Es una verdad universalmente aceptada que las novelas inglesas de las grandes mansiones necesitan mayordomos, lacayos y doncellas. El éxito de series británicas como Downton Abbey prolonga un argumento literario, la vinculación entre amos y sirvientes, que arranca en Shakespeare, pasa por las novelas rurales de Jane Austen y se moderniza con Kazuo Ishiguro, sin salir de las bibliotecas, arriba, ni de las cocinas y espacios para los criados, abajo. Las jerarquías de los sirvientes, hasta la Segunda Guerra Mundial, estaban tan estructuradas como la organización social general.
El idealismo que emerge en las series, patronos y criados como una comunidad vinculada emocionalmente, no coincide con algunas novelas o libros sobre el tema. Julian Fellowes, guionista de Downton Abbey, recogió datos de las memorias reales de la cocinera Margaret Powell (1907-1984) En el piso de abajo. Memorias de una cocinera inglesa de los años 20 (Alba).
La historia de los domésticos en las grandes casas es el tema del ensayo de Jeremy Musson (1965) Escaleras arriba y abajo. Historia de los criados en las casas de campo inglesas (La Esfera). A través de memorias y cartas, Musson recompone la vida diaria de los sirvientes desde la Edad Media hasta el presente.
[La oscura historia de los sirvientes y sus amos]
Son incontables las novelas británicas que especulan sobre la evolución de las relaciones entre amos y servidores. Nos detenemos en la aguda escritora Ivy Compton-Burnett (1884-1969), que publicó en 1947 Criados y doncellas (Anagrama). La ruptura de la sumisión de un criado se manifiesta con intensa violencia psicológica en la novela corta, de 1948, El sirviente (Cabaret Voltaire) del escritor y vizconde Robin Maugham (1916-1981).
Curiosamente, un escritor contemporáneo de origen japonés, Kazuo Ishiguro (1954), captó sutilmente el espíritu de un mayordomo en Los restos del día (Anagrama). En 1956, Stevens, el narrador, después de 30 años de servicio en Darlington Hall, presiente la decadencia. El nuevo patrón le sugiere viajar. Stevens, identificado con la grandeza de Darlington responde: “considero que durante todos estos años, sin salir de esta casa, he tenido el privilegio de ver lo mejor de Inglaterra”.
Un regreso prolífico
Ian McEwan (1948) destaca en su novela Expiación (Anagrama) las dificultades de la movilidad social en 1935. Robbie, el inteligente hijo de la criada de la familia Tallis, ha vuelto de la universidad y se enamora de la hija mayor, pero se verá envuelto en una falsa denuncia de violación. El regreso de las mansiones inglesas y sus inapelables diferencias sociales está generando novelas de variada calidad y la reedición de algunas biografías de interés.
Las memorias de Rosina Harrison (1899-1989) rememoran treinta años al servicio de la vizcondesa de Astor, la primera mujer que en 1919 ocupo un escaño en la Cámara de los Comunes. La doncella de Lady Astor (Aguilar) retrata las tiranías y también la seducción de la última época de la primacía aristocrática.
[Criados en las series: décadas a nuestro servicio]