En la madrugada de mediados de noviembre de 1959, dos exconvictos en libertad condicional, Dick Hickcock y Perry Smith, entraron en la casa de los Clutter en el pueblo de Holcomb, en el oeste de Kansas, y asesinaron salvajemente, sin razón aparente, al matrimonio formado por Herb y Bonnie, y a sus dos hijos adolescentes, Nancy y Kenyon, una familia de estampa perfecta, arquetipo del sueño americano. Solo se salvaron las dos hijas mayores de la familia, Eveanna y Beverly que, ya adultas, hacía tiempo que se habían independizado.
“En ese momento –recordaría después el escritor Truman Capote–, ni un alma los oyó en el pueblo dormido... cuatro disparos que, en total, terminaron con cuatro vidas humanas. Pero después, la gente del pueblo, hasta entonces suficientemente confiada como para no echar llave por la noche, descubrió que su imaginación los recreaba una y otra vez... esas sombrías explosiones que encendieron hogueras de desconfianza, a cuyo resplandor muchos viejos vecinos se miraron extrañamente, como si no se conocieran”.
Escrita entre 1959 y 1966, al autor de Desayuno en Tiffany’s o Música para camaleones, le llevó varios años de intensa investigación –encuentros con personas directamente afectadas, lecturas de archivos oficiales, transcripción de las miles de notas que tomó junto a su amiga, la también escritora Harper Lee, y entrevistas a vecinos y a los propios asesinos durante el proceso criminal– culminar la que para muchos fue su mejor obra.
[Truman Capote: escrito a sangre fría]
Híbrido entre reportaje periodístico y novela literaria, A sangre fría fue un éxito instantáneo, propuso un nuevo estilo de hacer periodismo y tras liderar las listas se convirtió, años después, en el segundo libro sobre crímenes reales más vendido de la historia, solo por detrás de Helter Skelter, de Vincent Bugliosi.
Esta última, publicada en 1974, con el subtítulo de La verdadera historia de los crímenes de la Familia Manson, contaba la terrorífica historia de aquel hombre diabólico y sus acólitos que, salvajemente, acabaron con la vida de la actriz Sharon Tate y otras cuatro personas el 9 de agosto de 1969. Los true crime habían llegado a Hollywood de una manera tan bestial que aquel suceso, que más tarde Tarantino parodiaría en Érase una vez en... Hollywood, de la mano de Brad Pitt y Leonardo DiCaprio, aún hoy sigue generando interés.
De A sangre fría e El adversario, una evolución del crimen
Y es que, como si de verdad pudiéramos bucear en el mal, diseccionarlo y entenderlo, bien sea por comprender su mecánica, buscar explicaciones, saber qué pudo pasar o satisfacer nuestra necesidad de justicia, a veces no del todo bien entendida, lo cierto es que, es un hecho: nada nos gusta más que un buen crimen real. También escribir sobre ellos. Algo parecido debió pensar Emmanuel Carrère en 1993 cuando empezó a construir El adversario.
“La mañana del sábado 9 de enero de 1993, mientras Jean-Claude Romand mataba a su mujer y a sus hijos, yo asistía con los míos a una reunión pedagógica en la escuela de Gabriel, nuestro hijo primogénito –escribía contundentemente el francés en la primera página de aquel libro que, en nuestro país, publicó Anagrama–. Gabriel tenía cinco años, la edad de Antoine Romand. Luego fuimos a comer con mis padres, y Romand a casa de los suyos, a los que mató después de la comida. Pasé solo en mi estudio la tarde del sábado y el domingo, normalmente dedicados a la vida en común, porque estaba terminando un libro en el que trabajaba desde hacía un año: la biografía del novelista de ciencia ficción Philip K. Dick. El último capítulo contaba los días que había pasado en coma antes de morir. Terminé el martes por la tarde y el miércoles por la mañana leí el primer artículo de Libération dedicado al asunto Romand”.
A Carrère, como a Capote, le llevó siete años digerir aquella historia sobre un hombre en apariencia modélico que, para ocultar las mentiras sobre las que había edificado toda su vida, decidió matar a toda su familia en vez de dar explicaciones. Probablemente, en su escritura, hubiera cierta obsesión por saber más. Aún así, siempre quedan interrogantes.
A mitad de camino entre la autobiografía y el thriller policíaco, entre Capote y Carrére, ya en nuestro país, el escritor Miguel Ángel Hernández publicó en 2018 El dolor de los demás (Anagrama), un libro personal donde evocaba los tristes sucesos que, 20 años atrás, habían ocurrido en un pequeño caserío en la Huerta de Murcia, cuando su mejor amigo asesinó a su hermana y se suicidó saltando por un barranco en la Nochebuena de 1995. Nadie supo nunca por qué.
[Miguel Ángel Hernández: "Este es el libro por el que me convertí en escritor"]
Dos décadas después, el autor de títulos como el reciente El don de la siesta regresó a aquella trágica noche que marcó el fin de su adolescencia para, en la piel de un detective, intentar reconstruirla y obtener respuestas. “Mi intención primera fue contar el crimen como una crónica distanciada –contaba durante una entrevista concedida a El Cultural–. Y, claro, la referencia ineludible era Capote. Sin embargo, rápidamente me di cuenta de que para contar aquella historia yo tenía que manchar el relato, porque en el fondo aquella historia era, por encima de cualquier otra cosa, mi propia historia, y que el crimen del que realmente yo pretendía escribir era el que yo había cometido con mi pasado. Esa es la tradición de Carrère, Delphine de Vigan o Javier Cercas, que aparecen como personajes en medio del relato, sobre todo Carrère, cuyas obras maestras El adversario y Una novela rusa están muy presentes en El dolor de los demás”, explicaba.
