Rosa Montero
Ambientada en el Madrid de 2110, la última publicación de Rosa Montero (Madrid, 1951) es la tercera entrega de Bruna Husky, una de las debilidades de la también periodista que, advierte, no será la última. "Los tiempos del odio (Seix Barral) son los nuestros", afirma con cierta ironía la escritora aludiendo a su título. Y no le falta razón. Envuelta en una intriga que se extiende hasta la desaparición del inspector Lizard, en esta ocasión la detective replicante más famosa de su universo tendrá que lidiar con un mundo cada vez más crispado. El mundo de los dogmas cuyos ecos resuenan a Trump o a Bolsonaro. A crisis democrática. "Es el abismo", dice Montero. De fondo, recuerda entre sus páginas, "sin amor no merece la pena vivir".Pregunta.- Después de Lágrimas en la lluvia (2011) y El peso del corazón (2015), repite por tercera vez con su protagonista Bruna Husky, ¿qué tiene este personaje para ser uno de sus preferidos?
Respuesta.- Creo que es el que, en lo profundo, se parece más a mí. Yo no soy una replicante de combate obviamente, pero sí se parece en esa especie de furia, en esa obsesión, que tiene con la muerte y con el paso del tiempo, con lo que el tiempo nos hace o nos deshace. Porque vivir es irse deshaciendo en el tiempo. Pero también Bruna Husky es una especie de bicho, de animal furioso y voraz que, justamente porque está tan obsesionada con esos temas, es muy capaz de vivir intensamente. Ella se come la vida a bocados y yo soy un poco así. Menos exagerada, claro. Pero yo también, desde que era pequeña, he estado obsesionada con la muerte y con el paso del tiempo y a la vez siempre he sido una gran vividora. La mayor parte de la gente se las arregla para vivir creyendo que son inmortales, para mí es muy difícil hacer eso. De hecho, tengo la teoría de que la mayoría de los novelistas somos personas más obsesionados con la muerte que con la vida y, dentro de los novelistas, yo lo soy todavía más. Me siento muy cerca a esa angustia existencial y de esas ganas de vivir.
P.- ¿Y cómo ha evolucionado su protagonista desde que publicó el primero de ellos, en 2011, hasta ahora?Estamos viviendo en los tiempos del odio verdaderamente, lo que nos puede llevar a una involución política de dimensiones incalculables".
R.- Las novelas son como sueños, nacen del mismo lugar del inconsciente que los sueños, entonces realmente no controlas por qué escribes lo que escribes. Me he dado cuenta, recientemente, de que en mis novelas se repiten mucho una misma estructura. Y en Los tiempos del odio es más evidente que nunca. Bruna, en la primera novela, era ese personaje completamente rabioso que se odiaba, que odiaba al mundo y que estaba sola. Un androide de combate tremendamente valiente en lo físico y en lo corporal pero muy cobarde, o al menos lo era, en lo emocional, porque pensaba que las emociones o los sentimientos la debilitaban. A lo largo de estas tres novelas va madurando emocionalmente, cada vez va comprendiéndose mejor, admitiendo su parte emocional y sentimental... En este sentido esta novela, que yo creo que es la mejor de las tres, ha sido como una culminación. Yo la siento así. Aunque pienso escribir otra historia de Bruna Husky dentro de unos años, sí que noto que esto es como el cierre de un ciclo y como una culminación de todas las novelas y de su historia. Me ha encantado cómo llega todo al final. De las tres es la más vertiginosa de trama, empieza y te conduce a toda velocidad hacia ese final que es como un gran final, como los finales apoteósicos de las sinfonías donde suenan todos los instrumentos que han ido sonando en las otras novelas, de repente suenan y se completan las historias. No obstante, insisto, de todas maneras habrá otra. Pero este es un final en punta, me ha emocionado mucho, es muy íntimo y me ha resultado tremendamente emocionante.
P.- Escribe ciencia ficción pero, sin embargo, ha comentado en más de una ocasión que las novelas de Bruna Husky son las más realistas, ¿lo sigue pensando?
R.- Sí. Mis novelas de ciencia ficción son las más realistas que he escrito. Además es que son de un realismo detallista. En la primera, por ejemplo, hablaba hasta del reglamento interno de los taxistas de Madrid. En esta, escribo del porcentaje de paro que hay... La representación de la realidad es muy potente. La ciencia ficción, que me encanta como lectora, tiene esa capacidad, es una herramienta metafórica poderosísima para hablar del aquí y del ahora. Yo no estoy interesada en hablar del futuro, estoy interesada en hablar de la condición humana. Qué nos sucede y qué nos está sucediendo.
P.- ¿Y cuál considera que es la más realista?
