Varios de los escritores participantes en las Conversaciones en una foto de grupo

Tras un intenso fin de semana, finalizan las Conversaciones Literarias de Formentor, dedicadas a la figura de la mujer en la literatura, y cuya XI edición ha reunido a una treintena de escritores y un nutrido público.

"Yo soy un hombre que escribe, escribir forma parte de mi definición. Seguiría escribiendo aunque no quedara nadie que supiera leer, incluso aunque fuera la última persona en el mundo. Preguntarme por qué escribo cuando nadie lee ya es como si me preguntaras por qué respiro si nadie más respira en este mundo". Con estas palabras resumía Mircea Cartarescu (Bucarest, 1956), en su discurso de recogida del Premio Formentor, su implicación con la literatura, que como ha dejado bien claro, no ha sido jamás para él una profesión, sino una religión. La entrega del galardón al escritor rumano servía de disparo inaugural para la celebración de las XI Conversaciones Literarias de Formentor, un encuentro en el que un heterogéneo grupo de escritores, y algún representante de otro arte, comenta sus libros, autores, o personajes predilectos y comparte en un coloquio con el público sus impresiones.



Además de en la presencia del premiado, y de un siempre atrayente Emmanuel Carrère, en esta nueva edición de las jornadas, creadas a imagen, semejanza y homenaje de las que idearon en 1959 Camilo José Cela y Carlos Barral, el foco ha estado centrado en las variadas caras femeninas presentes en la literatura, condensadas bajo el título Vírgenes, diosas y hechiceras. Drama y comedia del femenino literario.



Los más de 30 ponentes desgranaron durante las charlas figuras de escritoras y personajes, para amplificar las voces, muchas veces olvidadas, incomprendidas o silenciadas, de una tradición que, partiendo de las tragedias griegas y pasando por los personajes femeninos renacentistas, barrocos y decimonónicos, engarza con nuevas heroínas creadas ya por escritoras modernas, como las hermanas Dashwoord de Jane Austen, la señora Dalloway de Virginia Woolf, la condesa Olenska de Edith Warton, la Lola V. Stein de Marguerite Duras, o la Frankie Adams de Carson McCullers.



Humor, metáforas y enigmas

La encargada de romper el hielo en la jornada matinal del sábado, fue la editora alemana Margit Knapp, que en una mesa titulada "Brujas", materializó en el escenario a la Ifigenia de Goethe, "todavía hoy representada como hechicera, bruja, mujer sacrificada". Sin embargo, Knapp ofrece cambiar la óptica del personaje, que es asimismo, y fuera de la tradicional visión patriarcal, "una mujer feminista, consciente de sí misma y dueña del poder de la palabra". Por su parte, Francesc Serés protagonizó un místico viaje temporal a través de un libro del artista Perejaume, donde éste reflexiona sobre qué pervive en la actualidad del poder sagrado de las antiguas tallas de vírgenes medievales. "Estas marededéus, símbolos de protección popular, eran productoras de narrativa y de cultura para los habitantes de sus pueblos y también formas de autorrepresentación, que hoy apilamos, descontextualizadas, en un museo".



El escritor Agustín Fernández Mallo decidió sumirse en los turbulentos nexos que entretejen enfermedad y metáforas a través de un tratado de Susan Sontag, "una de las más brillantes pensadoras y escritoras del siglo XX". En su libro, Sontag explora como la enfermedad ha sido construida literariamente a través de metáforas, en particular dos, la tuberculosis y el cáncer. "La más moderna, el cáncer tiene un carácter obsceno para la sociedad, es una enfermedad de clase media que se asocia a una falla moral, por eso se oculta. La tuberculosis va unida a la pobreza y las privaciones, pero el Romanticismo hizo lirismo con ella estetizándola". Aina S. Erice centró su atención en la figura de las acabadoras, personajes originarios de la isla de Cerdeña cuya función, capital en la sociedad, era la de procurar la muerte a quien lo necesitaba verdaderamente, por lo que fueron proscritas como brujas por la iglesia. El tono más emotivo corrió a cargo de Use Lahoz, que hizo un vibrante repaso por la compleja vida de la historiadora y escritora de viajes Jan Morris, nacida James, que a pesar de su acomodada y encorsetada vida de clase alta británica, sintió desde su juventud la necesidad de ser mujer. "Es la historia de una transformación que narra los enigmas que enfrenta un ser humano reconciliándose con su naturaleza. Es una búsqueda de identidad".



