Han pasado más de 20 años desde que la escritora británica Rachel Cusk (Saskatoon, Canadá, 1967) publicó Un trabajo a tiempo completo, un libro por el que le llovieron críticas feroces y que ofendió a mucha gente. Con él se convirtió en una pionera en algo a lo que hoy nos hemos acostumbrado: la literatura que muestra la cara B de la maternidad, aquella que desmiente la visión idílica de todo lo que conlleva traer niños al mundo.
Un factor clave para que el libro enfadara a tanta gente, explica la autora, es que muchos lectores compraron el libro “por error”, creyendo que se trataba de un manual de cuidados infantiles. Al abrirlo y empezar a leer, su sorpresa debió de ser mayúscula. En sus páginas, Cusk habla del anhelo de libertad, de la maternidad como “urbanización cerrada y aislada del mundo”, del deseo de huir y, cuando su primera hija apenas tenía seis meses de vida, se quedó de nuevo embarazada y aceptó su “celda” con “la resignación del convicto interceptado en la fuga”.
Dos décadas después, la editorial Libros del Asteroide publica el libro por primera vez en español. “A los periodistas que me acusaron de ser una madre inepta y poco cariñosa, a los detractores que aún emplean mi nombre como sinónimo de odio a los niños, a los lectores para quienes la sinceridad es equiparable a la blasfemia porque su religión es la de la maternidad, únicamente puedo sugerirles que se lo tomen un poco menos en serio”, dice Cusk en un prólogo escrito en 2007, seis años después de la publicación original del libro.
La escritora (autora de otros ensayos y novelas como Prestigio y Segunda casa) aprovecha también para lanzar una advertencia a otras mujeres: “Señoras, esto no es un manual de cuidados infantiles. En estas páginas tienen ustedes que pensar por sí mismas. No les digo cómo deben vivir; tampoco estoy obligada a promocionar su visión del mundo. Tengan diez hijos o no tengan ninguno; quiéranlos con locura o enciérrenlos; entreguen su vida a cuidar de ellos o abandónenlos por un amante con la mitad de años que ustedes: a mí me trae sin cuidado. No escribí este libro porque necesitara su aprobación”.
Por otra parte, Cusk también ha recibido comentarios elogiosos de otras madres heterodoxas que aseguran que su libro “les salvó la vida por completo”, explica la autora a El Cultural. Nos entrevistamos con ella en un hotel del centro de Madrid, ciudad en la que la autora británica pasó un año como profesora de inglés cuando era joven. Se confiesa agotada por una agenda repleta de entrevistas, aunque no sabemos si tan cansada como cuando compaginaba la crianza de su primera hija con el embarazo de la segunda y la escritura de este libro.
Tras la campaña de acoso y derribo que sufrió tras publicar Un trabajo a tiempo completo, Cusk llegó a “arrepentirse de haberlo escrito”. “Es una pena, porque en general amo las cosas que escribo, tengo una buena relación con mi obra”, afirma. Pero pronto empezó a defenderlo con orgullo. Además, “el libro empezó a tener su propia vida, y se ha mantenido vivo durante todos estos años. No es común: muchos libros se publican, obtienen varias críticas y ya. Igual que me sorprendo al ver cuánto han crecido mis hijas, experimento lo mismo con este libro”.
Hoy estamos mucho más acostumbrados a ver libros que cuentan el lado negativo de la maternidad. El tiempo y, sobre todo, el auge del feminismo le han dado la razón. “Siempre me gusta adelantarme a mi tiempo. A veces, cuando surgen cosas nuevas, hay gente que se siente escandalizada, pero con el tiempo lo acaba aceptando. Supongo que el hecho de que cada vez menos gente se sienta ofendida por mi libro significa que hice las cosas bien”.
Entre las cosas que Cusk celebra de su propio libro, destaca que haya sido capaz de ayudar a gente que ha tenido una maternidad más difícil que la suya. Ella es consciente de su estatus privilegiado: es blanca, proviene de una familia acomodada, estudió en Cambridge y en Oxford, y además tuvo un marido “generoso” (del que más tarde se separaría, narrando el proceso de divorcio en Despojos) que dejó su trabajo para cuidar de las niñas cuando ella se puso a escribir el libro.
No obstante, durante los seis primeros meses de vida de su hija, ella se quedó en casa cuidándola mientras él seguía trabajando. A partir de entonces, notó que se deslizaba hacia “el patriarcado más profundo, en el que el día a día del padre se blindaría poco a poco con la armadura del mundo exterior, del dinero, la autoridad y la importancia, al tiempo que la retirada de la madre se extendería hasta abarcar toda la esfera doméstica”.
“Una de las cosas que más odié de las críticas a mi libro —explica a El Cultural— es que mostró a otras mujeres qué podía pasarte si te atrevías a compartir tus experiencias negativas de la maternidad. Sigo pensando que es totalmente irresponsable reaccionar así a un libro. Si no te gusta, no lo leas”.
Dice Cusk que le han preguntado muchísimas veces, como nosotros, si sus hijas han leído ya el libro. Su respuesta es firme: “No lo sé”. La mayor de las dos va camino de convertirse también en escritora, pero su madre no espera que tenga interés en su obra. “Yo ya era escritora antes de que nacieran, lo sigo siendo y he escrito muchísimos libros después de aquel. Mi trabajo me permite pagar sus facturas y eso es todo lo que necesitan saber”, zanja. Además, nunca ha tenido miedo de la reacción que puedan tener sus hijas al leer el libro, “ya que no tiene nada de malo”. “Hay muchas historias de artistas que son padres terribles porque anteponen el egoísmo de la creatividad ante todo. Yo nunca he sido así, y probablemente me he hecho daño a mí misma intentando mantener las dos facetas a la vez”.