Fernández de Moratín, Nikolái Gogol y Virginia Woolf: heridas y fugas
La Fundación Lara, Anagrama y Lumen mantienen viva la memoria de tres autores imprescindibles a través de la publicación de sus biografías
10 febrero, 2022 02:54Dramaturgo y poeta, Leandro Fernández de Moratín (Madrid, 1760-París, 1826) fue un visionario que contempló cómo sus mejores proyectos se frustraban por la mediocridad de su tiempo. Retratado en el subtítulo de esta biografía como El ilustrado errante, lo suyo fue un viaje de sueño en sueño hasta el fracaso final, “marchitándose hacia un escepticismo inexorable de visos patéticos”. Así, cuando en 1792 visita Francia ilusionado por conocer los logros de la Revolución, contempla el asalto a las Tullerías y huye a Inglaterra; en 1799 consigue al fin ser nombrado miembro de la Junta de Dirección y Reforma de los Teatros, pero sus desacuerdos con el director de este organismo le hacen abandonar el cargo a los tres meses. De todo esto da cuenta minuciosa David Félix Fernández en esta biografía que ganó el premio Antonio Domínguez Ortiz 2021 y que contrasta toda la documentación existente y la enriquece con cartas, diarios y escritos no literarios, hasta completar el retrato humano y literario de un hombre que prefirió morir lejos de España para poder soñarla más justa y libre.
Si el viaje de Moratín es exterior y político, el de Nicolái Gogol (Sorochintsi, actual Ucrania, 1809 - Moscú, 1852) es íntimo y vital. Según Nabokov, que lo radiografía en una biografía impresionista y sentimental, tras cada conmoción que sufría en su carrera literaria, Gogol abandonaba precipitadamente la ciudad en la que se encontraba. Lo malo es que esta febril huida era solo “la primera fase de la oscura manía persecutoria que los eruditos descifran en su monstruosa propensión a viajar”. Mientras analiza su descenso a los abismos, el autor de Lolita estudia la obra del “más extraño poeta que jamás produjo Rusia”, revisa las circunstancias que rodearon la escritura de obras como Almas muertas, y derrocha conocimientos, pasión, ironía y ternura.
Hija de su tiempo, la huida de Virginia Woolf fue una fuga desesperada del dolor de existir, fruto de una irremediable insatisfacción personal cuyas raíces, como demuestra la biografía escrita por su sobrino Quentin Bell, nacían de la misma vida y de sus frustraciones personales y literarias. Publicada por primera vez en español en 1980 y rebosante de anécdotas, ingenio y mucha comprensión, Lumen recupera esta extraordinaria biografía de quien fuera también amigo, cómplice y confidente. Bell, que recrea con meticulosidad de testigo de cargo la vida cotidiana de los Woolf y del grupo de Bloomsbury, así como sus amores, debates y peleas, tuvo acceso además a numerosos documentos y diarios que permanecían inéditos hasta ese momento y que iluminan la angustia de existir de su tía, su profunda soledad, su imposibilidad para ser feliz, describiendo casi sin querer síntomas que hoy hubiesen sido diagnosticados, aunque ningún medicamento pudiera curar los excesos de su acerada sensibilidad.