Aunque queda margen para recibir el fin de año, 2019 será sin duda recordado por Joan Margarit. El poeta, que hace unos días obtenía el Premio Cervantes, el más importante de las letras en español, recogerá hoy en el Salón de Columnas del Palacio Real una antigua cuenta pendiente, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana que concede Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca, y que fue anunciado el pasado mes de mayo.
El acto, que tendrá lugar esta tarde a las 19.30, coincide, como parte del premio, dotado en 42.000 euros, con la edición de un poemario antológico del galardonado, que en esta ocasión lleva el título de Viaje hacia la sombra. Un volumen bilingüe, en castellano y catalán, dividido en seis estancias temáticas -Ciudades, Posguerra, Refugios, Ellas, La edad y sus verdades y Autorretratos- que busca que los versos dialoguen entre sí, según explica la antóloga del libro, Lina Rodríguez y que incluye, además de un poema inédito, una extensa introducción y una bibliografía del poeta.
Caracterizado por haber cultivado simultáneamente sus dos lenguas, según destacó el jurado del premio en su momento, durante la presentación de la obra, el propio Margarit ha recordado cómo fue su infancia en esa España en la que el catalán estaba prohibido. “Yo escribí cuatro libros en castellano en mi juventud y el primero de ellos lo prologó mi amigo Camilo José Cela. Pero yo sabía que aquello no era lo que yo quería. Así pasaron otros veinte años hasta que se produjo el resurgimiento. Entonces empecé a escribir en catalán. Volví a pifiarla. Vino el exceso de entusiasmo al descubrir ese camino de la propia lengua materna. Hubo que volver a empezar”.
En este sentido, continúa, “les desafío a que me digan un solo gran poeta en el mundo que haya escrito algo que mereciera la pena en una lengua que no fuera la materna. Uno solo. No existe. La poesía no tiene nada que ver con la prosa. La prosa está llena de ejemplos. Francia está llena de grandes autores en francés que no lo son. Pero en la poesía no hay”.
Es así como, a partir de ese momento, sus versos estarán siempre escritos en ambas lenguas, "en un tenaz ejercicio de creación bilingüe que no tiene parangón en la poesía europea actual", según describe Lina Rodríguez. Él mismo ha contado en más de una ocasión que empieza siempre sus poemas en su lengua materna, para, después de la primera semana, trabajarlos además en español, del modo que no se traduce, sino que más bien compone dos versiones distintas. “El castellano que Franco me lo ha puesto a bofetadas –bromea- no se la voy a devolver”.
La poesía como consuelo
“Se pagan caros los intentos/ de destruir el dolor, porque también/ está el amor ahí”, escribe en De Senectute uno de los poemas que incluye esta antología y de los que el arquitecto, afirma, se siente más satisfecho. “A lo largo de una vida suceden muchos episodios dolorosos, a veces crueles. Pero sin el dolor no hubiéramos amado así. No se obsesionen con extraer ese sentimiento”, aconseja Margarit antes de señalar que, en cualquier caso, “música y poesía son las dos grandes herramientas de consuelo”.
Consuelo o no, lo cierto es que la poesía le ha dado grandes sorpresas al autor. Como la que vivió en la última feria del libro de Salamanca durante la presentación de su último libro. “Vendrás preparado –cuenta que le advirtieron- ya sabes que aquí en Salamanca los más odiados son los catalanes”. Hoy la recuerda como una de las mejores presentaciones de su vida. “Empecé con un recital a las 19.00, me fui a las 23.00. Se pidieron poemas en catalán. Acabamos firmando y agotando mis libros. A veces no somos el país que nos cuentan. También hay que exigir que nos digan algo más de verdad”, reflexiona sutilmente.
El miedo y el progreso
Premio Reina Sofía de Poesía y Premio Cervantes, junto a Margarit, solo diez poetas han recibido este doble reconocimiento: Ida Vitale, José Emilio Pacheco, Antonio Gamoneda, Juan Gelman, José Manuel Caballero, Nicanor Parra, Álvaro Mutis, José Hierro y Gonzalo Rojo. Desde su primer poemario en 1963, Cantos para la coral de un hombre solo, ha publicado más de treinta libros de poesía y, a lo largo de su trayectoria profesional, ha compaginado esta faceta de poeta con la de catedrático de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Cataluña. Pero por mucho que hayamos avanzado, reflexiona, “tenemos miedo y el miedo no lo podemos borrar”.
“Yo comencé a trabajar con los primeros grandes ordenadores que llegaron a España –comparte-. Podía resolver en el momento 5 o 6 ecuaciones con 5 incógnitas y de repente tenías un arma que resolvía entonces 30. Ahora puedes resolver cientos de miles. Pero igualmente no podíamos hacer cualquier tipo de edificio. Quiero decir que la ciencia y la técnica nos han producido la ilusión de que avanzábamos pero continuamos con los mismos riesgos”.
El arquitecto de las palabras es de la opinión de que la ciencia y los avances técnicos tampoco nos han ayudado a progresar. “Veo una sociedad con mucho miedo, con el miedo de siempre, en un momento en que habría que ser más valiente”. ¿Y qué es lo único que nos puede dar un cierto grado de valentía?, se plantea. “Que yo sepa la cultura. Mientras haya poca gente que lea poesía estaremos igual. El fútbol está muy bien, pero es solo una distracción. Esto tiene que cambiar de alguna manera. No confío en la ciencia para esto, confío en la cultura y confío en la poesía".
Margarit es autor de obras como Amar es dónde, Misteriosamente feliz, Se pierde la señal, ha publicado en castellano y catalán, además de Crónica, Luz de lluvia, Edad roja, Aguafuertes, Estaciò de França, Los motivos del lobo, Joana -dedicado a su hija fallecida-, El primer frío y Un asombroso invierno. Recientemente la editorial Austral reeditó sus obras completas en Todos los poemas. (1975-2015).
Conciertos (poema inédito)
Escuchar música en un cuarto:
un violoncelo, un piano, unos pocos amigos.
Que avance una sonata
mientras en la ventana se oscurece la tarde.
Me resulta difícil escuchar,
entre una multitud, a un gran intérprete.
De nuevo hallé en la música
la soledad que me salvó en la infancia.
Desde entonces me tapo los oídos
cada vez que a Beethoven lo atraviesa, violento,
Napoleón montado en su caballo.
Concerts
Fer música en un quarto. Violoncel, piano.
Alguns amics. Que una sonata avanci
mentre que a la finestra es va enfosquint la tarda.
Em resulta difícil escoltar un gran intèrpret
entre una multitud. Vaig a retrobar en la música
la soledat que em va saltar a la infància.
Des de llavors em tapo les orelles
cada cop que a Beethoven el travessa
Napoleó a cavall amb violència.