Aunque, como atleta, la suya no fuera esa distancia, Jenaro Talens (Tarifa, 1946) ha demostrado ser un poeta de fondo; un resistente, no un velocista. En la tradición del poeta-profesor, este filólogo políglota ha ejercido la docencia en varias universidades y es autor de libros sobre semiótica e historia y teoría de la literatura y el cine. Ha traducido a Shakespeare, Hölderlin, Petrarca, Camões, etc.
Discrepo de quienes lo consideran ninguneado o preterido. Su obra es amplia, tan exigente como sólida, y eso porque se ha centrado en ella —viviera donde viviera, fuera de España durante años— y no se ha distraído en enredos como los más circulados; sus compañeros de generación, por ejemplo, la del 70 o Novísimos, tan publicitada. Lo demuestra el hecho de que éste sea su segundo libro en la muy canónica colección Letras Hispánicas. O que fuera Premio Loewe con Viaje al fin del invierno.
Estamos ante una extensa muestra de doscientos poemas editada por José Francisco Ruiz Casanova, quien dedica parte de su introducción a situar su nombre en el lugar que le corresponde, por encima del malentendido que aprisionó su obra en la categoría de “metapoesía”, esto es, aquella poesía cuyo universo referencial es la propia poesía. Sí, porque “el poema es práctica de una teoría en la medida en que es la teoría de su propia práctica”, Talens sería, en rigor, “metapoeta”. El prefijo griego meta debería ser traducido por “junto a” y no por “acerca de” o “sobre”.
Esta antología es una manera inmejorable de iniciarse en la obra coherente y unitaria de Talens
Poesía y metapoesía son, para él, lo mismo. Y la intertextualidad o el poema en prosa, herramientas naturales de su escritura virtuosa. Habla “desde mí” y no “de mí”, nos aclara, y tiene en la incertidumbre, el estupor, la errancia, el desconcierto, o la extranjería su razón de ser. ¿Sus temas? La infancia, el viaje, la muerte, el placer, la soledad, la identidad, el amor… Poeta moderno, Talens ensancha su campo de visión y no lo circunscribe al verso, algo que suele tolerarse mal en este país de miras estrechas y compartimentos estanco: “Si quiere teorizar, teorice; si poetizar, poetice”.
A lo largo de su vida, Talens ha agrupado sus libros en tres tomos: Cenizas de sentido (1962-1975), El largo aprendizaje (1975-1991) y Puntos cardinales (1992-2006). En el florilegio se adelanta un cuarto: Los tigres de agosto (2006-2020). Y más inéditos: el libro Memorial de una pandemia, traducciones (Leopardi, Bonnefoy, Júdice…), así como un apéndice muy oportuno con textos de poesía y poética. Viene a verificar lo que se dijo antes: son dos caras de la misma moneda.
No ve uno mejor manera de iniciarse en la obra de Talens, coherente y unitaria (gracias al concepto cinematográfico de montaje). Y si el lector ya la ha transitado, de encontrar una senda fiable para no perderse en ese frondoso bosque.
AVATARES DE LA INTIMIDAD
Ahora que tu costumbre de blindar sin descanso
los territorios íntimos del ser
poco a poco da paso a un vivir más en calma
descubres que por fin ha llegado tu hora,
la de no poner trabas a la naturaleza.
Te sorprende dejar que lo real penetre
en ti, sin cortapisas, y
puedas decir «te amo» sin que el terror te asalte.
Luego los pormenores cotidianos
giran sin tregua a nuestro alrededor
y ves cómo tu cuerpo dedica su energía
a entregarse a otro cuerpo
mientras dices palabras que nada comunican,
que van desde tu boca hasta mi oído
como una especie de caricia. ¿Aceptas
esta otra forma nueva de monologar? Anoche
te miraba dormir para evitar que el tiempo transcurriese.
Adiviné que tras los árboles que dan sombra al jardín
el silencio es más grande, pero ya no me importa:
sé que algún cielo existe, porque estás conmigo.