La jornada matutina se cerró bajo el auspicio de las "Heroínas", tales como la escritora María Luisa Bombal, cuya trágica vida no opaca, en palabras de Isabel Mellado "su condición de pionera de una literatura oscura y sexual"; o Edith Olivier, una escritora "producto de la era victoriana", cuya originalidad e individualismo contagian a su literatura de "una particular forma de ver el mundo", sostiene el bibliotecario Ernesto Montequin. Por su parte, Kiko Amat destacó la voz de la escritora Mary Karr, que en El club de los mentirosos narra su dura historia de su sufrimiento "a través de una voz personal y humorística. Deja sus heridas familiares al aire para que cicatricen y crea con ellas un chiste macabro, como lo es la vida". Como cierre, la cineasta Inés París deslizó a través de Bruna Husky, cibernético personaje creado por Rosa Montero, varias ideas feministas que entroncan con el secular arquetipo de los autómatas. "Lo femenino en nuestra cultura adolece de artificialidad por culpa de nuestra exclusión total en la historia del arte, en la que somos estereotipadas y arquetipadas".



Aprender del pasado

Tras una intensa conversación entre Emmanuel Carrère, premiado en la pasada Feria de Guadalajara, el presidente de ésta Raúl Padilla, y el editor de Anagrama Jorge Herralde, la jornada del sábado concluyó con las "Sibilas" encarnadas en mujeres como la Joy Williams que dibujó Laura Fernández o la Lydia Davis que plasmó Sabina Urraca. También en las protagonistas de Dos damas muy serias, la novela de Jane Bowles, también ella una mujer singular, escogida por el humorista Joaquín Reyes. El colombiano Santiago Gamboa, por su parte, se centró en la protagonista femenina de una compleja y vibrante parábola de Graham Greene, donde el amor imposible resuena como tema clásico de la literatura. Pero la visión más original la ofreció Javier Pérez Andújar al bucear en la miríada de interconexiones que le planteó ("leo libros para imaginarme mundos, no me fijo mucho en la historia") el relato medieval Melusina, la historia de un hada hechizada con la que el escritor establece puentes hasta las pinturas rupestres a través de toda la cultura grecolatina y judeocristiana. "La tradición medieval es la prolongación de una manera mágica de entender el mundo, la primera, la de las cavernas".



El domingo fue el turno de visitar otras manifestaciones literarias de la feminidad, las "Diosas", las "Pitonisas" y las "Divas". Pandora y la obsesión de Henry James por contraponer dos mundos, dos mitades de sí mismo como fueron Estados Unidos y Europa centraron la charla del argentino Eduardo Berti, que continúa infatigable su recuperación de los cuentos del norteamericano. Anna Caballé planteó espléndidamente dónde se halla la fina línea que separa al mito o diosa de la mujer en la compleja biografía de Cleopatra, "que no debemos olvidar que fue escrita siempre por sus enemigos". La dramaturga Lucía Carballal puso la nota teatral al hablar de las Tres hermanas de Chéjov, en una reflexión que apuntó las grandes revoluciones del maestro al teatro contemporáneo y reveló que en sus obras no existe una diferenciación de sexos, si bien todo sus personajes "son indolentes, asumen su destino y viven anclados en el pasado, lo que les genera una infelicidad que el público de entonces jamás había visto en un escenario". Pero para reflexión la que planteó Antonio Orejudo al narrar la sobrecogedora historia del Eleno de Céspedes, una lesbiana que sufrió un crudo proceso inquisitorial en pleno siglo XVI. "Estos textos antiguos se pueden leer como piezas de arqueología o como algo escrito ayer. Las dos formas son válidas y legítimas, pero la primera es un acto de humildad que nos enseña que hubo otros mundos que no son como el nuestro".



