El pasado 6 de octubre, la escritora francesa Annie Ernaux se convirtió en la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2022 por "el coraje y la agudeza clínica con la que descubre las raíces, los alineamientos y las limitaciones colectivas de la memoria personal". Así describió su literatura, esencialmente autobiográfica e intimista, el fallo del jurado, que también destacó que la novelista gala "cree en la fuerza liberadora de la escritura" y que su obra "intransigente" está escrita en un lenguaje "sencillo" y "raspado hasta la limpieza".
Siguiendo la tradición, este miércoles 7 de diciembre, la autora ha leído su discurso de aceptación del galardón en la sede de la Academia Sueca (que concede el premio), antes de recogerlo el día 10 en la ceremonia oficial de los Premios Nobel. A continuación reproducimos varios fragmentos de su discurso, con traducción a cargo de Lydia Vázquez Jiménez y compartido por la editorial que publica los libros de la escritora en España, Cabaret Voltaire.
"Pensaba orgullosa e ingenuamente que escribir libros, hacerse escritor, al final de una estirpe de campesinos sin tierras, de obreros y pequeños comerciantes, de gentes despreciadas por sus modales, su acento, su incultura, bastaría para reparar la injusticia del nacimiento. Que una victoria individual borraba siglos de dominación y de pobreza, con una ilusión que ya la escuela me había incentivado por mi alto rendimiento escolar. ¿Cómo podría compensar mi éxito académico las humillaciones y las ofensas sufridas? No me planteaba la pregunta. Tenía algunas excusas".
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"Escribiendo en un país democrático, sigo preguntándome, sin embargo, por el lugar que ocupan las mujeres en el ámbito literario. Su legitimidad para producir obras aún no está ganada. Hay hombres en el mundo, incluso en los círculos intelectuales occidentales, para quienes los libros escritos por mujeres simplemente no existen, nunca los citan. El reconocimiento de mi obra por la Academia Sueca es una señal de esperanza para todas las escritoras. En el acto de sacar a la luz lo «indecible social», esa interiorización de las relaciones de dominación de clase y/o raza, de sexo también, que solo sienten quienes son objeto de ella, reside la posibilidad de la emancipación individual pero también colectiva. Descifrar el mundo real despojándolo de las visiones y valores que el lenguaje, cualquier lenguaje, porta es perturbar el orden instituido, socavar sus jerarquías".
"En el mundo actual, donde la multiplicidad de fuentes de información y la rápida sustitución de unas imágenes por otras acostumbran a una especie de indiferencia, concentrarse en el propio arte es una tentación. Pero, al mismo tiempo, está ascendiendo en Europa –enmascarada por la violencia de una guerra imperialista emprendida por el dictador a la cabeza de Rusia– una ideología de repliegue y de cerrazón, que se extiende y gana continuamente terreno en países hasta ahora democráticos. Basada en la exclusión de extranjeros y migrantes, el abandono de los económicamente débiles, la vigilancia del cuerpo de las mujeres, me impone, como a todos aquellos para quienes el valor de un ser humano es el mismo, siempre y en todas partes, un deber de vigilancia extrema".
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"No considero la concesión del Premio Nobel como una victoria individual. No es orgullo ni modestia pensar que se trata, en cierto modo, de una victoria colectiva. Comparto el orgullo con quienes, de un modo u otro, desean más libertad, igualdad y dignidad para todos los seres humanos, independientemente de su sexo y su género, de su piel y su cultura. Con quienes piensan en las generaciones venideras, en la salvaguarda de una Tierra que la codicia de unos pocos sigue haciendo cada vez menos habitable para el conjunto de los pueblos".
"En cuanto a la promesa que hice a los veinte años de vengar a mi raza, no sabría decir si la he cumplido. De ella, de mis antepasados, hombres y mujeres esforzados en tareas que les hicieron morir pronto, recibí la fuerza y la rabia suficientes para tener el deseo y la ambición de hacerle un sitio en la literatura, en ese conjunto de voces múltiples que, muy pronto, me acompañaron permitiéndome el acceso a otros mundos y a otros pensamientos, incluido el de rebelarme contra ella y querer modificarla. Para inscribir mi voz de mujer y de tránsfuga social en lo que se presenta siempre como un lugar de emancipación, la literatura".