Fue una de las primeras mujeres en licenciarse en Medicina en Roma, desafió los prejuicios de la época, se negó a contraer matrimonio para poder continuar su vida académica y laboral, llegó a pactar con el diablo para poder reforzar sus programas en la Italia de Mussollini, y fue tres veces candidata al Nobel de la Paz. Fuertemente transgresora, feminista militante y librepensadora, María Montessori es recordada hoy por ser la autora de un revolucionario sistema educativo que colocó al niño como auténtico protagonista del proceso didáctico. Varias publicaciones sobre su vida y su método celebran ahora los 150 años de su nacimiento con títulos como El niño es el maestro. Vida de María Montessori (Lumen), de Cristina de Stefano, Las 100 reglas de oro del método Montessori (Larousse), de Jeanne-Marie Paynel y Violaine Perrault, El pequeño Montessori en casa (Ariel), de Simone Davies o Por la causa de las mujeres (Altamarea), un texto inédito de la propia Montessori sobre su pensamiento y sus reivindicaciones feministas.
Pero, ¿quién es esta mujer que configuró este método educativo que hoy se utiliza en nada menos que 65.000 colegios repartidos por todo el mundo? "Maria Montessori era un genio, y los genios raramente son personas fáciles. Era autoritaria, estaba convencida de que Dios le había confiado una misión y era muy oportunista a la hora de buscar apoyos en cualquier parte. Y además era una mujer que fundó una empresa económica, cosa que muchos no le perdonan fácilmente", explica Cristina de Stefano en su ensayo El niño es el maestro.
Feminismo y maternidad
De nombre Maria Tecla Artemisia, Maria Montessori nació un 31 de agosto de 1870 en Chiaravalle, provincia de Ancona (Italia). Adolescente precoz, con tan solo 14 años empezó a estudiar Matemáticas y más tarde Ciencias Naturales, hasta que en 1892 fue aceptada en la Facultad de Medicina de la Universidad de Roma, donde se graduó cuatro años después, siendo la tercera mujer italiana en conseguirlo.
En su vida privada, con una marcada personalidad ya desde muy joven, durante su licenciatura Montessori compaginó su voluntariado y prácticas en hospitales con su militancia feminista. Afiliada a la asociación Per la Donna, luchó en primera fila por el sufragio universal y fue elegida en 1896 para representar a Italia en el Congreso Femenino Internacional de Berlín, en cuyo discurso, entre otras cosas, abogó por el derecho de las mujeres a tener el mismo salario que los hombres.
“La mujer del futuro se casará y tendrá hijos por elección libre, no porque le impongan el matrimonio y la maternidad”, llegó a pronunciar más adelante. Una frase que escondía uno de los momentos más oscuros de su vida tras protagonizar un idilio con Giuseppe Montesa. “Maria no comenta con nadie lo que está viviendo –escribe De Stefano-. El matrimonio no entra en sus planes, y todo lo que puede ofrecerle a su amante es una especie de unión libre y clandestina, algo muy transgresor para la época”. Compañeros de trabajo, -en 1897 ambos coincidieron en la Regia Clinica Psichiatrica y, más tarde, en el manicomio de Roma, donde Maria entró en contacto con los pacientes infantiles por primera vez-, todo se complicó cuando ella descubrió que está embarazada.
“La maternidad la pilla por sorpresa. En esos años, en su ambiente, un embarazo fuera del matrimonio destruiría su carrera y su reputación”, continúa el ensayo. Animada por su madre, y la madre de su amante, Montessori, que no se planteó interrumpir su embarazo, dejó a su hijo Mario a cargo de una nodriza. El golpe llegó cuando tres años más tarde, Giuseppe la abandonó para casarse con otra mujer. En septiembre de 1901 el padre reconoció legalmente a su descendiente, lo que le dejó a ella sin la posibilidad de cualquier derecho legal sobre él. Aunque se conoce poco de cómo vivió ella aquel proceso, “los pocos recuerdos de las personas más cercanas hablan de un momento terrible, en que Maria permanece durante días tendida en el suelo llorando”, revela De Stefano.
El método Montessori y su contacto con Mussolini
Alejada de su hijo, con quien retomará el contacto quince años después, Montessori buscó entonces consuelo en la religión católica y en su trabajo. En 1902 comenzó sus estudios en antropología. La pedagogía se había convertido en el centro de su vida y fuertemente influenciada por los trabajos de Jean Itard y Eduardo Séguin, creó la primera Casa de los Niños. Inaugurada en enero de 1907 en el entorno romano de San Lorenzo que, con un alto nivel de mortalidad y pobreza infantil era el peor barrio de la ciudad, contaba con cincuenta niños de dos a cinco años. “En pocas semanas monta el proyecto. La apoyan todos: la reina, la nobleza, las feministas, los radicales, los masones”, se cuenta en El niño es el maestro. Así nació el método Montessori, basado en principios como la autonomía, iniciativa, independencia, libre elección, desarrollo de la voluntad y autodisciplina del menor. El niño pasó a ser el centro del proceso educativo, convirtiéndose en su propio maestro, y el profesor en alguien ajeno, cuya única labor consistía en explicar brevemente, observar y no interferir.
El método Montessori pronto atrajo la atención del mundo, en pocos años se convirtió en un fenómeno global y Maria en toda una celebridad que se dedicaba a promocionar sus programas y a impartir conferencias internacionales por Europa y Estados Unidos. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Montessori que había recuperado ya la tutela de su hijo Mario, viajó por una larga temporada junto a él a Estados Unidos, donde había adquirido ya una importante notoriedad. En diciembre de 1915, tras la muerte de su padre, la familia se trasladó a Barcelona.
Desde entonces, tendrá que esperar hasta 1922 para regresar a Italia. Es entonces cuando Maria estableció sus primeros contactos con Mussolini. Para el dictador, maestro de primaria en su pasado, resultaba atractiva la capacidad de autodisciplina y escritura precoz que ofrecía aquel innovador método didáctico. Para ella, él suponía la posibilidad de seguir reforzando sus escuelas en Italia. Fruto de esta interesada unión, en 1924 se creó en Roma la Opera Montessori, un organismo para promover el desarrollo del método con fondos públicos y privados. Sin embargo, aquella relación de aparente cordialidad que se sostuvo por lo menos durante 10 años, llegó a su fin en 1933, cuando Maria harta de que se usara su programa para adoctrinar niños, decidió romper sus lazos con el fascismo y abandonar Italia. Tras su “deserción”, Mussolini ordenó clausurar todas sus escuelas. "Cerraron mis escuelas porque estaban basadas en una idea internacional y porque me negué a enseñar la guerra -dirá la educadora tiempo después-. De modo que me fui a España. Yo siempre tengo libertad. Hago lo que creo".
Propuesta hasta en tres ocasiones para recibir el Premio Nobel de la Paz, durante su exilio, Montessori vivió en España, Holanda y la India donde continuó desarrollando sus programas de formación para docentes. Durante los meses previos a la II Guerra Mundial, se dedicó a impartir conferencias por la paz. El estallido de la guerra le sorprendió en Asia, donde permaneció junto a su hijo hasta 1947, fecha en la que regresó a su país. Falleció el 6 de mayo de 1952 en su casa de Holanda. Tenía 82 años.