Lee aquí un fragmento de El voto femenino y yo: mi pecado mortal, el texto en defensa de la lucha a favor de los derechos de la mujer de Clara Campoamor
Clara Campoamor (Madrid, 1888-Lausana, 1972) consiguió, contra la opinión de su propio partido y de la socialista Victoria Kent, que las Cortes Constituyentes de la Segunda República aprobaran el sufragio femenino. La primavera de 1936 la sorprendió en Madrid, donde asistió a los prolegómenos de la Revolución y, ya en verano, al estallido de la guerra civil. Campoamor, temiendo por su vida, tuvo que huir de la zona republicana en el otoño de 1936, y se instaló en Suiza. A finales de aquel año había redactado el cuerpo principal de su más conocido libro La revolución española vista por una republicana, que se publicó en francés, en 1937. Esta obra, originalísima, no se limita a reflejar el terror vivido en Madrid durante los primeros meses de la guerra, sino que constituye un clarividente análisis de los orígenes de la guerra, así como de las previsibles dificultades que nacerían de la victoria de cualquiera de los contendientes. Clara Campoamor vivió en Suiza, en Argentina y alguna vez en París. Tras la victoria de los franquistas intentó en varias ocasiones afincarse de nuevo en España, sin éxito. Su condición de masona la hacía sospechosa a los ojos del Tribunal de Represión de la Masonería, así que finalmente tuvo que abandonar la esperanza de volver a ver España y murió en el exilio, en Suiza, en 1972.Su apasionada y brillante campaña, no obstante, a favor del derecho de la mujer al voto, pese a la oposición de buena parte de la izquierda y también de su propio partido, logró que el sufragio universal se implantara en España a partir de 1931. Pero esa victoria tuvo como precio el progresivo aislamiento de Clara Campoamor en la escena política española de la Segunda República. A partir de 1934, año en el que abandona el partido Radical y le deniegan la entrada en Izquierda Republicana, Campoamor se convierte en una republicana sin partido. El voto femenino y yo: mi pecado mortal (1935) es un ajustado relato de defensa de su actuación y de su lucha a favor de los derechos de la mujer, pero también de su soledad política; soledad que no la abandonaría ya nunca y que habría de continuar durante la guerra civil y su posterior exilio en Argentina y Suiza.