"Hemos perdido al más grande pensador conservador actual, que no solo tuvo las agallas de decir lo que pensaba, sino que también lo expresaba maravillosamente". Con estas palabras despedía Boris Johnson por twitter a sir Roger Scruton (Lincolnshire, 1944), escritor y filósofo, especialista en Estética y profundo estudioso de la música y el arte, que falleció el pasado domingo aquejado de un cáncer. Muchas de sus obras pueden encontrarse traducidas al español, entre las que figuran Conservadurismo, donde reflexiona sobre el significado actual de su pensamiento; La belleza, análisis sobre si hay hoy un canon y qué lugar le reservamos en nuestros días, Pensadores de la nueva izquierda, donde se emplea a fondo contra 14 pensadores de la izquierda como Michel Foucault y Jean-Paul Sartre; o El anillo de la verdad, acerca de la obra maestra de Wagner y su concepción de la humanidad. Su producción intelectual es extensa y aborda temas muy variados, con un interés por reflexionar sobre aquellos que nos alegran la vida: temas sexuales (Sexual Desire), caza (On Hunting) e incluso enología (Bebo, luego existo).
Según ha explicado en entrevistas, Scruton abrazó el conservadurismo a la manera de San Pablo, como una revelación, pues se dio cuenta de su ideología justamente en las revueltas estudiantiles de 1968, cuando siendo un joven apolítico le costaba entender lo que estaba pasando. A partir de entonces dedicó gran parte de su vida a desarrollar una filosofía conservadora lo suficientemente persuasiva y tentadora para contrarrestar las ideas marxistas que habían calado profundamente entre sus estudiantes universitarios (fue profesor en Reino Unido, Francia y Estados Unidos) y entre el profesorado.
Él definía así su ideología: "Los conservadores son gente que aman algo real y quieren retenerlo". Establecía una distinción entre el pensamiento conservador anglosajón, fundamentado en el individualismo, frente al conservadurismo continental de los países católicos y protestantes, donde es anti individualista, más reaccionario y más obediente del poder. Explicaba su pensamiento más como una actitud que como una ideología: "El conservadurismo parte de un sentimiento que todas las personas maduras pueden compartir fácilmente: el sentimiento de que las cosas buenas se destruyen fácilmente, pero no se crean fácilmente. Esto es cierto especialmente con las cosas buenas como la paz, la libertad, el derecho, el espíritu cívico, el espíritu público, la seguridad de la propiedad y de la familia, en todo lo cual dependemos de la cooperación de los demás porque de forma individual no podríamos obtenerlo".
Cuesta creerlo, pero lo terrible en la vida de Scruton es que pagó caro defender sus ideas, estudiarlas y propagarlas. En los años 80 fundó The Salisbury Review, revista que apostaba por un conservadurismo tradicional frente al thatcherismo, y en la que abordó temas muy espinosos como el multiculturalismo, el desarme nuclear, el feminismo o la enseñanza universitaria. Sus opiniones empañarían su carrera académica en la universidad, prácticamente sería expulsado de ella; no se amilanó, se dedicó por entero a escribir y a ser colaborador de The Times, donde firmaba polémicas columnas.
A Scruton algunos medios lo han calificado de profético en el campo de las ideas. Su temprano activismo anticomunista le fue recompensado con honores en algunos países de la Europa del Este una vez que estos países alcanzaron la democracia. Vaclav Havel lo condecoró con la medalla al mérito por sus actividades antisoviéticas durante los años 80, cuando el escritor fue encarcelado en Checoslovaquia (y luego deportado a su país) por difundir clandestinamente literatura prohibida en los países del telón de acero. Igualmente, el año pasado fue condecorado en Polonia y en Hungría, mientras en su país sufría una de las campañas de acoso y derribo de la izquierda mediática y política que le costó su destitución como presidente de la Comisión Building Better, Building Beautiful (algo así como Construir Mejor, Construir con Belleza).
Como profundo conocedor del arte, la arquitectura y la música, presidía esta Comisión gubernamental para asesorar sobre futuros proyectos arquitectónicos, de manera que se llevaran a cabo bajo criterios de equilibrio estético con el entorno. Una entrevista concedida al periódico de izquierdas New Statement lo presentó como un racista y antisemita. La publicación literal de la entrevista demostró después que ésta había sido burdamente manipulada por su autor, pero el daño ya estaba hecho, pues incluso medios y diputados conservadores le dieron la espalda.
Al final de su vida fundó en su casa de campo cerca de Bath Scrutopía, una escuela de verano de corte humanista a la que peregrinaban estudiantes e interesados en estudiar el pensamiento conservador en un ambiente exquisito, que combinaba la clases de Scruton con disertaciones teóricas, excusiones por el campo, exposiciones, tertulias y sesiones musicales.