: Julie Doucet, sexo y sordidez

Letras

Julie Doucet, sexo y sordidez

La editorial Fulgencio Pimentel publica toda la obra reunida de la historietista canadiense, una de las pioneras de la novela gráfica feminista

24 noviembre, 2017 01:00

Julie Doucet

Sus viñetas son sórdidas, oscuras, sexuales y están abarrotadas. Sin embargo, Julie Doucet (Montreal, 1965) es una persona tímida, "dolorosamente tímida", afirma. El blanco y negro infunde a sus viñetas un sentimiento de agobio y sus personajes no son, en absoluto, políticamente correctos. Al contrario, sus caras y sus acciones transmiten desconcierto, desesperación, sordidez. Son punk. Ese fue su estilo durante los años que creó y construyó el estilo canalla con el que, dicen, surgió el cómic de hoy. Hasta que, un día, "harta trabajar únicamente con hombres durante 12 años" y molesta con "la rigidez del medio" decidió dejar la historieta. Esto supuso el abandono de esos personajes de los suburbios y los animales que pueblan sus viñetas para lanzarse a nuevos lenguajes con los que alimentarse. La editorial Fulgencio Pimentel publica ahora su obra reunida, un proyecto que ha incitado a su editor canadiense, Drawn&Quaterly, a hacer lo mismo.

Todo se remonta a 1988, un poco antes quizá. Julie Doucet era una estudiante de arte en Quebec y, como tal, el cómic "era una forma de arte más". De hecho de pequeña dibujaba mucho, su madre compraba cómics y solía leer historietas a menudo. Así que era un paso natural. Luego conoció a un grupo de chicos que hacían cómics y empezó a crear fanzines con ellos. Pero aquellos chavales, que "eran unos vagos", solo publicaban un ejemplar al año. Así que decidió crear sus propias páginas. Dirty Plotte las llamó. Y, bueno, en su fanzine fotocopiado (trabajaba en una copistería) recogía sus sueños, sus ideas, su rutina. Todo llevado al extremo, al límite, a la exageración. Esa es la razón por la que sus viñetas no se pueden considerar autobiográficas (del todo).

Viñeta extraída de Cómics (1994-2016), originalmente publicada en Dirty Plotte

"Hace unos meses leí mis diarios de aquellos tiempos y vi que mi trabajo atrajo la atención del público rápidamente. Supongo que en parte fue porque era una mujer y había fantasía y sexo en las viñetas, lo que hizo que los chicos se quedaran impresionados", explica Doucet. Algunos, aunque pocos, "no estaban contentos [con su presencia en la profesión] pero no era la mayoría. Estaba contando algo inusual, historias sangrientas y violentas, lo cual produjo admiración", constata.

Identidad sexual, sueños y cómics

En sus primeros trabajos se retraba a sí misma como uno de los personajes principales a través del que contaba sus sueños, unos sueños, según cuenta ella, que llegaban con "un inicio, un nudo y un desenlace". Tan solo tenía que ponerlos por escrito. "¿Se puede decir, entonces, que es autobiográfico? Para mí es ficción absoluta", afirma Doucet. En esos sueños nos habla de temas como la identidad sexual (en ocasiones soñaba que se convertía en hombre) y empoderaba a las mujeres para liberarse del opresor sujetador.

Viñeta extraída de Cómics (1994-2016), originalmente publicada en La Monstrueuse

Una de sus historias quizá más conocidas es una en la que su propio personaje se va volviendo cada vez más grande por las calles de Nueva York dejando un reguero de sangre mientras busca tampones. ¿Era una reivindicación femenina, una manera de mostrar lo natural? Así lo explica ella: "No tenía intención alguna. Tenía problemas con mi identidad como mujer. Querían que jugásemos el papel de ser bonitas, de maquillarnos, de ser sexy y cosas del estilo. Yo era un marimacho y me interesaban otras cosas por lo que no me identificaba con la imagen de mujer al uso. En ese sentido creo que las historias que contaba expresaban muy bien mi experiencia".

