Donald_Sassoon

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Letras

El mundo mórbido de Donald Sassoon

El sesgo ideológico del pensador nubla un considerable esfuerzo analítico que malgasta en deconstruir la democracia liberal en lugar de reconstruir la izquierda

3 marzo, 2020 06:33

La Historia comparada es una de las áreas más complejas de la disciplina; por no decir inabordable. Los procesos y fenómenos políticos muestran pautas comunes en los distintos lugares del Planeta. No obstante, las particularidades de cada región rebajan siempre las expectativas y pureza de la comparación y obligan a ajustar el visor para identificar sin distorsiones el objetivo perseguido; asimismo, exigen discriminar los aspectos sobre los que no cabe comparación alguna. Además, la Historia comparada requiere del investigador un conocimiento amplio de cada país o al menos fuentes muy diversas. Pese a todo, el trabajo de Sassoon resiste con la rúbrica: es un notable ejercicio de Historia comparada que en su transcurso, el autor restringe y convierte en un ensayo particularmente centrado en la crítica a lo que representa, a su juicio, Estados Unidos, con el poderoso activo que supone Trump para la ortodoxia “antimperialista”.

Donald Sassoon (El Cairo, 1946) es un prestigioso historiador marxista y discípulo de Hobsbawm. Síntomas mórbidos. Anatomía de un mundo en crisis constituye un título enérgico y atractivo. Su planteamiento es claro en cuanto que reconoce con claridad los síntomas mórbidos: el aumento de la xenofobia, el declive del Estado del bienestar y la crisis de los partidos. Igualmente, añade que otras dos manifestaciones de la crisis del orden mundial de posguerra son la errática hegemonía estadounidense y el idealismo europeo. Según Sassoon nunca hubo realmente un relato europeo sino varios. Su lógica es consistente: Reino Unido, Francia, los países del Centro, del Norte y del Sur tienen cada uno su propio relato de Europa. Aunque prescinde de proyectos unificadores, como el de Kant.

Todo parece encajar, salvo que Sassoon llega casi una década tarde. No ha escrito un balance de las transformaciones propiciadas por la crisis financiera y la indignación. Ni sus repercusiones sobre los sistemas políticos y sociales. Hay algo de eso cuando explica el auge de la extrema derecha en Europa, pero su narrativa se remonta en cada asunto hasta donde considera conveniente. En algunos pasajes, por ejemplo, al analizar el declive del Estado del bienestar, explica que los años 70 –“thatcherismo” y “reaganismo”– constituyen el fin de un periodo y el comienzo del ocaso. Sin embargo, respecto de la hegemonía estadounidense, la fija en el fin de la Segunda Guerra Mundial. Por último, remonta la crisis de los partidos a los años 90 y la xenofobia es transversal al siglo XX –se retrotrae a los años 30–. La periodización es un requisito primario para armonizar ensayos de este tipo y elaborar un diagnóstico preciso.

El sesgo ideológico nubla un considerable esfuerzo analítico que malgasta en deconstruir la democracia liberal en lugar de reconstruir la izquierda

En esto falla el engranaje del libro: detecta los síntomas mórbidos pero los esparce. De modo que decae la sugerente y tentadora propuesta inicial: interpretar el tránsito del viejo mundo que se va sin que lo nuevo acabe de germinar. Sassoon, guiado por Gramsci, apunta al corazón de la cuestión en tiempos de incertidumbre: en qué momento los pueblos dejaron de confiar en las élites. En ese instante apareció el fascismo. Parece que Sassoon va a revisitar y remasterizar el argumento, pero se aleja de él a medida que avanza en su elaboración.

El autor hace acopio de datos –que documenta convenientemente– para sustentar sus afirmaciones. El esfuerzo es digno de elogio y muchos resultan realmente interesantes, si bien, los autores marxistas recurren a esta práctica retórica habitual en sus trabajos: vuelcan un abrumador torrente de datos que muestran muchas cosas –algunas inconexas– pero eclipsan y opacan otras.

Síntomas mórbidos es una obra completa y detallada de la posguerra fría anclada en los clichés marxistas de la Guerra Fría a la que añade la coda anti Trump. Concluye que hay esperanza y asistimos a la desaparición del orden liberal. La globalización y la desconfianza hacia la política acabará con el modelo. No aparece como síntoma mórbido que la democracia no se ha consolidado en Hispanoamérica, cuyos sistemas están viciados por la corrupción o contaminados de populismo. La clave de la tesis de Sassoon está en la página 220: “En 1917, los rusos iniciaron un experimento extraordinariamente ambicioso […] [llamado] a convertirse en un modelo para todo el mundo”. Admite, en apenas una línea, que “fracasó” y añade que el “malogrado proyecto cayó en manos de plutócratas mafiosos”. Su sesgo ideológico nubla un considerable esfuerzo analítico que malgasta en deconstruir la democracia liberal en lugar de reconstruir la izquierda: denuncia su derechización y solo indulta a Corbyn.