Alberto Fuguet: "Kubrick hace todo muy bien pero a mí me deja frío"
El escritor y director de cine acaba de publicar VHS, unas memorias de adolescencia y juventud a partir de las películas de los 80
13 agosto, 2018 02:00Alberto Fuguet. Foto: Lorena Palavecino
Antes que periodista, escritor o cineasta, Alberto Fuguet (Santiago de Chile, 1964) se define a sí mismo como cinéfilo. Su último libro, VHS (Literatura Random House), es, al menos, un homenaje a las películas que a sus 16 o 17 años le cambiaron, le abrieron la mente o, incluso, se "la deformaron para siempre". El texto, de hecho, que le hubiera gustado escribir cuando terminó Las películas de mi vida. De él, cuenta hoy que "tristemente" ninguno de aquellos filmes que menciona le cambiaron la existencia. "Para escribirla tuve que tomar algunas decisiones y seguir las reglas de la ficción", admite. "Ahora no".Desde entonces han pasado 14 años y su forma de pensar tal vez sea otra. "Para qué disfrazarse si no vale la pena", dice. Precisamente, VHS (unas memorias) no es un libro de origen autobiográfico, pero sí son sus memorias. "A veces se paga algún costo pero es mínimo", explica el también autor de Sudor y No ficción sobre el pudor de hablar de uno mismo. "Yo siento que los libros tienen que parecerse mucho a ir de copas. De copas puedes contar cualquier cosa, muy privada y casi de mal gusto, y en ese momento lo pasas bien. La escritura debería ser así, hablar un poco más de la cuenta pero no por eso ser un asesino o un degenerado".
Y si la escritura es como irse de copas, el séptimo arte para Fuguet es una cosa más bien de momentos. Rodeado de libros de cine, el director de Invierno, Velódromo, Se arrienda o Locaciones: buscando a Rusty James, se encuentra con El Cultural en la librería Ocho y medio de Madrid. El marco no podría ser mejor para albergar estas "películas de género, thrillers, giallo, adolescentes…", que van desde el 78 hasta el 88, "de las que claramente ninguna de ellas ganó el Oscar", que discurren a lo ancho de la conversación y a lo largo de las páginas de su última publicación donde desgrana la cultura de una época y construye un relato de crecimiento basado en su propia experiencia. Cintas de vídeo que con el tiempo han resultado "mucho más locas, raras y salvajes, de lo que pensaba". Más audaces. "Este libro celebra también un poco lo alternativo, sobre todo lo que ha sido un poco despreciado".
Pregunta.- ¿Por qué quería homenajear ese tipo de cine menos reconocido oficialmente?En la literatura hay una gran cantidad de libros que se consideraban malos y que ahora son clásicos."
Respuesta.- ¿Sabes qué pasa? Yo recuerdo todas las películas que ganaron el Oscar durante los años de VHS. Recuerdo Gandhi, una película que ganó más de diez estatuillas creo, o Memorias de África. Lo que yo llamo películas de papá o de mamá. Películas que fueron muy importantes, se discutieron, que la prensa habló de ellas, que todos te decían que tenías que ir a ver. Como Gandhi, pero Gandhi no es una película que uno vaya a ver con una chica en una cita. Es el tipo de cine donde uno va a aprender. Obviamente puedo decir que sí, que es mucho mejor Kubrick que Abismo, pero por qué entrar en esa discusión. Es como decir que es mejor el Quijote que una novela gráfica. Sin embargo, a lo mejor la novela gráfica te cambia mucho más la vida y te llega en el momento justo mientras que el Quijote te llega en el colegio y no te gusta. Se miente mucho con estas cosas...
P.- ¿A qué se refiere?
R.- A mí me llama la atención que, sobre todo los presidentes pero también los escritores, cuando dicen sus libros favoritos, te nombran los que sus maestros les mandaron. Nadie dice la verdad. Los políticos responden mucho que Maquiavelo. Ninguno cuenta que le gusta, por ejemplo, la novela policial. Y yo no espero que los presidentes tengan que leer poesía. Si alguno me dice que le gusta mucho la última película de Schwarzenegger a lo mejor pienso que es un buen líder. Más honesto al menos.
P.- ¿Y ninguno de los títulos que cita ganó el Oscar?
R.- Ninguna ganó nada, yo creo. Este libro celebra más un cine de matiné, de barrio. También la idea de que el cine en esa época tenía algo prohibido. Sin internet, el cine era la manera en que uno aprendía del mundo. Te enseñaba cómo vestirte, cómo peinarte, cómo tomar. Era una puerta. Uno aprendía de sexo y de cosas prohibidas. A veces, para alguien de mi edad, ver películas para mayores era doblemente impactante. Llegué a pensar que podía quedar contaminado por el resto de mi vida. Yo me acuerdo que vi Buscando al sr. Goodman con Diane Keaton y Richard Gere y mientras la estaba viendo pensé que era un mundo demasiado fuerte para el que no estaba preparado. Me choqueó. El cine era capaz de eso.
