Bienvenidas sean las guadianescas trayectorias editoriales como la vivida en España por un escritor de la talla de Richard Powers (Evanston, Illinois, 1957), siempre que al final, claro, tengan como ocurre aquí final feliz. La antigua Mondadori comenzó a publicarlo por estos lares a principios de siglo (XXI, se entiende). Que uno recuerde, títulos como Galatea 2.2 (1995), El tiempo de nuestras canciones (2003) y El eco de la memoria (2006) se dejaron ver entonces por los anaqueles de novedades, llegando incluso a cosechar (sobre todo las dos últimas) excelentes críticas. Pero tras ellas, silencio total.
Powers, siendo uno de los más grandes de su generación, desaparecería por completo del mapa de los (quizás demasiados) escritores norteamericanos contemporáneos que se traducen al castellano. Quince años de olvido después, la joven AdN —subsello de narrativa contemporánea de la mítica Alianza— se atrevió a adquirir los derechos de la última y voluminosa (y absolutamente maravillosa) novela firmada por este autor, El clamor de los bosques (2018), con el premio añadido de que fue galardonada al poco con el Pulitzer. Y así es como tenemos ahora a Richard Powers de vuelta al ring (al nuestro, me refiero), probablemente con más lectores españoles que nunca, justo a tiempo para ver qué otras obras suyas publicadas en el pasado merecen la pena ser rescatadas todavía, siendo la magnífica y muy sorprendente Orfeo (2014) la primera afortunada, una novela que sin ningún género de dudas forma parte de lo mejor y más rotundo de su producción.
Quisiera no obstante lanzar una advertencia previa para todos aquellos lectores que puedan sentir alguna inquietud ante lo que anuncia la faja o la contra de esta edición, en especial ante las alusiones de que esta novela gire en cierta medida en torno al bioterrorismo, palabra que entiendo podrá espantar tanto como servir de anzuelo. Sin ánimo de estropear ningún giro de la historia por encima de todo tan humana que Powers nos ofrece en Orfeo, me atrevo a adelantar (por ser cuestión que se despacha ya en las primera páginas) que lo del bioterrorismo no es más que un McGuffin del que se vale el autor para comenzar a tambalear la existencia de su interesantísimo protagonista, Peter Els, un compositor y profesor de música contemporánea al borde de la jubilación que un buen día decidió que el arte sería para él más importante que otras cuestiones tan “mundanas” como el amor o la familia, una decisión de la que, con el paso del tiempo, se arrepentirá terriblemente de haber tomado.
'Orfeo' es una novela canónica, frenética y hermosa, que trata sobre todo lo que de inasible tiene la vida. una joya, uno de los libros del año
En pleno proceso de deconstrucción artístico-biográfica (en modo “columnated ruins domino”, por usar el célebre verso del poeta psicodélico Van Dyke Parks), Powers nos deparará un excitante y privilegiado viaje por los recovecos de la mente de su personaje, gracias a un elocuente ejercicio de paralelismos existenciales entre la música contemporánea creada a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y su propia vida. Olivier Messiaen o Harry Partch serán algunos de los compositores que marcarán el ritmo sincopado de este relato, que desde la literatura nos permitirá asistir, por ejemplo, al célebre Musicircus, organizado por John Cage en 1967 en Urbana-Champagne, Illinois, lugar muy importante dentro de la novela, pues será donde Els conocerá a su futura esposa y también donde se formará como compositor.
Por detalles como este, Orfeo se percibe como una suerte de anexo narrativo, de hijo ficcional, de El ruido eterno (2007), el monumental ensayo sobre las vanguardias musicales realizado por el crítico Alex Ross, con el que tantas conexiones he ido tejiendo mientras leía esta novela. No me quiero por tanto ni imaginar todo los que nos estaremos perdiendo quienes apenas sabemos cuatro cosas sobre lenguaje musical, pues los juegos descriptivos son amplios en este sentido.
Se trata esta no obstante de una posible lectura, una que sería en todo caso terriblemente enjundiosa si se es capaz de captar todas esas vibraciones ajenas a primera vista al ojo humano (exquisito el trabajo aquí de sintonización realizado por Teresa Lanero), si bien, por encima de todo, Orfeo es una novela canónica, frenética y hermosa, que trata en definitiva sobre todo lo que de inasible tiene la vida. Una joya, sin duda, uno de los libros del año.