Amantes de la frivolidad
La literatura nos ayuda a poner orden al caos, aunque no a entender del todo por qué, de la noche a la mañana, el vecino agradable que siempre da los buenos días decide matar a sus hijos. En el peor de los casos, para qué negarlo, quizás solo nos gusten las vísceras, el misterio, la curiosidad más frívola. Porque, no nos engañemos, hay también algo de morboso en la lectura de estos hechos reales que despiertan nuestros instintos más básicos.
O, al menos, hay quién sabrá reconocer la diversión en los relatos de Tori Telfer y sus dos títulos publicados con Impedimenta, Damas asesinas y Maestras del engaño, donde con cierto humor retrata la vida de estas mujer que, a lo largo de la historia estafaron y asesinaron, convirtiéndose en auténticas armas letales.
“Estas damas asesinas eran listas, hoscas, maquinadoras, seductoras, temerarias, egoístas, delirantes, y estaban dispuestas a hacer lo que fuera para abrirse camino hacia lo que ellas consideraban una vida mejor –escribe en el prólogo de la primera de las dos obras–. Eran despiadadas e implacables. Estaban perdidas y confundidas. Eran psicópatas y asesinaban niños. Pero no eran lobas. No eran vampiras. No eran hombres. Las crónicas lo demuestran una y otra vez: eran terrible, intrínseca e ineludiblemente humanas”.
Humanas o no, en los últimos meses varios autores se han sumado también a esta adictiva tendencia que inundan las plataformas online con series como The Staircase o documentales como Making a murderer o El timador de Tinder. En este sentido, la editorial Península, ha sumado a su catálogo tres interesantes propuestas que es difícil pasar por alto.
El ángel de la muerte tiene la particularidad de ser el libro en el que se basó la próxima película de Netflix, The Good Nurse, que se estrenará en la plataforma en septiembre. Ingredientes no le faltan. Escrita por Charles Graeber cuenta la historia de Charles Cullen, un enfermero aparentemente tímido y reservado que, en la década de los 80 en New Jersey, se dedicó a acabar con las vidas de sus pacientes en la unidad de quemados. Marido y padre querido, como todos, este criminal en serie llegó a asesinar a más de 400 personas, lo que le convirtió en el asesino en serie más peligroso de la historia de Estados Unidos.
Pero más allá de la televisiva propuesta, sobresalen también dos títulos. Obedeceré a Dios, de Jon Krakauer nos trae de vuelta al autor del best seller Hacia rutas salvajes con este true crime que pone a prueba la fe religiosa. Ambientada en la "América profunda", este título recrea una escena terrible, cuando el 24 de julio de 1984, Allen Lafferty, un mormón practicante, se encontró a su mujer y a su hija de quince meses brutalmente asesinadas por sus hermanos, Ron y Dan Lafferty, dos fanáticos convencidos de que su acto obedecía a un mandato divino.
En el otro lado de la moneda, en Uno de los nuestros, la periodista Åsne Seierstad indaga en la vida de Anders Behring Breivik, autor de la masacre de la isla de Utøya (Noruega), y en cómo un niño superdotado y sensible pudo perpetrar una escena tan violenta y convertirse en el asesino de 79 personas cuando, en julio de 2011, se presentó disfrazado de policía en aquella isla con la intención de asesinar al mayor número posible de los jóvenes que asistían al campamento del Partido Laborista Noruego.
Un por qué indescifrable
Historias inexplicables que siempre encierran la misma búsqueda: por qué. Cuando Manuel Foffo, de 28 años, y Marco Prato, de 29, descendientes de buenas familias, invitaron a Luca Varani a mantener relaciones sexuales a cambio de droga y dinero en un apartamento situado a las afueras de Roma, nada le hizo pensar a aquel joven que aquella sería su último día.
[Érase una vez… Tarantino, a pleno 'pulp']
Era una noche de marzo de 2016, probablemente una noche agradable dentro del caos natural de la ciudad italiana, cuando los dos verdugos torturaron durante horas y asesinaron a cuchillazos y martillazos a aquel chico de origen humilde que apenas alcanzaba los 23 años. Nadie supo después por qué. “Querían saber –dijo uno de ellos desde la cárcel– lo que se sentía al matar a alguien”.
Aquellos interrogantes obsesionaron durante cuatro años al escritor Nicola Lagioia, que acababa de recibir el Premio Strega, cuando escuchó por primera vez la historia de Varani. “Era imposible –escribió después– que yo fuera capaz de escapar de un caso como ese”. De sus conversaciones con los amigos y familiares de los tres jóvenes, además de su correspondencia con uno de los asesinos y el material de la investigación a la que tuvo acceso, el escritor llevó a cabo toda una crónica literaria en la monumental La ciudad de los vivos, publicada a principios de año por Literatura Random House. Una investigación sobre la naturaleza humana y la ciudad de Roma que rastrea en las vidas de sus protagonistas y expone con la mayor precisión posible unos hechos para los que no hay respuestas fáciles ni concretas.