Doce conceptos para seguir el rastro vital y creativo del escritor portugués, desde su nacimiento en Azinhaga hasta su muerte en 2010.
Azinhaga
Nacido en el seno de una familia muy humilde, los recuerdos de la infancia de José Saramago (su apellido real era Sousa), volverán una y otra vez a su aldea natal, Azinhaga, de la que escribe en sus Pequeñas memorias que “está en ese lugar por así decirlo desde los albores de la nacionalidad (ya era foral en el siglo XIII), pero de esa estupenda veteranía nada queda, salvo el río que le pasa al lado (imagino que desde la creación del mundo) [...] La tierra es plana, lisa como la palma de la mano, sin accidentes orográficos dignos de tal nombre”. Su madre, Maria Piedade, era ama de casa y el padre, José de Sousa, abandonó el campo por el trabajo en la policía, en Lisboa, donde la familia se instala cuando el niño apenas cuenta con dos años de edad.
Oficios
Al terminar sus estudios, empezó a trabajar como mecánico profesional. A finales de 1941 fue contratado en el Hospital de Lisboa, con mejor salario, para realizar labores administrativas con puntillosa entrega. Al mismo tiempo, acepta otro empleo, en la Caja de Ayuda del Personal, para independizarse de la casa paterna. Por problemas políticos y de conciencia, abandona la Caja de Ayudas. Después trabajaría en una compañía de seguros y como periodista.
Música
Tras el fracaso cosechado por su primera novela, Terra do pecado, a mediados de los años 50, el escritor decide estudiar música y se integra en las Juventudes Musicales, una de las pasiones que le acompañaron toda su vida. De hecho, pasado el tiempo convertirá en protagonista de Las intermitencias de la muerte a un chelista, el instrumento que siempre quiso saber tocar. Y, como señalan expertos como Mercedes de Pablos, “hay una musicalidad cierta en su obra y hay música explícita también, más obvio en el caso de la novela citada, que lleva incorporada, como si dijéramos, una banda sonora”.
Comunismo
Aunque siempre había manifestado un hondo sentido cívico y una profunda ética que le llevó, por ejemplo, a negarse a votar al candidato presidencial, perdiendo por ello su trabajo en la Caja de Ayuda Mutua, en 1969 se afilia al Partido Comunista, de la mano de uno de sus mejores amigos, Augusto Costa Díaz. Jamás abandonó esas creencias (“el socialismo mantiene su verdad profunda”, dijo en 1993) ni la solidaridad más exigente: “Un escritor está obligado a tener un compromiso más fuerte que el de cualquier otro ciudadano”.
Lanzarote
Tras la polémica suscitada en Portugal por la publicación de El Evangelio según Jesucristo, el escritor decidió convertir Lanzarote en su refugio. Allí encontró “tranquilidad para vivir y para escribir” y allí creará obras esenciales como La caverna, Ensayo sobre la lucidez o El viaje del elefante. Junto a Pilar del Río, su segunda esposa y traductora, se compró unos terrenos en Tías, un pequeño pueblo alejado de las zonas más pobladas de la isla, pero nunca dejó de tener casa en Lisboa, ni de ser ciudadano portugués. Se consideraba, eso sí, “un lanzaroteño más. [...]. Lanzarote, no siendo mi tierra, es tierra mía”. Además, la llamada A Casa de Lanzarote “afianzó un lugar de encuentro y conversación, de amparo y alegría, de ilustración y amistad, de conciencia, participación y solidaridad. Un lugar con alma, de ventanas abiertas” (De La intuición de la isla, de Pilar del Río).
Dios
Contundente, a menudo Saramago se definía como “un ateo hijo del cristianismo”. De hecho, explicaba que El Evangelio según Jesucristo partía del convencimiento de que “el cristianismo no ha cambiado el mundo tal como pretendía”, pues “se ha matado más en nombre de Dios que de cualquier otra cosa”. Claro que también afirmaba que, aunque le resultaría mucho más cómodo tener fe, “porque quedaría todo más o menos explicado y, sobre todo, tendría a quien pedir cuentas por las mañanas”, había “escogido el lugar de la incomodidad”, mientras confesaba que “los problemas de Dios no me preocupan. Me preocupan los problemas de los hombres que inventaron un Dios”.
