En 1978, cuando España entraba de lleno en la democracia, Esther Tusquets (Barcelona, 1936-2012), tras una importante carrera como editora al frente de Lumen, irrumpe en la literatura con El mismo mar de todos los veranos. El libro revolucionó la escritura de mujeres hasta ese momento, creando un lenguaje y un ritmo de composición musical. Deslumbrante y barroca, la novela, enmarcada en el flujo de conciencia que se relacionó entonces con Virginia Woolf, inauguró, por su temática y estilo, una nueva forma de narrar en España.
El incesante monólogo interior de la protagonista, una profesora universitaria de la que no sabremos el nombre, nos lleva a sus casas familiares de la alta burguesía, a través de una conciencia desbordante de recuerdos, imágenes y digresiones amorosas.
Alejada de su marido, la protagonista ha conocido a Clara, una estudiante colombiana, con la que mantiene una relación intensa. Lejos de una historia de amor convencional, Tusquets crea una atmósfera de erotismo poético y convierte el relato en una sublimación del encuentro entre dos mujeres, de una sensibilidad exquisita.
A través del flujo de conciencia de la narradora iremos viendo las dudas y despertares de las mujeres de esa generación, y también los fracasos de unos sueños que sólo se materializan a medias. Entre metáforas suntuosas y juegos estilísticos, se desliza una decidida crítica a la sociedad rígida de los últimos años de la dictadura.