Director de la Real Academia Española entre 1998 y 2010 y del Instituto Cervantes entre 2012 y 2017, Víctor García de la Concha (Villaviciosa, 1934) continúa escribiendo todas sus obras a mano. Experto en la vida y obra de santa Teresa de Jesús o san Juan de la Cruz, varios de los manuscritos que depositó ayer en la Caja de las Letras dan fe de ello. "Escribo todavía, y solamente, con bolígrafo", afirma. Lo dijo durante un acto que tuvo lugar por la mañana en el que además entregó la carta que Sánchez Ferlosio le envió en 2005, un año después de recibir el Premio Cervantes.

La suya es una vida dedicada por entero a las letras españolas y a la defensa del panhispanismo. Una larga trayectoria "como profesor universitario, crítico, filólogo, académico y como director del Instituto Cervantes y de la Real Academia Española", en palabras de Luis García Montero, que el Instituto Cervantes homenajeó ayer con la entrega de la Medalla de los Congresos Internacionales de la Lengua Española, de la mano del escritor premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, acompañado, por el propio García Montero, por el director actual de la RAE, Santiago Muñoz Machado, el académico Ignacio Bosque y el director del Cervantes de Rabat, José María Martínez.

Era, en realidad, una cuenta pendiente. Concedida el pasado mes de marzo durante el Congreso Internacional de la Lengua Española celebrado en Córdoba (Argentina), un imprevisto de última hora le impidió al filólogo viajar hasta allí. Pero "el número de sus discípulos, admiradores y amigos es tan grande que esta medalla lo ha estado persiguiendo y ahora por fin llegará a sus manos", afirmó el escritor hispano-peruano, responsable de recibirla entonces en su nombre. "Diré sin más que probablemente ninguna persona merecía tanto recibir esta medalla –defendió Vargas Llosa-. Nadie ha hecho tanto por esa hermosa lengua que compartimos y que está esparcida por todos los continentes del globo. Víctor ha hecho de manera discreta pero profunda e incansable un enorme servicio por mantener nuestra lengua en el más alto nivel".

Elegido en noviembre de 1991 por la Real Academia Española como miembro de número, desde que ingresó en mayo de 1992 García de la Concha no ha dejado de ocupar cargos institucionales. Fue él mismo el que recordó ayer el día en que fue elegido director de la Academia, en una muestra de gratitud hacia los reyes de España. "La corona a mí me cambió la vida", confesó.

"Al día siguiente de ser elegido, hacia las nueve de la mañana, sonó el teléfono –narró-. Yo estaba todavía en la cama y me dijeron que me llamaba su majestad el rey. Pensé que era una broma". Pero no. "Te llamo para que te ocupes de una cosa –le dijo el monarca al día siguiente-. Simplemente América. Que las 21 academias americanas formen junto con la española una única unidad". Y así lo hizo. Desde entonces, realizó un total de 54 viajes al continente, con una media de tres países por visita, transmitiendo el saludo y el deseo del rey.

El primero de aquellos viajes fue a Chile. En aquellos días, Garzón acababa de denunciar a Pinochet. "Era un día de perros –recordó el homenajeado-. Nevaba, cosa que no era muy frecuente. Fui al hotel, me cambié y volví esperando que no hubiera nadie. Cuando entré en el aula estaba absolutamente llena con todas las autoridades civiles, militares y eclesiásticas". Era el inicio de un largo recorrido. Después, uno a uno, fue visitando a todos los jefes de gobiernos. "Me di cuenta de que aquello era una cosa que América estaba esperando, y que a nosotros nos bastaba muy poco. Simplemente trabajar en pie de igualdad".

Como explicó Santiago Muñoz Machado, "a Víctor se le debe el haber recreado el panhispanismo como un método más allá de una idea o una ideología". En su etapa como director de la Academia potenció de manera muy importante la relación con las Academias americanas en busca de una política lingüística panhispánica que dio como fruto la construcción de una Nueva gramática de la lengua española, el Diccionario de americanismos, el Diccionario panhispánico de dudas y la nueva edición de la Ortografía de la lengua española. "Tendríamos una impresión igualmente falsa si nos fijamos solo en eso –matizó Muñoz Machado-. Porque yo creo que lo más sustancial que ha aportado a la RAE es una manera de entenderla, creerla, hacer funcionar la institución, sentar sus bases".

La suya fue una etapa "única en la historia de la Real Academia Española", indicó Ignacio Bosque. "Años de trabajo intenso, proyectos, esfuerzos e ilusiones". El académico, recuerda, conoció aquellos tiempos de primera mano. "Esos doce intensos años estuvieron jalonados por el público. Todavía hoy creen algunos que los diccionarios y las gramáticas ya están hechas. Ni qué decir tiene que no es así" pero "la puesta en práctica de esa política absolutamente nueva correspondió por completo a García de la Concha. Lo que no sabe todo el mundo es que su implantación no estuvo exenta de dificultades".

En sus años como director, el filólogo "negoció con presidentes de repúblicas,  potenció y robusteció el papel de la fundación para la Academia, los recursos informáticos, entre ellos los corpus y la gramática panhispánica", continuó. Durante su intervención, el catedrático y académico recordó además que si la unidad de la lengua estuvo en riesgo alguna vez, ya no lo está. "Lo que ahora está en riesgo es el sentimiento por la lengua. Víctor ha hecho notar que el gran reto del español está en la escuela. En conseguir que los jóvenes comprendan que gracias al idioma articulan su pensamiento". En palabras de García de la Concha, "la lengua no es un adorno cultural. El que la cuida piensa mejor, defiende sus derechos, aprende a matizar y es mucho menos probable que le engañen".