Probablemente esa sinceridad y honestidad para sortear esos obstáculos fue la clave para que otras muchas mujeres se identificaran con ella. Y, también, lo que hizo que fuera calificada como una autora feminista a pesar de que, en aquel momento, ella no tuviera intención alguna en ese terreno. En los 80, admite, el feminismo era muy categórico y ella no se identificaba con ello. En Montreal existía una revista llamada La vie en rose "que leía de arriba abajo y pensaba que aquello era lo que debería estar haciendo, sin embargo, no entré en ello", especifica. Eso también ha cambiado y considera que el feminismo actual es más "inclusivo". De hecho, "en los años 90 las mujeres no querían ser identificadas con el movimiento. Pero ha vuelto poco a poco, no me he dado cuenta de la transición pero ahora estoy involucrada con una galería feminista de Montreal. Ha habido un cambio en la actitud y Canadá está más abierto respecto a los derechos de las lesbianas y los transexuales".

La libertad creativa del cómic ayer y hoy

La libertad con las que daba a luz a sus 'problemas' fue posible porque las fotocopiaba ella misma. "Me di cuenta de que no había editoriales ni futuro por lo que no tenía censura. Pero nunca pensé que se pudieran republicar en un libro de verdad", bromea. Y así fue. Su actual editorial canadiense empezó a publicar sus historias y se encumbró con My New York Diary, unas viñetas en las que hablaba del desasosiego y estrés que le infundía la gran ciudad. No obstante, y pese a la libertad con la que se sentía en los temas a tratar, hastiada de la rigidez de la disciplina lo abandonó para hacer otras cosas.

Viñeta extraída de Cómics (1994-2016), originalmente publicada en Dirty Plotte

Hoy se puede dibujar tan solo una viñeta en una página y dejar la siguiente en blanco. Esto se contrapone a los años 90 cuando "no había espacio para la experimentación. Había que hacerlo al uso o era muy difícil que te publicaran. Como no podía soportarlo más y necesitaba espacio me aparté". Pero, a pesar de su huida a otras formas de expresión como el collage o la ilustración, Doucet se ha convertido en una de las influencias de generaciones posteriores de artistas. "En la actualidad el cómic está mejor. Si entonces hubiera habido esta libertad [de experimentación] probablemente no lo hubiera dejado. Estaba harta del oficio y del club de hombres que era porque en aquel momento apenas había mujeres dibujando". Hoy es el día en el que ha vuelto a leer cómics.

En qué momento apareció Michel Gondry

Un día el cineasta contactó con Julie Doucet para proponerle colaborar juntos en una película animada sobre sus viñetas. Hasta ahí todo bien. El resto... en fin: "Fue mal, era una película de Gondry y él tomaba todas las decisiones. Para ser sincera me sorprendió que me escogiera y al principio le dejé que tuviera el control de la situación pero cuando empecé a discrepar ya era demasiado tarde. Yo no tenía espacio y al final resultó ser una película sobre la impresión que él tenía de mí. Iba a ser algo corto y terminó siendo un trabajo de 18 minutos que conllevó mucho esfuerzo y frustración. En un momento dado quise abandonar el proyecto pero no me dejó. Empezó a copiar mi manera de dibujar para terminar la película y para mí fue un desastre. Le tengo mucho respeto pero ha sido el proyecto del que más me he arrepentido en mi carrera".

Viñeta extraída de Cómics (1994-2016), originalmente publicada en My New New York Diary

Todo aquel estrés le llevó a enfermar de mononucleosis y a un bloqueo mental que le duró siete años y hace tan solo dos que ha vuelto a coger los lápices. Hoy es el día que siente la necesidad de mantenerse entretenida buscando un nuevo estilo. Para ello ha decidido recurrir a libros de anatomía para intentar un estilo más realista y "romper con el estilo y los malos hábitos del pasado". Dice sentir "mucho afecto y ternura por su obra anterior", y, quién sabe, quizá veamos material nuevo en un futuro cercano o lejano. Mientras eso llega, si es que llega, podemos leer y releer las batallas que la encumbraron como historietista.

@scamarzana