Actualmente, cada noticia compleja es para mí una lección de humildad que puede poner en evidencia la amplitud y la profundidad de mi ignorancia, ya sea de algún fenómeno macroeconómico, algún delirio colectivo de un gran grupo de gente, o algún ensayo tecnológico complicadísimo. ¿De verdad que había personas haciendo eso, en ese sitio? En cambio, cuando Ben Mezrich (Boston, 1969) se topa con una de estas historias reales, ve en ella una invitación a consultar todo lo que se ha dicho públicamente, hacer algunas entrevistas, investigar un poco y publicar un libro sobre el tema.
Mezrich trabaja deprisa. Los hechos narrados en su último libro, La red antisocial, tuvieron lugar a finales de enero de 2021. Una semana después, había vendido los derechos para una propuesta editorial a MGM. Mezrich también logró que se llevaran a la pantalla 21Black Jack, y Multimillonarios por accidente, la historia del origen de Facebook que se convirtió en La red social. Mezrich cuenta que, cuando estaba escribiendo este último, le iba pasando cada capítulo, recién salido del horno, al guionista Aaron Sorkin.
Al igual que estos libros anteriores, La red antisocial es un retrato lleno de admiración del enriquecimiento rápido e imprevisto de varios frikis. Un grupo de operadores aficionados, muchos de los cuales utilizaron la plataforma digital de inversiones Robinhood, se unieron en el tablón de anuncios de Reddit “WallStreetBets” para impulsar al alza el valor de las acciones de un vetusto minorista de videojuegos, jurando resistir a las caídas y las pérdidas y aferrarse, pasara lo que pasara, a sus acciones de GameStop (GME).
Por otro lado, los fondos tradicionales de Wall Street, que habían hecho enormes apuestas contra la tambaleante empresa, se apresuraron a comprar las, en ese momento, carísimas acciones para reducir sus pérdidas, lo cual disparó los precios todavía más. Un día, Robinhood limitó la posibilidad de comprar más acciones de GME a sus usuarios, poniendo fin a la fiesta.
Con ello llegaron la indignación y las acusaciones de confabulación entre la correduría defensora de los tipos de a pie y los trajeados que perdían dinero. Hubo audiencias en el Congreso. Según el prolijo relato de Mezrich, fue una guerra entre aquellos a los que la sociedad había designado como triunfadores y “los perdedores minoristas en sus sofás con sus cheques covid” que se dedicaban a “mandar como locos memes furiosos”.
El autor utiliza la escritura en tercera persona omnisciente, y va haciendo pasar por turnos a una serie de personajes de capítulo en capítulo. Entre ellos se encuentra el que claramente encarna a Goliat en la historia de las GME: Gabe Plotkin, director de Melvin Capital, un fondo de alto riesgo que perdió miles de millones en el entramado; y el que claramente encarna a David: Keith Gill, que logró evangelizar a los usuarios de Reddit afines a él para que compraran las acciones, y cuyas participaciones superaron en un momento dado los 50 millones de dólares.
Plotkin y Gill son prácticamente los únicos personajes del libro cuya existencia real es verificable. Las demás voces principales –un estudiante de último curso de Duke; una enfermera de un hospital psiquiátrico; una embarazada cuya boda y mejora de nivel de vida se vieron torcidas por la pandemia– parecen personajes anonimizados o compuestos, dobles de la plebe de WallStreetBets, motivados por la venganza, la diversión, la desesperación o el aburrimiento. Todos pueden ser utilizados como muñecos de un ventrílocuo cada vez que Mezrich necesita explicar un concepto financiero.
De este modo, Mezrich escribe como si tuviera un conocimiento total de los pensamientos, las historias de fondo y las conversaciones de sus personajes, incluidos aquellos que no existen realmente. ¿Es posible que el reservado Plotkin, tras lo que quizá fuera la humillación más profunda de su vida profesional, llamara al autor que en una ocasión escribió que Mark Zuckerberg comió carne de koala en un yate? Es difícil decir qué se supone que tenemos que hacer con los hechos de los que nos “enteramos”, ya sea sobre Plotkin o sobre cualquier otro personaje de la saga, si podemos tomarlos al pie de la letra o si haríamos mejor en impregnarnos del ambiente general.
Este trabajo de periodismo económico sobre el caso Gamestop tiene 300 páginas perfectamente engrasadas
Este trabajo de periodismo financiero de Mezrich son casi 300 páginas perfectamente engrasadas, repletas de planos de situación cinematográficos. Me dan ganas de llamarle y asegurarle que puedo aguantar diez frases seguidas sin la expresión “maldita sea”, que los hechos están bien, y que le ponen sal al libro.
El párrafo escrito con más ingenio de todos seguramente sea ese en el que Mezrich, antiguo jugador y actual padre de jugadores de videojuegos, describe lo que se siente cuando se recorre la típica tienda de GameStop, llena de “artículos desparramados sin ningún sentido del orden, videojuegos de segunda mano apilados al lado de los peluches”, y atendida por dependientes que “a menudo parecían tan necesitados, solos y hambrientos de conversación como el estereotipo de cliente de la franquicia”. Esta es la única área en la que el lector puede estar absolutamente seguro de que se ha realizado una minuciosa investigación de primera mano.
Quizá el lector deba prestar atención a Ken Griffin, director ejecutivo del fondo de cobertura Citadel, de Chicago, y la voz transmitida de manera más divertida y maligna del libro. Mientras el veteranísimo financiero responde a preguntas de unos legisladores totalmente sobrepasados por la situación, Mezrich se introduce en su mente: “si de verdad entendiesen la máquina financiera, probablemente estarían participando en ella, no intentando idear preguntas coherentes”. Para el resto de nosotros queda la teoría del autor sobre la no ficción, basada en conversaciones con gentes anónimas: algunos están furiosos y otros felices, algunos pierden dinero y otros lo ganan. No se preocupen por los detalles. La película les va a encantar.
© The New York Times Book Review. Traducción: News Clips