La maldición de la Casa Grande
Juan Ramón Lucas
2 noviembre, 2018 01:00Juan Ramón Lucas. Foto: Fundación I. Gemio
Los estilemas decimonónicos, si se tratan con tiento, permiten desplegar los mejores recursos de lo canónico, que no deja de ser lo clásico. El amor más allá de la muerte y una protagonista apasionada que por carácter sobrevive a las zozobras de la miseria en la zona minera de Murcia -La Unión- son algunos de los atractivos de la novela de Juan Ramón Lucas (Madrid, 1958). Añádase que los recuerdos de la protagonista, María Adra (María la Guapa), vienen pespunteados de lirismos y equilibrio.En esta primera novela, Lucas se gusta en la remembranza de un cacique minero que dominó el campo de los metales entre Cartagena y el Cabo de Palos a finales del XIX: el Tío Lobo (Miguel Zapata). Sobre este olvidado tirano, el autor nos da documentada noticia y aparece en las páginas como la réplica a la protagonista, a quien unirá un inapelable lazo de sangre.
Con buena mano, fija Lucas las penas del tajo y a aquellos mineros andaluces que se quitaban las penas con cantares y licores de muerte y alpaca. La novela entremezcla una realidad palpable y una narración creíble sobre un tiempo poco famoseado en España. Con una lograda voz femenina, los personajes andan trazados con limpieza de apriorismos: la tragedia de María Adra queda bien cantada sobre un fondo epocal referido casi a ritmo de cartagenera. A pesar de algún racconto que despista, de descripciones reiteradas de la propia Casa Grande y de su maldición, hay un trabajo ímprobo de prospección en ese micromundo mineral de Murcia. Se citan las enfermedades de la inmundicia, y hay cierta habilidad en interpretar sin mentira a personajes que existieron; seres sobre los que el tiempo ha instalado una caricatura de miedo.
Lucas se sumerge con todo en las minas del sureste, y sus seres sufren y son reales, y se agradece el esfuerzo por novelar esos años duros de miseria, flamenco y pasiones desbordadas. Hay concesiones incluso al realismo mágico en el afán de la ópera prima. Es un Germinal: con aromas de chumbera y algún murcianismo necesario.
@JesusNJurado