Prejuiciosa como soy, confieso que cada vez que leo en la portada de un libro que se trata de la mejor novela publicada en Dinamarca, Nigeria, Croacia o Kuala Lumpur siento cierta, quizá inexplicable, desconfianza: la mejor, ¿para quién, por qué, comparada con qué…? De ahí mi resquemor ante Hombres en mi situación, “una de las mejores novelas noruegas de los últimos tiempos”. No conozco tan bien la literatura nórdica contemporánea como para poder valorarla así, pero debo recomendar desde ya su lectura: honesto, profundo, delicado y sutil, Hombres en mi situación es uno de los libros más conmovedores que he leído, en una temporada en la que han abundado los buenos relatos impregnados de melancolía.
El protagonista de la novela, Arvid Jansen, es un escritor de escaso éxito que pasa las noches de bar en bar, sin amigos ni esperanzas, desde que Turid, su mujer, su amor desde los 19 años (la mitad de su vida en realidad), le abandonó llevándose a sus tres hijas. Ahora, un año después, más sereno, cuando comenzaba a llevar una vida algo más centrada, una noche recibe la llamada de una llorosa Turid que le pide ayuda porque no sabe dónde está y no tiene a nadie más a quien recurrir. La rescata de una estación de tren abandonada, y poco después debe asumir un compromiso inesperado que cambia su vida definitivamente al permitirle recuperar a sus hijas, sobre todo a la mayor, Vigdis, obcecada en alejarse de él.
Sin dramatismo ni moralina, Per Petterson (Oslo, 1952) nos retrata al desnudar la desolación del hombre contemporáneo que asume la inanidad de sus esfuerzos y se conforma con sobrevivir, tras verse obligado a prescindir de lo que ama. Su derrota es ese vacío al que quiso entregarse, acentuado por una tragedia a la que se alude constantemente a lo largo del libro, pero en la que se trasluce el drama personal del propio autor, ya que, como el mismo Arvid, Petterson perdió a sus padres, su hermano y su sobrina en el incendio de un ferry.