Eduardo Mendoza
La novela que encabeza nuestra lista de la mejor narrativa en lengua española de 2018 empieza con un cuerpo humano exhausto,recorrido por incontables hormigas formando sobre él caminos y circunvalaciones. Se trata de Sur, de Antonio Soler, que de este modo sienta las bases de su mirada a la vida contemporánea con el concepto de ciudad como gran metáfora. Hay algo muy siglo XX en su estructura y diálogos, que al mismo tiempo convocan al XXI no sólo mediante la reproducción anecdótica de diálogos de Whatsapp sino, sobre todo, en su intuición de que el futuro ha sido cancelado. Así, de un modo lateral, cabe reseguir un hilo que vincula el libro de Soler con Trilogía de la guerra de Agustín Fernández Mallo y con Ordesa de Manuel Vilas: el pasado en el presente, el presente como agotamiento del futuro.En Trilogía de la guerra, la memoria es caracterizada como una "colosal orquesta que reproduce las cosas hacia atrás", a semejanza de la espiral de sonido que convierte "A day in the life" de los Beatles en una gran abstracción del siglo XX. Pero la memoria no es tanto una orquesta como el coro de las voces de los muertos: los muertos hablan, y en ellos hablamos nosotros. Y también el futuro habla y está aquí en no-sotros, porque él tiene igualmente sus propios muertos, y cancelar la linealidad del tiempo ha de notarse en todas las direcciones. Curiosamente, Ordesa es otra novela de fantasmas pasados y futuros que hablan a través del estilo desatado de Manuel Vilas: en este caso es su familia, encarnación de España, la clase media y la dignidad intrahistórica.
Hay más pasadizos entre las novelas que han hecho "podio" en este año que termina (una lista sólo es un juego, así que permítanme la imagen). En Trilogía de la guerra se escucha un extraño sonido que representa "la manifestación física del amor puro". Tal vez el gran tema de este libro sea la poderosa fuerza creativa, asociativa y renovadora (¡también política!) del amor. Pues bien, Ordesa es otro libro fundado sobre la base del amor y la ternura. E incluso en la árida Sur, un personaje tan áspero como Céspedes experimenta "ternura" por su amante, por sí mismo, por los transeúntes de su ciudad, y "siente que algo se ablanda, no solo en su interior sino en la corteza del mundo". La misma corteza de la que surge ese sonido puro que perturba a Fernández Mallo.
En el resto de la lista, las cuatro voces femeninas aportan distintas formas de retar la comodidad del lector: Sara Mesa y Cristina Morales coinciden inesperadamente en reconocer lo subversivo que late más allá de la "normalidad"mental que establece el criterio clínico, y entregan dos novelas magníficas, Cara de pan y Lectura fácil. Pero es que Mónica Ojeda y Clara Usón no andan muy lejos de ese mismo enfoque, la primera con un thriller estremecedor titulado Mandíbula, la segunda con El asesino tímido, retrato doble de su propio infierno y del infierno vivido por una probable víctima de la razón (putrefacta) de estado. No es menos incómodo Feliz final de Isaac Rosa, variante del género home invasion donde el hogar es asaltado por la realidad, despiadada como banda de saqueadores. Completan la lista el regreso de Eduardo Mendoza en plena forma con unas falsas memorias tituladas El rey recibe (otra conexión: tanto Mendoza como Usón enfocan a un joven Juan Carlos I como síntesis política de la historia reciente de España), y la novela-consenso de Andrés Neuman, Fractura.Un hilo vincula el libro de Soler con 'Ordesa' y con 'Trilogía de la guerra': el presente como agotamiento del futuro
La lista de narrativa extranjera, que da muestras de una relación más desacomplejada con el mercado (nótese la presencia de Haruki Murakami entre los cinco títulos destacados), está encabezada por tres libros notables. El orden del día, de Éric Vuillard, es un mecanismo que se asoma a las costuras del Tercer Reich para encontrar en ellas la genealogía del siglo XXI, aunque tenga el talento de hacerlo apenas explícito a través de los nombres de las grandes multinacionales que estuvieron allí y siguen entre nosotros. Al libro no le sobra ni media palabra, tenso como un alambre sosteniendo toneladas de Historia. Lincoln en el bardo, de George Saunders, y Denuncia inmediata, de Jeffrey Eugenides, son dos nombres que confirman la persistencia de la jerarquía norteamericana ahora que sus grandes cetáceos mueren o andan retirados. No son presencias nuevas, pero en 2018 han dado dos estupendas obras: así, el relato "La vulva oracular" de Eugenides está entre lo mejor que habrán leído este año, y el esfuerzo de Saunders por persistir en su muy reconocible experimentación resulta admirable.
El redescubrimiento de una inmensa Jesmyn Ward con su excelente La canción de los vivos y los muertos cierra la nómina USA: de nuevo el sur, los fantasmas y la suspensión de un futuro incierto, esta vez con la carretera como metáfora y la tradición americana como campo de cultivo. Por su parte, La muerte del comendador nos recuerda quién es Murakami y qué clase de polaridades despierta su escritura.