Existiríamos el mar

Belén Gopegui

Literatura Random House. Barcelona, 2021. 304 páginas. 18.90 €. Ebook: 8,50 €

¿Se pueden encontrar intersticios de belleza o felicidad en medio de condiciones precarias, pobreza, fórmulas de supervivencia? Peor aún, ¡peor aún!, hagamos esa espantosa pregunta tan grata al coaching: ¿puede un individuo en situación de debilidad encontrar oportunidades cada vez que encaja una derrota frente a los fuertes, o cuando lo arrolla esa entidad abstracta de consecuencias tangibles que la narradora de este libro llama indistintamente “sistema” o “velocidad”?

La velocidad del mundo actual, decía el filósofo Paul Virilio, es el poder mismo, una energía que nos desarraiga y dificulta la consolidación de cualquier intento de lealtad entre semejantes. ¿Tiene sentido pretender que le plantamos cara? Pues bien, de algún modo matizado e ingobernado, sin ingenuidad pero con entereza, Belén Gopegui (Madrid, 1963) responde que sí en esta novela de ritmo asentado, lírica a ratos, solidaria con unos personajes a los que trata con toda la amistad que cabe desarrollar entre seres de ficción (que no lo parecen) y una escritora de ficción empeñada en convocar lo real sin descanso.

Si Camus, en su prólogo a El derecho y el revés, recordaba que la pobreza en Argel iluminó sus “rebeldías por y para todos y para que la vida de todos creciera en la luz”, así Gopegui, mediante una voz narrativa que de pronto se vuelve hacia el lector y lo interpela, nos convence de que un grupo de adultos pueden compartir piso por más razones que la mera necesidad (aunque esta última sea parte de la ecuación); que no hay batallas grandes o pequeñas, sino un único frente en el que cada posicionamiento cuenta, aunque se revista de fatalismo, aunque apenas afecte a las condiciones contractuales del último asalariado de la más pequeña empresa…

Existiríamos el mar es, en fin, una novela 100 % gopeguiana, esto es: sindicalista, humana, fundada en principios políticos inalienables, del lado de quienes siguen en lucha, fraternal con quienes perdieron la energía necesaria para ello, en fin: una novela política, claro. El mercado editorial probablemente entienda un libro así en clave de “nicho”, o un término parecido: una novela para un público concreto. Este crítico (como, sin duda, la autora) diría más bien que la novela encontrará la mayoría de sus lectores entre quienes comparten esa idea sobre el mundo, la misma idea acerca de las cuestiones centrales de nuestro tiempo. Ojalá otras miradas se abran a ella, sin embargo.

'Existiríamos el mar' es una novela 100 % gopeguiana, esto es: sindicalista, humana, del lado de quienes siguen en lucha política

Apenas quiero explicar aquí cuál es “la trama”: digamos que Gopegui nos presenta a un grupo de amigos con salarios y perfiles sociales modestos (ganan, de media, 14 pagas de 1.400 euros) que viven bajo el mismo techo, en la calle Martín de Vargas. Esta situación empezó como un modo de llegar a final de mes, pero todos ellos han descubierto que esa convivencia les ofrece algo valioso, cálido, irrenunciable. De pronto, una de las compañeras de piso, Jara, desaparece sin decir a dónde va; su salud mental es frágil, no tiene trabajo, y es tan luminosa y valiente como inestable.

Sus amigos y los lectores sabemos que ha sido una decisión propia y que no cabe la posibilidad de un suicidio ni otras hipótesis “fuertes”: es solo la respuesta a una necesidad de… ¿De qué? ¿Qué le ocurre? ¿Y cuál es la mejor manera de mostrarle lealtad y respeto? ¿Buscarla, insistir, callar…? Estas preguntas acabarán siendo el camino que nos permita conocer a todos los implicados en Existiríamos el mar, y tendrán todo tipo de resonancias colectivas.

El peso del dinero, las múltiples formas de amor y amistad posibles, su potencial transformador… “En Martín de Vargas no hemos llegado a ningún sitio” dice una de las protagonistas, y con ello quiere decir que los personajes de Gopegui nada han resuelto, pero a nada han renunciado. Los temas que trata este libro me parecen los más urgentes y definitorios del momento que vivimos. Y si Existiríamos el mar me gusta y me acoge no es solo porque simpatice con sus posiciones, sino porque la escritura de Gopegui es consciente de la complejidad de una vida que pocas veces logra parecerse a la teoría, y no le teme a la lentitud, ni a hacer explícitos los nombres de los problemas, ni a detenerse para mirar a lo lejos.

@Nadal_Suau