Al principio de la pandemia, el sector editorial español se temía lo peor. A partir de las pérdidas provocadas por tres meses de cierre total, hizo una estimación muy pesimista de las pérdidas que tendría durante todo el año 2020. Se preveía un enorme descalabro, pero la pandemia elevó los índices de lectura y además los lectores amortiguaron el impacto de las librerías en cuanto estas pudieron subir la persiana (e incluso pagando por anticipado los libros). Las librerías independientes, de hecho, solo perdieron un 8% de sus ingresos.
El sector no solo se ha mantenido a flote, sino que el primer semestre de 2021 ha sido fantástico. Según los datos de la consultora Gfk que se hicieron públicos en el reciente Forum Edita de Barcelona, las ventas de la industria editorial han crecido un 44 % respecto al año pasado y se cree que llegará a los 1.100 millones de facturación este año, lo que sería la mejor cifra en una década.
Con este contexto de fondo y en el marco de la Feria del Libro de Madrid, que ha regresado al Retiro tras el parón obligado de 2020 con una expectación que se ha traducido en colas interminables, el sector se ha sentado a la mesa de debate sin atisbo de autocomplacencia para dilucidar los retos a los que se enfrenta. Lo ha hecho con motivo de la presentación del Informe sobre el estado de la cultura en España de la Fundación Alternativas (que puede leerse aquí), que este año está dedicado a la industria del libro. Sus autores han ido desgranando durante el coloquio algunas claves de los artículos contenidos en el informe, a la vez que intercambiaban pareceres no siempre afines. Entre ellos están Manuel Gil, director de la Feria del Libro, con una dilatada experiencia en empresas del sector, que en su texto traza una panorámica de su situación; Ana Gallego Cuiñas, catedrática de literatura latinoamericana de la Universidad de Granada, que ha escrito un capítulo dedicado a la edición independiente y la bibliodiversidad; Marta Magadán, expresidenta del Gremio de Editores de Asturias y miembro de la junta directiva de la Federación de Gremios de Editores de España, es autora del capítulo dedicado a los modelos de negocio de la industria editorial; y aunque no ha participado en el libro, sí lo ha hecho en el coloquio María José Gálvez, la actual directora general del Libro y Fomento de la Lectura, organismo adscrito al Ministerio de Cultura.
Digitalización
Una de las cuestiones transversales que han afectado a todos los sectores productivos y también a la vida cotidiana de los españoles durante la pandemia ha sido la aceleración de la digitalización, y el sector del libro no es una excepción. En opinión de Inma Ballesteros, directora del informe y conductora de la charla, la digitalización muchas veces “es mal entendida” porque se asocia únicamente al libro electrónico y las pantallas, es decir, al formato del producto, pero se olvida que la digitalización es un fenómeno que afecta también a los procesos de trabajo y a los canales de comercialización y distribución. “En los últimos años hemos vivido un cambio considerable en la forma de hacer las cosas en nuestro día a día, lo cual ha causado “una destrucción creativa de empleo”, ya que “algunos quehaceres han sido sustituidos por otros quehaceres más digitalizados que requieren otro tipo de formación y en muchos casos hubo que formar a las personas que trabajaban para que pudiesen asumir ese reto”.
Por otra parte, la digitalización del producto ha hecho que los libros hoy nos puedan llegar por una gran variedad de soportes, desde el viejo papel al audiolibro, pasando por el libro electrónico, y según la experta “en España las editoriales son muy proclives a llevar a cabo esa innovación y a probar cosas nuevas. Otra cosa es que las cifras cuadren, porque no debemos olvidar que las editoriales son empresas y al final del año tienen que cuadrar su balance de resultados”.
A pesar de que el mercado editorial español lo copan dos grandes grupos editoriales, la edición independiente es “uno de los fenómenos más significativos del sector del libro en el siglo XXI” según Ana Gallego, que ha recordado el boom de este tipo de sellos a partir del año 2000. Según el estudio realizado por la experta, basado en una muestra de 81 editoriales españolas pequeñas y medianas con datos recogidos entre junio de 2019 y diciembre de 2020, el 60% de ellas publican ebooks. Acercando la lupa, vemos que ese porcentaje es mayor en las editoriales medianas y menor en las pequeñas, por lo que Gallego reclama que haya “subsidios públicos de ayuda a la digitalización, como en el caso de Francia”.
Por su parte, Manuel Gil se queja de que “la digitalización se ha convertido en una etiqueta que vale para todo y, en el fondo, para nada”. En cuanto a los procesos, asegura que “un montón de editoriales”, desde hace cuatro o cinco años, tienen un flujo de trabajo “completamente digital”. En cuanto a la comercialización, afirma que también muchas editoriales tienen “sus productos colocados a través de redes de comercialización digital”. Además, señala que el comercio electrónico “parece que se ha descubierto con la pandemia y no es verdad, aunque evidentemente la pandemia lo ha desarrollado más”. Por tanto, según Gil el reto de la digitalización del sector del libro se da en el producto: “Hoy en día tienes que editar multiformato, multisoporte, multidispositivo si quieres atender al mercado”. El director de la FLM considera que la digitalización ha hecho que el mercado editorial se haya “globalizado totalmente” y que esto, además de beneficiar a los formatos ebook y audiolibro, también atañe al libro de papel. En los próximos años “los átomos no van a viajar, pero los bits sí”, por tanto cree que el futuro de la distribución de los libros de papel es la impresión bajo demanda, además de ser ecológicamente más responsable.