Hombre de acción, emprendimiento y defensor de la labor de equipo, definió Bosque, el homenajeado "consiguió que la RAE fuera además un lugar de encuentro, confrontación y enriquecimiento mutuo permanente".

Su paso por el Instituto Cervantes

Pero, tal y como recordó Ignacio Bosque, su trabajo no concluyó cuando abandonó la dirección en 2010. Cuatro años después publicó La Real Academia Española: vida e historia y a finales de 2018 el Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica también dirigido por él. En 2012 fue elegido director del Instituto Cervantes. "Todavía no sé por qué aceptó el trabajo de dirigirnos en una época en la que él ya había decidido dedicarse exclusivamente a escribir, leer y escuchar música", cuestionó José María Martínez, director de Gabinete del Instituto durante el mandato de García de la Concha. "Una vez le pregunté y me dijo que porque se lo había pedido alguien a quien no podía decir que no". Aquella decisión, "salvó al Instituto en una de sus etapas más difíciles".

Su mandato, al menos, coincidió con la crisis económica española que azotó especialmente al ámbito cultural. "Me acuerdo –compartió Vargas Llosa en este sentido- que cuando estaba de director del Instituto me dijo, con un suspiro de alivio: ‘He conseguido no cerrar un solo Cervantes en el mundo’. Y no solo consiguió que ninguno cerrara sino que logró que se abrieran bastantes más". Durante esos años, además, "dotó de una poderosa fuerza y puso en marcha proyectos que resultan ya irrenunciables", puntualizó Martínez. "Sabemos que juntos somos más".

Luis García Montero aprovechó la ocasión para señalar que "ha sido mucha la herencia que nos ha dejado como profesor, crítico, director de la RAE durante tres mandatos donde demostró que los intelectuales pueden ser buenos gestores, y una dirección decisiva de este Instituto". Para su actual presidente, García de la Concha "trajo la voluntad clara de defender el panhispanismo como ámbito de defensa de la lengua y la cultura hispánica. Fue un trabajo que nos enriqueció mucho. No se trata de reconocer la evidencia de que formamos parte de una comunidad amplísima sino que además hay que institucionalizarlo desde el trabajo diario".

Su trayectoria, explicó, "amplió el horizonte del DELE al SIELE”. Con él, "se preparó el terreno para firmar el SICELE". Es solo un ejemplo que "se puede reforzar con la apuesta que se hizo por abrir en Harvard un observatorio de la lengua española o un campus donde volvieran a juntarse instituciones que conviertan al español en una lengua de ciencia". No obstante, García Montero quiso salirse de su papel institucional para "hablar con el corazón en la mano" como poeta y filólogo porque García de la Concha representó para su generación “un referente en los estudios de filología" y "una guía fundamental para los creadores y poetas".

"Especial emoción me produce el recuerdo de la casa de Verines porque allí gracias a Víctor García de la Concha empezamos a reunirnos en el año 1985, jóvenes escritores, poetas y narradores, algunos hoy muy maduros, representantes de las distintas lenguas del estado. Allí se hablaba en catalán, euskera, gallego y se compartía lo que debe ser la riqueza de una comunidad que no entiende de crispaciones", manifestó su heredero en el cargo.

También, cómo no, hubo momentos complicados. "Tal vez demasiados, pero estoy seguro de que han caído en el olvido", reconoció José María Martínez antes de encomendarle dos nuevas tareas. "Antes de que decidas dedicarte exclusivamente a escribir, leer y escuchar música deberías rendir aún dos servicios a tu país", le pidió. El primero crear una academia oratoria. Lo segundo escribir sus memorias. "Creo que en nombre de todos cuantos hemos trabajado contigo en el Instituto Cervantes, querido maestro, muchas gracias".

En un acto en el que además se proyectó un vídeo homenaje y en el que los reyes dedicaron unas palabras de agradecimiento, leídas por Luis García Montero, Mario Vargas Llosa hizo entrega, finalmente, de la medalla de los Congresos Internacionales de la Lengua a García de la Concha.  "Quisiera señalar entre sus oficios el del crítico –recordó el escritor de La ciudad y los perros-. Es fundamental para que la literatura llegue a un vasto público. Nadie como un crítico es capaz de señalar en esa multitud de libros que se publican cada día aquellos que son excelentes, importantes o interesantes. No me refiero a  la crítica académica, mucho más limitada, sino a aquella tan empobrecida en nuestros días del diario o la revista que llega al gran público no profesional. En esto su extraordinaria labor debe ser reseñada y aplaudida".

"Montero ha mencionado la importancia de los artículos en los que comentaba la nueva poesía –continuó-. Yo también leía con enorme admiración estos artículos que nos guiaban dentro de la maleza y de la abundancia de la poesía que se publicaba. Solo en esa labor tenemos que estar enormemente agradecidos a él. Nadie lo ha hecho con tanta eficacia, sensibilidad y tanto respeto a autores y lectores".

Víctor García de la Concha recibió la medalla agradeciendo a los reyes, "porque es un acto de justicia", a todos los compañeros que le han acompañado en su trayectoria y a su mujer, Ana, "sin la cual nada hubiera sido posible. Sigue siendo así". El filólogo aprovechó la ocasión para recordar que ahora "la RAE va a comenzar una segunda gran etapa de panhispanismo que se centrará fundamentalmente en la inteligencia artificial".

@mailouti