La segunda charla de la mañana se centró principalmente en grandes clásicos. Pilar Adón comenzó desgranando las claves del Orlando de Virginia Woolf, donde la escritora arremetía contra ciertos aspectos de su vida, como su padre o el no poder haber ido a la universidad, y proclamaba, a través del famoso cambio de sexo del personaje, "la absoluta igualdad entre hombres y mujeres". Josep Massot se propuso bucear en las mujeres de Baudelaire, que en sus versos mezcla "todas las figuras femeninas que un hombre pueda imaginar: diosas antiguas, a su madre, mujeres bíblicas, prostitutas, mendigas, amantes, actrices de medio pelo". Después, Lorenzo Silva se ocupó de la Lady Susan de Jane Austen, "novela verdaderamente extraordinaria, de una actualidad increíble y totalmente sorprendente, que Austen escribe con sólo 18 años... ¿De dónde sacó la agudeza para hacer algo tan sutil y sintético?", se pregunta el escritor. Cerró la mesa Silvia Terrón aludiendo a La pasión según G. H., un misterioso relato donde "la pitonisa Clarice Lispector logra deshumanizarnos y apartarnos de la razón, la moral, el tiempo y el lenguaje".



¿Quién es poeta?

Como colofón, la última mesa combinó las historias personales de los escritores Pierre Assouline y Gerald Martin, con las de sus personajes elegidos, el primero, la escritora Marguerite Duras, y el segundo la indómita Molly Bloom que planea en el Ulises de Joyce. Antes Basilio Baltasar había lanzado una pequeña granada al reflexionar con franca gracia sobre la Medea de Eurípides, que según el editor quiso plantear "la guerra declarada entre dos mujeres que ambicionan al mismo hombre". También la estadounidense Judith Thurman quiso hablar de "aquellos que no quieren vivir entre géneros", lo que trasladado a nivel literario supone "trascender la vida y las convenciones de la escritura", como hace la escritor Colette, en quien centró su charla. Finalmente, en un perfecto círculo, de nuevo Cartarescu habló para responder a una pregunta clave en la literatura: ¿Quién es poeta? Para el rumano, "la mayor de todas sigue siendo la primera, Safo", cuya estirpe Cartrarescu extiende a otras dos escritoras, la poeta japonesa del siglo X Sei Shonagon, y la escritora británica Virginia Woolf, cuyo libro Las olas ha escogido el escritor. "He leído muchos libros, seguramente mejores, pero nunca tan bellos. Es una experiencia de la feminidad sin límites".



Precisamente Virginia Woolf, además de protagonizar dos charlas, estuvo presente de manra mucho más vívida en las Conversaciones gracias a la puesta en práctica de una idea que el también presidente del Jurado del Premip Formentor, Basilio Baltasar, quiere potenciar en próximas ediciones: "incorporar a esta fiesta literaria las bellas artes, alrededor de esa columna vertebral que es el libro". Los asistentes pudieron disfrutar de la pieza de teatro Una habitación propia, el monólogo basado en la autora de El cuarto de Jacob, interpretado por Clara Sanchis, que arrasó el año pasado en los escenarios españoles. Además, esta edición también ha contado con una impactante muestra fotográfica realizada por el fotógrafo Kim Manresa y el periodista Xavi Ayén, quienes desde 2005, han recorrido medio mundo entrevistando a los Premios Nobel de Literatura en sus lugares de residencia o en los escenarios de sus obras. Estos retratos, entre los que se hallan escritores como Gabriel García Márquez, Toni Morrison, Imre Kertész o José Saramago acompañados de unas breves anécdotas y reflexiones, han dado lugar a Paseos de Nobel, colección que se ha incorporado al Museo Nobel de Estocolmo.