Tras un empate técnico con la escritora Rosa Montero (16 votos cada uno) el pasado mes de mayo, cuando pugnaban para ocupar la silla 'M', vacante desde el fallecimiento de Carlos Bousoño, por fin ha obtenido Carlos García Gual (Palma, 1943) su asiento en la Academia, aunque en esta ocasión haya sido la silla 'J', cuyo anterior ocupante fue el dramaturgo Francisco Nieva. El escritor y filólogo clásico, dos veces Premio Nacional de Traducción, y uno de nuestros últimos sabios, ha vencido en la votación al escritor gallego y político Alfredo Conde (Allariz, Orense, 1945), por 22 votos contra 5.
Tal como señala el artículo X de los estatutos de la RAE, que establece las normas de ingreso de nuevos miembros en la corporación, cada una de estas candidaturas está avalada por tres académicos. La de Alfredo Conde contaba con el respaldo de Guillermo Rojo, José B. Terceiro y Carme Riera. Los firmantes de la candidatura de García Gual fueron, por su parte, los académicos José Manuel Sánchez Ron, Carmen Iglesias y Miguel Sáenz.
Autor de más de una treintena de libros, como Epicuro (1981), La Mitología: interpretaciones del pensamiento mítico (1987), Diccionario de mitos (2003, 2017), Introducción a la mitología griega (2006), Las Primeras novelas: desde las griegas y las latinas hasta la Edad Media (2008), Encuentros heroicos. Seis escenas griegas (2009), Sirenas. Seducciones y metamorfosis (2014) o La muerte de los héroes (2017); el helenista considera modestamente que puede aportar a la RAE "una cierta sapiencia filológica, ahondar en los orígenes y porqués de los textos. Buena parte de nuestro vocabulario actula, incluso de los neologismos tiene raíces griegas, porque es un idioma que se presta mucho a la creación de palabras", explica. Además, la Academia gana un entusiasta conocedor de la literatura antigua y apasionado de la literatura comparada.
Maestro de la divulgación, en una entrevista con El Cultural declaraba García Gual que a lo largo de su vida había escrito sobre todo libros manejables para los lectores: "Yo soy un autor de prólogos y de libros de bolsillo", pero la realidad es bien distinta. Dos veces premio nacional de Traducción (en 1978 por su versión de Vida y hazañas de Alejandro de Macedonia, de Pseudo Calístenes y en 2002 por el conjunto de su obra), catedrático de Filología Griega, investigador y estudioso en amplísimos terrenos, artífice de la legendaria Biblioteca Clásica de Gredos, para García Gual, "los textos antiguos, esos que llamamos clásicos, se han mantenido porque son los mejores, los que han sido leídos con fervor durante siglos. Su lectura nos aporta la visión de otros mundos, otras épocas, y también nos informa acerca de las grandes audacias y las hondas pasiones que vivieron otros, otros personajes y otros escritores, novelistas y poetas".
Humanista hasta la médula, García Gual se considera pesimista en cuanto al arrinconamiento de las Humanidades en la enseñanza. "Hay un desprestigio general de las Humanidades por culpa de una sociedad cada vez más pragmática que busca el bienestar económico y nada más", asegura el escritor. "Cuando se habla de cultura es siempre desde el plano económico, como en el caso del IVA cultural, pero de la orientación cultural, de hacia dónde vamos culturalmente nadie dice nunca nada". Por eso no confía en las soluciones políticas, "no hay más salvación que la individual: nadar contracorriente es muy buen deporte", aconseja. Además, el catedrático se muestra de acuerdo con la tesis cada vez más extendida internacionalmente en la que profundizaba el filósofo y profesor italiano Nuccio Ordine sobrelos males de la especialización. "Creo que la especialización empieza muy pronto y cuando eso se hace sobre una base cultural inexistente es peligrosísimo".
"Ahora hay la creencia de que basta con saber manejarse en el presente. Pero hay que conocer bien el pasado para entender qué es la vida", continúa el reciente académico. "Quienes viven únicamente en un espacio, y sobre todo en una epóca específica y no conocen nada más, es como si vivieran en una prisión intelectual". Para García Gual, es imprescindible mirar hacia el mundo clásico, porque "la sociedad griega, que está en la base de la nuestra, sintió la libertad y la humanidad que permitieron el surgimiento de la democracia, la filosofía o las matemáticas". Sin embargo, como apuntaba recientemente al hilo de la publicación de su libro La muerte de los héroes (Turner, 2017), "los héroes pertenecen a un mundo donde el valor individual de seres extraordinarios (aunque mortales) es esencial para salvar la sociedad. Pero nuestra sociedad moderna, de masas y consumidores uniformados, excluye esas actuaciones chispeantes y extraordinarias. Tanto la política social como la tecnología no dejan ya lugar para héroes guerreros o trágicos. La épica se acabó".
Reconocido ampliamente por su excelsa labor de traducción, los dos Premios Nacionales como ejemplo, García Gual pertenece a esa inmensa mayoría que considera que la figura del traductor es, todavía hoy, una figura insuficientemente reconocida. "Eso ha ocurrido siempre. Ahora hay muy buenos traductores, pero siguen siendo casi invisibles y estando muy mal pagados", recuerda, "siempre digo que no es lo mismo traducir un best seller, que se vende enseguida y que el traductor cobra rápido, que traducir tú por tu cuenta, y encima clásicos o libros de ensayo, más complejos y con menos mercado. Es muy importante reivindicar el papel del traductor porque es el que convierte en universal un texto".
Actualmente, la RAE cuenta con un total de cuarenta y seis sillas académicas de las cuales solamente quedaría ahora vacante la correspondiente a la letra 'M', cuyo último titular fue, como queda dicho, Carlos Bousoño, fallecido el 24 de octubre de 2015. La entrada de García Gual en la institución se suma a otra admisión reciente. El arabista Federico Corriente Córdoba (Granada, 1940), que tiene pendiente la lectura de su discurso para enero de 2018, fue elegido el 6 de abril de 2017 para ocupar la plaza de la letra 'K', vacante desde la muerte de la escritora Ana María Matute en 2014. Anteriormente había sido ocupada la silla 's' por la lexicógrafa y doctora en Filología Románica Paz Battaner Arias, que leyó su discurso de ingreso en enero de este mismo 2017.