“Un aristócrata sin sirvientes es tan inútil como un martillo de cristal”. La frase es de Violet Crowley (Maggie Smith), la condesa viuda de Grantham. La cortante elocuencia de uno de los personajes clave de Downton Abbey (Julian Fellowes, 2010-2015) ha de servirnos como punto de partida para este breve repaso de algunos de los mayordomos que habitan los dramas de época británicos.
En realidad, tan lapidaria sentencia ya establece la distinción de clase que separa a la servidumbre de sus empleadores, división que en los period drama posee un correlato arquitectónico como venía a demostrar Arriba y abajo (Jean Marsh, Eileen Atkins, John Hawkesworth & John Whitney, 1971-1985), teleserie seminal a la hora de comprender las interacciones entre señores y criados de la que Fellowes sigue extrayendo petróleo narrativo en sus recientes Belgravia (2020) o La edad dorada (2022).
En aquella mítica teleficción de la ITV situada en los albores del siglo XX que narraba todo cuanto acontecía en el 165 de Eaton Place, sobresalía la figura de Hudson (Gordon Jackson), el solícito y circunspecto mayordomo de los Bellamy, cuyo gusto por el orden y la tradición heredó el Charles Carson (Jim Carter) de Downton Abbey.
['Downton Abbey': Inglaterra, Inglaterra]
En este tipo de producciones, entre las que abundan las miniseries basadas en adaptaciones literarias como la magnífica Retorno a Brideshead (VV.AA., 1981) o la versión serial de Regreso a Howards End (Hettie Macdonald, 2017), el servicio siempre tuvo una presencia relevante, si bien los personajes adscritos a las tareas domésticas rara vez estuvieron dotados de un interés genuino. Para encontrar mayordomos de perfil perenne conviene desplazarse hacia la comedia y recordar al Edmund Blackadder (Rowan Atkinson) de la tercera temporada de La Víbora Negra (Richard Curtis & Rowan Atkinson, 1983-1989), el astuto sirviente del estúpido Príncipe de Gales que interpretaba Hugh Laurie.
Precisamente en Jeeves and Wooster (Clive Exton, 1990-1993) Laurie encarnaba a Bertie Wooster, un joven ocioso y despreocupado al que su ayuda de cámara, el perspicaz Jeeves (Stephen Fry), sacaba continuamente de apuros. Aunque, como en aquella adaptación de las novelas de P. G. Wodehouse, la mayoría de las teleseries referidas se sitúan entre las postrimerías del siglo XVIII y principios del XX, en Zafarrancho en Cambridge (Robert Knights, 1987), ambientada en los 80, la delimitación de esos dos estratos sociales permanece inalterada gracias a la labor de Skullion (David Jason), trasunto moderno del mayordomo decimonónico que vela por la salud de la institución y de las tradiciones y que, como Hudson o Carson, se ha ganado un hueco en la estantería de nuestro recuerdo.