Nobel
Candidato al Nobel de Literatura desde hacía varios años, en octubre de 1998 la Academia Sueca le concedió el Premio por volver constantemente comprensible una realidad huidiza “con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía”. En su fallo, el jurado también subrayaba cómo “su arte narrativo, desarrollado con obstinación y profundidades insospechadas, le confiere un lugar de alto nivel en el concierto de la literatura universal”. Se trataba del primer Premio Nobel concedido a un autor en portugués y Saramago lo asumió “como un honor, y como un acto de responsabilidad para con su cultura, la portuguesa, y con el hecho universal de escribir y de leer”.
Adaptaciones
El cine fue una de las primeras y más constantes pasiones del escritor: iba con su primer amigo, Félix, a las sesiones de los cines Animatógrafo y Salón Lisboa. De ahí que, a medida que sus novelas iban conquistando lectores, acabaron llegando a la gran pantalla, pero con desigual resultado. Así, en 2002 Federico Luppi, Icíar Bollaín y Gabino Diego protagonizaban La balsa de piedra, dirigida por George Sluizer. Seis años después, el brasileño Fernando Meirelles estrenó A ciegas, discutida adaptación de Ensayo sobre la ceguera, interpretada por Julianne Moore, Mark Ruffalo y Gael García Bernal.
De 2010 es Embargo, de Antonio Ferreira, basada en un relato del Nobel, mientras que en 2013 Denis Villeneuve adaptó El hombre duplicado, con Jake Gyllenhaal en el papel principal. Por lo que al teatro se refiere, es necesario destacar Blimunda, ópera basada en Memorial del convento, adaptada por Azio Corghi y estrenada en la Scala de Milán. Corghi también adaptó su obra teatral In nomine Dei, con el nombre de Divara, y fue el autor de la música de la cantata La muerte de Lázaro, basada en textos de Memorial del convento.
Taller
Del 9 de noviembre al 8 de enero de 2023, la Biblioteca Nacional de España en colaboración con la Biblioteca Nacional de Portugal y la Fundación José Saramago, organiza “El taller de Saramago”, una exposición bibliográfica y documental que recorre la trayectoria vital y artística del Nobel portugués desde la certeza de que un gran escritor “no surge de la nada”. Se trata, pues, de descubrir que una obra literaria es en realidad el punto de llegada de un largo camino marcado por un trabajo de lectura, investigación, escritura y reescritura. Y es esa labor la que se quiere poner de relieve mediante esta exposición, que desvela aspectos desconocidos e inéditos del trabajo creativo de José Saramago.
Violencia
De niño, fue testigo de varios episodios de violencia de los que dio cuenta en Las pequeñas memorias, pues contemplar cómo su padre borracho maltrataba a su madre le marcó para siempre. Tanto que años más tarde confesaría: “Yo sufrí muchísimo. Algún amigo me ha dicho que no debería haberlo incluido en el libro por respeto a la familia, pero creo que hay que respetar lo que es respetable y la violencia en las familias no lo es. Entonces era lo normal, y me temo que aún lo sigue siendo”.
Democracia
Candidato a la alcaldía de Lisboa por una coalición de la que formaba parte el Partido Comunista, Saramago cuestionó en novelas como Ensayo sobre la lucidez la salud ética de la partitocracia actual. Así, en una entrevista con El Cultural, denunciaba que “vivimos en una democracia secuestrada por el poder económico. ¿Fueron los gobiernos los que decidieron hacer del empleo precario algo que se convertiría en ‘normalidad’ social? ¿O ha sido el poder económico el que lo ha impuesto a toda la sociedad?”
Muerte
Enfermo de leucemia crónica desde hacía tiempo, recuerda Pilar del Río en La intuición de la isla que Saramago “se fue yendo poco a poco, sin despedidas dramáticas, simplemente dejando un aviso aquí, más tarde otro allí”. Finalmente, el 18 de junio de 2010, en su residencia de Tías, llegó la muerte a consecuencia de un fallo multiorgánico. “Lo hizo sin sobresaltar y sin provocar dolor”, escribió Del Río. Un año después, el 18 de junio de 2011, sus cenizas fueron depositadas al pie de un olivo centenario, traído de su pueblo natal y trasplantado en el Campo das Cebolas, frente a la Fundación José Saramago en la Casa dos Bicos de Lisboa.