R.- Los tiempos del odio, toda la serie de Bruna, pero está en concreto es un retrato tremendo de la situación en la que estamos. Estamos viviendo en los tiempos del odio verdaderamente, en una frontera con un cierto abismo, con un precipicio que nos puede llevar a una involución política de dimensiones incalculables. Hay ahora mismo una crisis de credibilidad democrática como no ha habido nunca desde que se inventó el sistema. Y existe una tentación de regresar a los dogmatismos, a las tiranías, a los autoritarismos que laten en el mundo y crecen tremendamente por un falso entendimiento. Se ve la democracia tan corrupta, tan mentirosa y tan hipócrita que es verdad, porque todo eso lo es y mucha gente mayor y mucha gente joven que no tiene otras referencias se confunden y creen que la falsa pureza de los dogmatismos, los fanatismos y los totalitarismos es una opción viable cuando es el infierno. De eso habla esta novela. De cómo el poder de siempre, porque además en esta novela hay una trama que llega hasta el siglo XVI, como el poder de siempre va utilizando a las mismas víctimas y va engañando y va arrasando.
Lo que no se puede hacer es que haya un asesinato como el de Khashoggi y que los gobiernos no tomen medidas".
R.- Totalmente. Desde que empecé con esta serie hace diez u once años, he sentido escalofríos de ver cómo parece que la realidad me va siguiendo. Recuerdo, por ejemplo, que en la primera novela ya hablaba del toque de queda para los menores. A los seis meses de publicarse implantaron un toque de queda para menores en los suburbios de París. Nada más y nada menos que en París. Desde esa primera novela yo ya lo detectaba en el aire, veía ese anhelo retrógrado de volver al dogma teocrático, los fanatismos religiosos, o al totalitario. Eso se veía en las dos plataformas que inventé: Labari y Cosmos. Y eso no ha hecho más que incrementarse en la realidad de Bruna y en la de nuestro mundo. Fíjate que cuando escribí la primera Bruna con esa plataforma teocrática de Labari no había aparecido el ISIS, y apareció poco después y era mucho peor. Así que sí, yo tengo la sensación de que la realidad me va siguiendo los pasos, lo cual me inquieta.
P.- En este contexto, ¿cómo vive el apoyo hacia la extrema derecha del electorado como ha pasado recientemente con Bolsonaro en Brasil?
R.- Es justamente de lo que habla la novela y de lo que viene hablando el mundo de Bruna desde hace casi diez años. No es solo Bolsonaro, que es una tragedia para Brasil, para todo el mundo y en especial para toda Latinoamérica, porque además yo ya estoy viendo como este tío va a estar pagando los movimientos de extrema derecha de toda América Latina. Ya tienen a Trump que es una bota horrosa en el cuello, ahora con Bolsonaro en Brasil no sé cómo van a salir de esta. Y el resto del mundo pues ahí estamos. Estamos en un precipicio y justamente de ese precipicio y de la manipulación de las fuerzas oscuras es de lo que habla la novela.
P.- Otros temas de los que habla en su obra es de la crisis de valores, del calentamiento global, los extremismos... ¿se siente optimista con este panorama? ¿Ve soluciones?
R.- Soy voluntarista y creo verdaderamente que si empujamos la realidad, si nos ponemos las pilas, podemos cambiarlo y cambiarlo para bien. Lo que pasa es que me parece que hay una falta de conciencia de los políticos. Lo que no se puede hacer es que haya un asesinato como el de Khashoggi y que los gobiernos, esos gobiernos de las famosas democracias que tanto dicen defender los derechos humanos, no tomen medidas porque simplemente les va en el contrato, contratos millonarios de armas además. Esto la gente lo ve como una injusticia, una hipocresía y una falta de legitimidad de los sistemas democráticos. Lo que pasa es que fuera del sistema democrático es el infierno. Lo que necesitamos es regenerar las democracias, reinventarse un poco y restaurar el sistema. Saquemos democracia.5 porque la que tenemos no nos sirve. Pero no podemos salir del sistema.
P.- "Sin el amor la vida no tiene sentido", repite a lo largo de sus páginas como una especie de mantra, ¿no lo tiene?
R.- Es la otra pata de la novela. Una son esos vientos de fuego que yo noto que recorren el mundo del sectarismo, animadversión y odio. Trump por ejemplo es el discurso político del odio. Llegó así al poder. Esta cosa terrorífica es una parte. Luego hay muchos subtemas, están todos los temas míos de siempre - la memoria artificial, el paso del tiempo, la muerte...-, pero los dos grandes temas son, por un lado, el viento de furia y el abismo que se nos abre a nuestros pies, y, por el otro, que sin amor no merece la pena vivir. Ya se ve desde la portada, es la primera línea de la novela y luego se repite muchas veces hasta el final. Esa frase se tiene que tomar en dos sentidos. Como el amor en general, es decir, frente al odio hay que cultivar la empatía. Sin eso no vamos a poder salir. Pero también el lado pasional, que ese es un poco como la evolución de Bruna. Ella necesita encontrar ese punto de equilibrio entre la debilidad en la que te coloca amar a alguien y el hecho de que sin abrirte a ese riesgo la vida no merecer la pena. Hay una paz, que es la paz de los cementerios, que no creo que sea una buena opción.
@mailouti