Sostenibilidad
Precisamente la sostenibilidad es una de las cuestiones tratadas en el informe y uno de los asuntos que más relevancia están cobrando dentro del sector. En los últimos años se han ido haciendo cada vez más habituales, en las primeras páginas de los libros, una serie de etiquetas y datos sobre la huella ecológica de la edición. Gil pone el ejemplo del libro que hace memoria de las 80 ediciones de la feria, en el que se detalla la huella de carbono, de combustibles fósiles y el gasto de agua. El director de la feria asegura que en otros países de nuestro entorno como Francia o Alemania estas etiquetas son habituales y los lectores ya se fijan en este tipo de cosas, pero cree que en España aún se ha avanzado poco en esta materia. “La gente ha descubierto ahora el uso de papel de bosques certificados y se creen que es la pera limonera, pero esto es como el valor en la mili: es algo que se presupone”. No obstante, reconoce que “ahora una parte de la industria se está incorporando poco a poco” a esta preocupación por la “ecoedición”, pero le sabe a poco “mientras la industria no se siente y defina unos estándares de sostenibilidad”,
Gil añade que además de dejar constancia en los libros de la huella medioambiental generada durante su producción, “después hay que compensarla”, y hace extensible esa preocupación por la sostenibilidad a la feria que dirige, que genera cada año unas 40 toneladas de gases de efecto invernadero y a cambio realiza un pago al organismo Madrid Compensa por esa huella contaminante.
La directora general del Libro cree que el sector sí está “convencido absolutamente de esto y quiere dar pasos hacia la sostenibilidad”, aunque “es verdad que quizá no se ha sabido o no se ha podido hacer”. Por su parte, Magadán apunta como factor positivo el hecho de que en los últimos años se hayan producido “grandes reducciones en las tiradas”, y da la razón a Gil en que lo mejor es apostar por la impresión bajo demanda. “También hay que pensar en el packaging de los libros, porque de qué sirve usar papel reciclado si luego los envolvemos en plástico?”.
La producción no es lo único que genera una huella ecológica, por supuesto también lo hace la logística con “la cantidad de libros que van y vienen”, señala Magadán en referencia a un sistema de distribución que ha estado vigente “por los siglos de los siglos” y que se basa en grandes pedidos y grandes devoluciones de ejemplares sin vender. Otro motivo, asegura la experta, para fomentar la impresión bajo demanda.
Gálvez asegura que “el diagnóstico está hecho” y que la impresión bajo demanda será “otro de los ejes estratégicos” del futuro del sector y de las ayudas públicas que este reciba. “Ahora queda ver cómo lo llevamos a cabo”, ha señalado, lo cual se hará “escuchando al sector”.
Bibliodiversidad
Otra de las cuestiones tratadas ha sido el de la llamada bibliodiversidad. Según ha explicado la directora del informe, las personas que trabajan en la industria editorial dibujan un paisaje homogéneo, “tienen más o menos la misma procedencia social y cultural, lo cual se contrapone a estudios que dicen que cuanto más diversa sea la industria, más rica va a ser y mejores resultados va a dar. Ana Gallego, que ha abordado esta cuestión en el informe, afirma que el ecosistema del libro en España es bibliodiverso, pero no lo suficiente. En ese sentido, “el papel que juegan las llamadas editoriales independientes es cardinal porque son las que más están apostando por los géneros menos visibles” como la poesía o el teatro. Discrepa Manuel Gil, que considera que la industria editorial española es “absolutamente bibliodiversa” y que, de hecho, una gran editorial como Planeta también lo es. Gil también ha sacado a colación un dato que apoya su tesis: en 2020, aunque cabría esperar lo contrario debido a la pandemia, se crearon más editoriales nuevas que el año anterior, superando los tres centenares. La causa de este boom es, para todos los contertulios, un misterio y merecería una investigación.
Fondos europeos
En cuanto a las ayudas europeas del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, Gálvez ha señalado que el departamento que dirige cuenta con 42 millones de euros para invertir en el sector del libro hasta 2023. De ellos, 10 millones de euros se destinarán a la compra de libros para las bibliotecas públicas, “una medida que demandaba el sector desde muchísimo antes de la pandemia”. Otros 3 millones se destinarán a la plataforma digital de préstamo de libros electrónicos eBiblio, que en su opinión ha demostrado ser a raíz del Covid una de esas inversiones que al principio no parecen urgentes y “cuando ocurre algo así te das cuenta de lo necesarias que eran”. 3 millones más se dedicarán a la preservación y digitalización del patrimonio bibliográfico. “También es sostenibilidad que las generaciones futuras puedan acceder a ediciones facsímiles maravillosas o a originales que ahora se encuentran, por ejemplo, en un convento o en una biblioteca patrimonial, sin necesidad de desplazarse”, ha precisado la directora general del Libro. También se han creado unas subvenciones en régimen de concurrencia competitiva dirigidas al inicio de la cadena del libro, la que componen los escritores, traductores e ilustradores, para fomentar su movilidad y su visibilización a nivel internacional. Los 25 millones restantes, aún por concretar, estarán destinados más directamente a la industria editorial y su concesión se basará en varios ejes: la digitalización, la formación, la sostenibilidad y la modernización del sector.