Ana Castro

Renacimiento. Sevilla, 2018. 96 páginas, 9,90 €

Ana Castro (Pozoblanco, 1990) hace del dolor un universo de fragmentación áspera y lúcida que desgarra una personalidad en carne viva, desde esa tensión confesional que ha generado en ella el sufrimiento físico, con una dura escenificación corporal y destellos de autorretrato con los perfiles tan afilados como sus metáforas. El cuadro del dolor ofrece una identidad femenina asimilada desde la herida, con las mujeres familiares y la maternidad en una doble dirección, como regreso y pérdida.



Con Francis Bacon al fondo, en esa turbadora angustia de murciélagos y dedales marcando un simbolismo exacto, si "Todas las cosas que funcionan en mi cuerpo acaban desangrándose en un quirófano", el rostro es un muro de contención, como hormigón armado del espíritu. En "Las hilanderas", poema-pilar, las canciones de cuna ya no nos hablan desde un pálpito de esperanza, porque en el cuerpo se extiende una planta carnívora de ramas trepadoras y cortantes, arrasando a su paso la ternura que encuentra.

Canción de cuna

¿Quieres que te cuente un cuento

recuento

que no se acabe nunca?

No te pido que me digas ni que sí

ni que no, cariño,

sino que si quieres que te cuente

un cuento

recuento

que no se acaba nunca?

Estás sola.

Estás sola.

Y un día tendrás dolor.