Élmer Mendoza, radiografía de un México de dos caras
El escritor e historiador Jordi Canal publica ‘Vida y violencia’, un apasionado ensayo en el que recorre la obra del escritor mexicano
28 octubre, 2020 08:02“Cuando llegué a Culiacán, en 2010, mi interés por la obra de Élmer Mendoza se redobló. La ciudad real, o mejor dicho extraliteraria, se fundía finalmente en mi cabeza con la de papel. Me sorprendió comprobar que ya conocía, en buena medida, a su gente antes de relacionarme con ella, los olores y colores de la ciudad antes de olerlos y verlos, su habla característica antes de escucharla, sus calles antes de pasearlas”. Así explica el escritor e historiador Jordi Canal (Olot, 1964) el flechazo que supuso en su vida conocer y habitar la región noroccidental de Sinaloa, retratada con precisión de cirujano y pasión de artista por el escritor mexicano Élmer Mendoza (Culiacán, 1949).
Para dar cuenta de este complejo universo, víctima de los prejuicios en todo el mundo por lacras como el tráfico de drogas, Canal toma el pulso en Vida y violencia. Élmer Mendoza y los espacios de la novela negra en México (Prensas de la Universidad de Zaragoza) a todos los aspectos de su sociedad, engarzándolos con la lúcida visión que el autor sinaloense esculpe en sus novelas desde hace décadas. “La obra de Mendoza me interesa desde hace años, tanto la saga noir del detective Zurdo Mendieta, como el resto de sus novelas y cuentos, muy experimentales en algunos casos y menos conocidos”, explica el historiador.
Pero más allá de su calidad literaria, que juzga como “excepcional”, Canal valora de Mendoza la capacidad de adentrar al lector en la realidad de su país, como consiguieron otros grandes escritores como Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Fernando del Paso o Gonzalo Celorio. “Su obra permite comprender desde la ficción realidades que otro tipo de libros —de historia, sociología o ciencia política— tienen más dificultades en transmitir o clarificar”, explica. “Como las buenas novelas de todos los tiempos, en tanto que mentiras verdaderas, nos abren puertas a la imaginación del mundo y de la realidad extratextual. Y los historiadores no podemos seguir desdeñando, como se ha hecho durante mucho tiempo, todo aquello que nos permita imaginar (que no es lo mismo que inventar) el pasado y el presente”.
Entre la luz y la sombra
Un pasado y un presente que en Sinaloa se traduce, al menos para la mayoría del globo, en dos palabras, narcotráfico y violencia. Algo, que a juicio de Canal es injusto. “Los prejuicios y la construcción de estereotipos visibilizan algunos aspectos y dejan otros en la sombra. El narco y la violencia son innegables, pero solamente constituyen una parte de la realidad de la que se hace un tratamiento noticioso más sensacionalista que analítico”, denuncia el historiador. “No se habla, en cambio, de que Sinaloa es la principal productora y exportadora a Estados Unidos de verduras y legumbres, de que posee uno de los puertos más bellos del Pacífico y una gastronomía excepcional y de que goza de un nivel cultural y universitario muy destacable”.
Paradoja, la de la convivencia de tanta crueldad y muerte con una sociedad llena de vida y de ganas de propsperar que se hace evidente, según Canal, “en toda la obra de Élmer Mendoza donde la cultura y la sociabilidad conviven con la violencia en una sociedad, recordemos, muy desigual, en la que la pobreza alimenta todo tipo de marginalidades”. Precisamente ahí radica el poder de un negocio que, como punta Mendoza de forma recurrente, “nunca va a desaparecer por completo”, algo que suscribe también el autor del volumen.
“Tiene razón. Es un negocio muy lucrativo y en el que mucha gente está implicada, desde personas con poquísimos recursos, que se convierten en halcones, pequeños traficantes o aspirantes a sicario, hasta miembros de cuerpos policiales, altos empresarios y gobernantes”. De nuevo la dualidad mexicana, que enhebra en este hilo a ricos y pobres, a poderosos y humildes, como denuncia Vida y violencia. “Al aspecto económico debe sumarse el atractivo de la cultura del narco: armas, narcocorridos, poder, narcosantos, lujo, trocas, reinas de belleza… El narco está profundamente enraizado política, cultural y socialmente. Y las estrategias para afrontar el problema no son nada afortunadas”.
Pistas para comprender
Pero además de denunciar este mundo, a través tanto de su propia experiencia como de las afiladas, sarcásticas y equidistantes obras de Mendoza, Canal elabora en este ensayo una defensa de la literatura del sinaloense, muchas veces encuadrada, un poco despectivamente como narcoliteratura. Una etiqueta que a juicio del historiador se queda estrecha para contener una obra que reconstruye varias décadas de vida en el estado mexicano con todas sus aristas.
“Mendoza encaja mejor en la etiqueta noir. La suya es gran literatura, que trata evidentemente del narco, como no podría ser de otra manera, pues las novelas hablan de su tiempo y su espacio y ambos están marcados por esa realidad”, razona Canal, que apunta que “en ellas hay pistas y elementos para comprender las razones que han llevado a esta situación. Aunque, por encima de todo, sus libros nos entretienen, lo que, como decía Luis Cernuda, hablando de Dashiell Hammett, es una cualidad esencial del novelista”, concluye.