Lo confieso: cuando una editorial presenta a un nuevo autor como “una voz salvaje” o “un huracán de aire fresco”, siento algo más doloroso que “un puñetazo en la boca del estómago”, no porque tema que sea un libro poco convencional sino precisamente por todo lo contrario, porque temo encontrarme con el enésimo libro previsible, escatológico o de simple mal gusto. La publicista Alba Álvarez (Vigo, 1995) supera con Pellejos, su ópera prima, estos prejuicios, por lo poco convencionales e incómodos que resultan algunos de los relatos, empeñados en mostrar el aspecto más sórdido de los personajes, su rencor, su desesperación, incluso su maldad.
Así, Carmen, la protagonista de “Segunda adolescencia”, aprovecha la inesperada muerte de su marido para redecorar su vida, mientras representa ante familiares y amigos el papel de desconsolada viuda; “Pellejos” nos descubre a una adicta a arrancarse la piel hasta sangrar; “A picotazos” es la historia de una asidua de los vídeos sexuales, y “Santa”, la de una mujer que maquilla su tristeza con bailes sensuales y ligues de una noche.
Intensa y arriesgada, Álvarez muestra una imaginación poco convencional y un buen dominio del idioma para reflejar, mejor que cualquier tratado, la soledad.