Cada uno de nosotros tiene tres vidas, le dijo Gabriel García Márquez a su biógrafo Gerald Martin: una vida pública, una vida privada y una vida secreta. Imaginen una biografía que solo retratase la vida secreta. Algo así es lo que la periodista Lisa Taddeo (1979) ha hecho en Tres mujeres, una polémica investigación de casi una década en la que se ha adentrado en la vida sexual y el deseo de tres mujeres estadounidenses: Maggie, una adolescente de Dakota del Norte que tiene una relación clandestina con su profesor de inglés; Lina, un ama de casa casada que tiene una aventura con su novio del instituto, y la guapa y distante Sloane, cuyo marido disfruta viéndola con otros hombres. La autora pasó “miles de horas” con sus protagonistas, cruzó el país seis veces, y se pasó años trasladándose a las ciudades donde vivían. Incluso siguió a Lina a sus citas con su amante casado. “Cuando ya se habían marchado, yo iba al lugar donde habían estado para captar el escenario, los olores”, cuenta.
Tres mujeres llega a hombros de las ráfagas de exagerada publicidad y comparaciones por parte de su editor con gigantes del periodismo literario. Lo que tenemos en nuestras manos, por el contrario, es algo más modesto, una inmersión en un relato particular sobre la sexualidad femenina, aunque con tres refracciones distintas. El libro es rebuscado y a veces torpe, pero también crudo y estimulante, y está lleno de preguntas perturbadoras acerca de por qué a algunas mujeres les sigue resultando tan difícil dar nombre a sus deseos, por no hablar de hacerlos realidad.
Las tres protagonistas de Taddeo son blancas, jóvenes y (básicamente) heterosexuales. En estas historias, el deseo es desolación con raíces en el trauma. Las tres han sido castigadas por los hombres y avergonzadas por otras mujeres. Maggie acata las normas que fija su controlador profesor, y Sloane se acuesta con los hombres que su marido elige para ella. Lina ha intentado tomar las riendas de su vida, se ha separado de un hombre que se negaba a besarla y cuya idea de los preliminares era darle unos golpecitos en el brazo y preguntarle, “¿Qué? ¿Lo hacemos?”. Inicia una aventura con un exnovio, y con ella, una serie de nuevas humillaciones.
El libro es rebuscado y a veces torpe, pero también crudo y estimulante, y está lleno de preguntas perturbadoras
“En los días de lucidez, Lina sabe que la verdad es que él solo piensa en ella cuando le conviene, está borracho y se aburre, y cuando se da la conjunción perfecta”, explica la autora. “Cuando puede verla sin peligro de que lo pillen, de que le cree dificultades en el trabajo o de malgastar demasiada gasolina. Pero si decide no verla, no le supondrá un problema”. Ella acepta las condiciones sin demasiado rencor, asombrada de que sus necesidades puedan verse satisfechas. Las otras mujeres están más perdidas; su idea de lo que necesitan se ha enredado con lo que se les ha enseñado a querer y han aprendido a tolerar.
Se plantea ahora la pregunta de si está claro lo que Taddeo quiere para su libro. La periodista ha declarado que su propósito era tomar el pulso a la sexualidad estadounidense actualizando desde una perspectiva femenina La mujer de tu prójimo, el estudio de Gay Talese sobre la revolución sexual publicado en 1980. Pero el suyo no es un libro interesado en captar el espíritu de los tiempos. No hay ninguna mención al #MeToo ni a los roles de género. La atención sigue centrada en las mujeres, precedida y seguida por capítulos en los que la autora expresa una vaga esperanza de despertar la empatía de sus lectores.
Las intenciones de Taddeo producen una sensación de falta de firmeza, en parte debido a la inconsistencia del lenguaje que emplea, lleno de metáforas horrorosas. Su cantidad y extravagancia me dejaron anonadada. ¿Cómo puede parecerse un horno grande a “un nuevo matrimonio”? ¿Alguna vez han conocido a un hombre que “emane la tenue dulzura de un anacardo”? No se trata solo de una cuestión de gusto. Cuando el lector ve el lenguaje tratado tan penosamente, su confianza flaquea. Si una escritora no es capaz de llevar a buen puerto una metáfora, ¿qué nos asegura que sea capaz de diseccionar los traumas de sus protagonistas y sus anhelos?
Una tiene la sensación de que el texto se ha sobrecargado con este lenguaje falsamente literario a fin de distraer de su pesimismo sobre el poder y el conflicto entre hombres y mujeres. Esa dureza, sin embargo, es un importante punto fuerte del libro. La audacia de Tres mujeres –al igual que sus tropiezos– son producto de los riesgos que asume la autora. Taddeo es una escritora que sabe que “no hay nada más seguro que no querer nada”.
© New York Times Book Review