Reúne este volumen en edición bilingüe dos de los libros de poesía de Maria-Mercè Marçal (Barcelona, 1952-1998), traductora, autora de obras narrativas, de ensayo y, como poeta, una de las voces más significativas de la poesía catalana, y no solo, contemporánea. Terra de Mai (1982) y Raó del cos (2002) son los libros ahora traducidos en esta edición acompañada de un prólogo muy interesante, que deja al lector en excelente situación para pasar a los poemas. También se incluye una serie de textos complementarios, reseñas sobre sus obras y una entrevista a la poeta, además de un texto de Mai Cobos Álvarez que presenta una sextina inédita que cerraría las incluidas en el primero de los libros del volumen.
Terra de Mai es, así lo diría Marçal, “una primera incursión con las palabras en el territorio silenciado del amor entre mujeres” y no puede pasarse por alto la bisemia de “mai”, que significa nunca en catalán. De ahí Tierra de nunca, y también el nombre de la mencionada Mai Cobos, quien fue pareja de la poeta. En este libro se recupera, como queda dicho, la sextina, ese conglomerado de reglas constructivas de la poesía provenzal, imposiciones que contrastan con la libertad de palabra de los poemas en un canto al cuerpo, al deseo, en unos versos de gran intensidad poética. Además del valor que tuvieron y tienen en cuanto a ruptura de tabúes.
Por su parte Razón del cuerpo, publicado póstumamente, es el relato poético de la enfermedad, del cáncer que la llevaría a la muerte: “Incubaba el huevo de la muerte blanca / bajo la axila”. Una muerte anunciada que hará volver la mirada al inicio y sería “deshacerse, ser / sorbida adentro / del útero vivo, / matriz de dios / madre: desnacer”. Invocación a la madre, memoria como vida, una muerte que será usurpadora de las palabras, unas palabras vivas, que, hechas cuerpo, permiten hablar de “la carne, la sangre / de las palabras”.
“Como una sola apuesta / a todo / y nada / sangre y palabra / y amor”. Destrucción y salvación, en fin, todo hilvanado en una secuencia en la que las palabras, más que sucederse, se superponen.