El lugar central de la memoria en la construcción del sujeto –la garantía de la identidad, de quién se es– y el olvido que lo disuelve son temas centrales en Da dolor. “Mi padre me llamaba Pilu. / Mi madre, ratona. / Aunque ellos no se acuerden”. Estos versos dejan claro, asimismo, la clave autobiográfica de los poemas, que, en último extremo, se hace presente siempre en la palabra, y que, en el caso de la poesía de Pilar Adón (Madrid, 1971) no es novedad. Basta acudir a su libro anterior, Las órdenes (2018), para comprobarlo. Todo está destinado a la descomposición, desde la memoria ya señalada a las cosas, “la fruta recién traída irá pudriéndose”.
Memoria que es además deseo de memoria, “Dejadme recordar. Mirar atrás / no puede ser un pecado tan grande”. Recordar, escribir el recuerdo, preservar antes de que el tiempo lo disuelva todo. La memoria trae a la escritura escenas infantiles y figuras familiares, en particular el padre –nótese que se llega a escribir “mipadre”–, un padre al que le ha llegado el tiempo de ser objeto del cuidado. Un padre dependiente como lo fueron los hijos, así se dirá “Mi padre es más joven que yo”, aparente absurdo que se resuelve al añadir “Mi padre es más hijo que yo”.
La vida es un sucederse, es estar ligado a lo anterior generación tras generación, “Sea yo como mi padre […] porque su memoria y la mía van pegadas / regadas por un mismo líquido orgánico / que irrigó a sus hacedores”. Y eso tiene lugar en la naturaleza, otro de los temas que Adón reitera en su escritura, tanto que en su novela Las efímeras (2015), pongamos por caso, se podría tomar como uno de sus personajes; se nombra la vegetación, los perros, “Cuido de los cachorros y gorriones”, pero también se hace presente en expresiones no realistas, “Pasear junto al zorro y el lobo”. Así, no sorprende que el poema final se abra con una cita de H. D. Thoreau: “Todas las cosas buenas son salvajes y libres”.
'Da dolor' es un libro excelente, un paso más de un proyecto literario poco común marcado por temas como la naturaleza, el feminismo y la memoria
En los versos de Adón, este discurso de la memoria transciende lo particular, lo próximo, y se hace historia, algo que se dice expresamente: “La memoria de una esposa, la memoria / de la humanidad entera”. De este modo, la mujer que aquí habla, y de la(s) que se habla, puede llegar a afirmar: “Un hombre, un héroe. Una mujer, una santa”, compendiando en un solo verso la historia de la humanidad, el reparto de roles por géneros, la injusticia que ha recaído sobre la mujer. Una declaración del feminismo de Adón que sus lectores, tanto de su poesía, como de sus cuentos y sus novelas –publicaciones que han contado, merecidamente, con una excelente recepción– conocen bien. Quien habla es una mujer, pero una mujer sobre la que gravitan todas las otras.
Da dolor, un libro excelente, es un paso más de un proyecto literario poco común, marcado por temas y valores que se reiteran, claro que con sus variaciones, incluso hasta manifestarse como reescritura. Se leía en Las órdenes “Eso espiritual que ves en mí es miedo”, reflexión que regresa en este libro como “Eso espiritual que ves en mí es pena”. En la lectura, el goce de la palabra.
De todos los versos de Emily,
el elegido (Me from) me surca
(Myself-) y me aprisiona
alzándoseme ante los ojos
(to banish-)con su felicidad (anulación)
no reconocida.
No estar donde se debe estar.
No estar en la vida.
Lector que asumes estos versos,
has de saber que su autora es una bestia innoble
que no puede callarse. Que escribe
sobre entrañas y personas decentes,
y despierta cada día dentro de una cabeza
derramada en chirrido.
Que entrega
y delata a los que más quiere.
sin borrar nada, perder nada,
midiendo el valor de una vida
por los libros leídos,
los libros escritos.
Sin nula dignidad
y su poca ética.