Entre sus muchas labores en el campo de las letras alemanas, Luis Fernando Moreno Claros (Cáceres, 1961) cuenta con una biografía del pensador Arthur Schopenhauer (1788-1860), y ha editado y traducido, además, Conversaciones con Arthur Schopenhauer. Últimamente, este germanista ha preparado un epistolario del autor de El mundo como voluntad y representación.
Este volumen, Correspondencia escogida (1799-1860) de Schopenhauer, nos permite acceder directamente a la voz literaria estilosa, directa y no pocas veces arisca, del filósofo de Dánzig. En el cuidado volumen de Moreno Claros para Acantilado, la selección de cartas de Schopenhauer o dirigidas a Schopenhauer se divide en once etapas de su biografía. El contenido de las mismas y la naturaleza de los diversos corresponsales componen un cuadro variado y completo: tanto el interesado en cuestiones personales del escritor como el investigador de su pensamiento encontrarán aquí numerosas páginas valiosas.
En el campo personal o afectivo destacan las cartas con Adele, su hermana, en las que muestra alguna ternura, sus cartas con su madre, Johanna, a quien detestó, o la entrañable correspondencia con quien fue, posiblemente, su único amigo, el francés Anthime Grégoire de Blesimaire.
En una carta notable con este último, fechada en 1836, aparece una de las ideas recurrentes del autor: “Querrías saber qué ha sido de mi vida y qué he conseguido. Sería difícil darte una idea, pues me he dedicado a cosas que te resultan ajenas y no sé cómo empezar; hay una vida visible, exterior, y otra real, interior. Aunque tú no seas un hombre de letras, sabrás sin duda que en las ciencias han existido hombres de gran mérito que nunca fueron reconocidos como tales en vida, sino sólo póstumamente o, en el mejor de los casos, en su vejez. Ésta es la suerte de muchos sabios en todos los tiempos y en todas las naciones. Yo soy uno de ellos”. (p. 469).
[Schopenhauer: el ogro de Danzig]
En el terreno amoroso, se puede mencionar, por ejemplo, una carta de Teresa Fuga (Carta 104), un romance de Schopenhauer en Venecia, en 1818. En el terreno profesional, deberíamos considerar sus numerosas comunicaciones con el paciente editor F. A. Brockhaus, o su epistolario con su ídolo Goethe, con quien trabajó a propósito de la teoría de los colores de éste.
Son preciosas las abundantes cartas de Schopenhauer con sus discípulos Johann August Becker y, sobre todo, Julius Frauenstädt. Schopenhauer los tenía como a sus apóstoles. Las epístolas cruzadas con esos dos schopenhauerianos de primera hora resultan un valiosísimo complemento a la hora de adentrarse en el estudio de la obra filosófica del autor. En lo relativo al hispanismo, resultan iluminadoras sus cartas con Johann Georg Keil, a su vez hispanista y traductor del español.
Tanto el interesado en cuestiones personales del escritor como el investigador de su pensamiento encontrarán en este volumen numerosas páginas valiosas
En relación al kantismo del filósofo (que se consideraba el más fiel seguidor de Kant de Alemania) se pueden destacar sus cartas de Karl Rosenkranz en 1837, cuando éste preparaba con F. W. Schubert su importante edición de la Crítica de la razón pura. Schopenhauer insta a los editores a publicar la primera versión de 1781 de Kant (edición A), que considera muy superior, junto con la segunda edición de 1787 (edición B). Hoy en día todas las ediciones de esta obra siguen estos parámetros.
Schopenhauer añade (Carta 163): “No querría ocultarles que si no lo siguen me esforzaré por encontrar otra oportunidad de publicar la Crítica de la razón pura en su versión original, lo cual redundaría en perjuicio de la edición de ustedes” (p.491). En otra carta, tenemos que Schopenhauer propuso a una editorial traducir a Kant al inglés (Carta 138).
Por otro lado, resulta muy interesante el escrito de Schopenhauer dirigido “Al comité de honor encargado de erigir el monumento a Goethe”, en Fráncfort, en 1837. Este texto plasma bien las concepciones estéticas del pensador en lo tocante a la escultura. No obstante, según nos informa el editor en una nota, dicho comité hizo poco caso de los consejos schopenhauerianos.
Por último, si tuviera que escoger uno entre los muchos textos de enjundia aquí reunidos, me quedaría con su Currículum Vitae, escrito originalmente en latín y enviado al decano de filosofía de la Universidad de Berlín el 31 de diciembre de 1819. Se trata de una breve autobiografía, de la que los biógrafos de Schopenhauer, como Moreno Claros, han tomado buena nota.