P.- ¿Entonces es de la opinión de que hay películas técnicamente perfectas, a las que no le puedes reprochar nada en absoluto, que sin embargo no terminan de llegar?
R.- Como las personas. Hay que tener mucho cuidado con la perfección. Obviamente hay cosas que van cambiando. Sobre todo en literatura hay una gran cantidad de libros que se consideraban una mierda y que ahora son clásicos. Como la novela negra. Ese es un caso muy importante de género infravalorado y que ahora tiene ediciones de lujos. Bukowski mismo era considerado un borracho impresentable y ahora es como uno de los grandes poetas del siglo XX. Yo me siento antes que nada un consumidor, un cinéfilo, antes de ser escritor, periodista o cineasta, antes de ser persona, soy un fan. Y a veces, sí, te reconozco que Kubrick hace todo muy bien pero a mí me deja frío como el agua. Y sospecho incluso de la gente que lo ama. Prefiero regalar un libro de John Waters, por ejemplo. Claramente Waters como cineasta es desordenado, carece de tono, es grotesco, probablemente no sea un gran cineasta, pero me parece fascinante lo que provoca con sus películas comparado con Kubrick. Es como decir aquí que José Luis Garci es mejor que Santiago Segura. Son cosas distintas.
R.- El libro entero está armado de eso. Está la portada que es Jacqueline Bisset nadando en Abismo, Nastassja Kinski transformándose en pantera... Este libro está super ligado al sexo y al sexo gay. Hoy que hay tanto. Uno está en Chueca y es como un paraíso gay pero antiguamente eso no existía. La homosexualidad era siempre algo escondido excepto dos o tres ejemplos como A la caza. Las películas que me gustaban a mí no eran explícitas, a lo mejor ni si quiera lo eran. A mí me parece que por ejemplo Cuenta conmigo es una oda al chico sensible. Me gustaban esas películas de chicos vulnerables que no eran solo aventureros y tenían dudas, tenían fracturas. Era muy impresionante ver hombres llorando en el cine. Es como American Gigolo. A los dos minutos te das cuenta de que la película trata sobre el cuerpo de Richard Gere y que lo que va a hacer es lucirlo y lucirlo y molestarte de tal manera que tú tienes que tomar la decisión de si te gusta o no. Eso me parece que es casi como perversión. Sin embargo, para mí la película que es clave, clave, clave es La ley de la calle de Coppola. Me parece que es como un paraíso, el lugar donde uno quería vivir, donde todo el mundo era guapo, tenía honda, estaba Mickey Rourke en moto, pero también había chicos que leían y estaba Tom Waits. Era un mundo mucho mejor que el de la calle. A veces el mundo en blanco y negro es más bonito que el de ahí afuera.
P.- Dice que VHS no es un libro de nostalgia a los años 80, pero tal y como habla sí se percibe un poco de nostalgia hacia ese cine, hacia esa experiencia y modo de vivirlo, ¿no?
R.- Con nostalgia me refiero a eso de que si aquel tiempo era mejor. La moda de volver a los 80, con Stranger Things, por ejemplo. Decía en algún libro Manuel Puig que en los años 30 el cine eran las catedrales. Pero claro ahora hay muchas pantallas, no como antes que solo había una. Había una idea de comunión. Todos veíamos lo mismo. Incluso las películas raras. El cine producía conversación. Antes era eso. Si no veías una película te quedabas un poco fuera de la cultura. Incluso dicen que cuando se estrenó Garganta profunda todo el mundo elegante fue a verla porque había que conversarlo después a la hora de la cena. Eso echo de menos, entrar en una película como A la caza y quedar destrozado. Destrozado no solo por la película, sino por las cosas que me hizo sentir.
P.- ¿No cree que esa función la suplen hoy en parte las series de televisión?
R.- Como escritor me parece divertido porque forma parte del reino de la narrativa y de contar historias. Pero yo creo que todavía hay pocas series que sean cine. Creo que más bien compiten con la novela y que la idea del cine, donde lo más importante es lo visual, no la tienen. Hay muy pocas que tengan una estética audiovisual. Pero efectivamente hoy la conversación gira en torno a ellas.
P.- Ha dicho que escribir tendría que ser como irse de copas, ¿con qué escritores se iría de copas para escribir un libro como VHS?
R.- Existe una cultura de escritores, de novelistas cinéfilos, hay muchos. A algunos de ellos no solo les gustaba en su vida privada o permeaba su obra literaria, sino que escribieron también libros de cine. De cine raro, de críticas. Uno de ellos es Manuel Puig, ahí esta Los ojos de Greta Garbo, que es un libro sobre actrices. Esta Cabrera Infante que escribió varios libros que para mí son los mejores libros de cine, y en España hay un autor que está un poco más olvidado, Terenci Moix.
@mailouti