El primer capítulo de Lejos de Luisiana funciona como marco de la obra, aunque ningún marbete lo catalogue como tal. Emplazado al margen de las cuatro partes en las que se divide el libro, es un breve cuento que merece ser releído al final, cuando se tiene conocimiento de toda la historia; solo así se revela su magnitud y su carácter simbólico. Trata sobre Ishcate, un joven indio de la tribu kaskaskia que a sus catorce años experimenta un ritual de iniciación: deberá pasar la noche en el bosque, solo y con los ojos vendados.
Durante el ceremonial, lo vemos dudar de su capacidad y de sus fuerzas; sentimos su miedo; observamos su astucia y su inteligencia, su aptitud para sobreponerse al desasosiego y a las dudas. Tiene temores ante una realidad incierta, pero también ante los monstruos de su imaginación; sufre tentaciones y consigue dominarlas; reza a sus dioses y a los de los colonos, invoca a sus ancestros y comienza a sentirse seguro al evocar su aldea en la orilla del río Kaskaskia, a su madre, a sus hermanos, a sus amigos.
Mientras fantasea sobre su vida futura, se hace la luz del día y una voz familiar lo rescata de su sueño ligero. Es su padre, que había permanecido muy cerca de él para protegerlo y que le da un consejo que lo acompañará a lo largo del camino: “No pidas una vida fácil, hijo; pide fuerzas para soportar una vida difícil”.
Ishcate es el protagonista masculino de Lejos de Luisiana, una novela de corte histórico escrita por Luz Gabás (Monzón, 1968), ganadora del Premio Planeta 2022. Gabás es conocida, sobre todo, por ser la autora de Palmeras en la nieve (2012), obra de éxito, traducida a varias lenguas y adaptada al cine en 2015.
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La trama de esta nueva entrega se desarrolla a lo largo de cuatro décadas, desde que Francia cede a España parte de las tierras del Misisipi en 1763, hasta que Estados Unidos compra Luisiana en abril de 1803 y Francia abandona Nueva Orleans en diciembre de aquel año. Entre esas dos fechas se suceden ciertos acontecimientos violentos que transforman el mundo y a las personas: las rebeliones de los franceses contra los españoles, las escaramuzas de los indios por sobrevivir o la guerra de los norteamericanos contra los ingleses por la independencia de su país.
La novela peca de una extensión excesiva y de diálogos que en ocasiones resultan librescos, faltos de naturalidad
En Europa, mientras tanto, triunfan las ideas revolucionarias que harán caer el Antiguo Régimen y que alterarán el curso de los acontecimientos políticos y sociales. Y como un río que recorre el espacio y el tiempo, que une y desune y que resiste todos los embates, emerge la relación entre Ishcate y Suzette, una muchacha francesa de la alta sociedad colonial.
Lejos de Luisiana combina la Historia, la aventura y la veta romántica, tres ingredientes sabiamente dosificados en el argumento. El resultado es una novela amena, muy trabajada y muy bien escrita, con oportunos saltos temporales y elipsis que hacen atractiva la lectura. Peca, no obstante, de una extensión excesiva y de diálogos que en ocasiones resultan librescos, faltos de naturalidad. Quizá también de una voz narrativa controladora en exceso, que apenas suelta la mano del lector, al que conduce sin desmayo a lo largo de la trama.
El texto, además, dibuja con nitidez las tierras del Misisipi con sus fenómenos atmosféricos adversos, y profundiza en reflexiones sobre el paso del tiempo, el progreso de los pueblos, la vida de los hombres y su evolución con la edad, la naturaleza humana, la eterna lucha entre antiguos y modernos... Una novela ambiciosa y cuidada que agradará a muchos lectores.